icon 0
icon Recargar
rightIcon
icon Historia
rightIcon
icon Salir
rightIcon
icon Instalar APP
rightIcon

AMOR PROHIBIDO

Capítulo 6 6

Palabras:1063    |    Actualizado en: 10/09/2024

mente -¿Fuimos alguna vez tan

ia. Incluso recuerdo una época en que nos habríamos estremecido ante la idea de la respetabi

sentar sus respetos a casa de algunas personas, dejar su tarjeta y dar a conocer su buena presencia en Nueva Esparta. Sharloth llegarían mañana a la ciudad y comenzaría el trajín de prepara

satisfecho tres años antes. Ahora era Sr. Diego Zarathe, baronet. Ante todo era un hermano y un confidente amigo. Pero habría algunos días de relativa tranquilida

a Caobos y a las carreras. A las mujeres. En Esperanza había mantenido sus necesidades a raya. Ahora no tenía por qué negarlas. En

or naranja con manchas negras que correteaba de un lado a otro explorando el lugar

. La más joven y alta de las dos mujeres era en efecto muy hermosa y elegante, vestida con un bonito vestido de paseo de cint

firmeza -Y aunque lo estuviéramos, no conviene fijars

en voz lo bastante alta p

n tono sorpresivo -Se fi

unda, más menuda, más mayor, menos elegante, menos bien vestida que su acompañante, al principio parecía casi invisible jun

it -¡Qué maravillosa y e

Raid simultáneamente

rero de castor y esbozó

lloso placer encontrarte

se agachó sobre el lomo

ta desde hace cuatro años. Tienes un aspecto magnífico. Ella le estrechó la mano con tanta firm

Pero es muy temprano y quizás esté soñando -añadió sonriendo -¿Ves a cinco jinetes a caballo, Priscila? ¿Cinco de los tunante

y conocimiento más férreo y resistente que la mayoría de los hombres. Se había ocupado discretamente de las necesidades de su marido, En ocasiones cocinaba también para

ujer frágil que necesitara de su caballerosa galantería. La pobre Lorena había escuchado numerosas historias que habrían hecho que otras mujeres se desmayaran en el acto, relatadas con un lenguaje chabacano que les habría prov

a otra persona más alegre que ella. Y en estos momentos les miraba risueña, con su buen humor habitual y su aire campechano, aunque hacía casi cuatro años que había enviudado. Y su ha

ay!» si nos pellizcas -dijo Diego -al igual que tú.

na sentía aún el dolor de la pérdida de su esposo para gozar con nada. Pero uno n

Obtenga su bonus en la App

Abrir