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Ya no me duele

Capítulo 2 ¿Quién de nosotros está más perdido

Palabras:1972    |    Actualizado en: 27/09/2024

ió su significado. A veces veo a otros pacientes, que recogen hojas caídas en grandes montones. Parecen hacerlo con seriedad, como si ese acto pudiera salvarlos. ¿Pero qué p

n lo que ocurre dentro de mí. No puedo entender quién de nosotros está más perd

mi piel y mi alma. Como si esa lluvia pudiera lavar toda la suciedad acumulada en mi interior, purificarme por completo y hacerme sentir viva de nuevo. Pero aquí, entre estas paredes, la llu

que no puedo estar entre los demás, no puedo ver sus cuerpos desnudos, no puedo ser parte de ese espectáculo no deseado. La primera vez que entré a la

odía respirar, no podía exhalar. Todos esos cuerpos, todas esas miradas, eran demasiado. Sentía que me atravesaban, que me desgarr

alrededor lo podían escuchar. Un zumbido retumbaba en mis oídos, y mi corazón parecía querer salirse del pecho, huyendo de esa pesadilla. Me encogí, presioné las manos contra mi

ni comprensión. Ya no veía sus rostros, solo sentía el frío de las baldosas bajo mis pies y el vacío dentro de mí. La oscur

siempre me duchara la última. Y ahora, cada vez que entro a la ducha, trato de convencerme de que todo será diferente, de que podré soportar al menos unos minutos bajo

levarse todo el peso que llevo dentro. Me quedo así, con el rostro levantado, imaginando cómo las gotas frías golpean mi cara, arr

uas leyendas rusas. Su cabello rubio, casi amarillento, y sus cejas apenas visibles lo hacían parecer un héroe de antaño. Sin embargo, había un detalle que siempre me causaba una leve confusión: cuando hablaba, sus la

ctó más de lo que esperaba: - ¿Por qué

calma exterior. Sabía que muchos pacientes hacían esa pregunta - cuándo podrían irse, cuándo llegaría su "libertad". Pero yo nunca

ondí sencillamente: - ¿Pa

s ojos, tranquilos y penetrantes, parecían buscar algo en mi

r una prisión, - dijo, como si

celamiento. Para mí, era más bien una jaula, pero no una hecha de estas paredes, sino una que estaba

í, mirándolo directamente a los ojo

zarlo más a fondo. Simplemente lo entendió. Y eso fue extraño: por primera vez, alguien no intentaba imponerme sus interpr

era la única persona que realmente no me veía como

al mismo tiempo extrañamente tranquilo. Parecía que no ocurría nada nuevo, los días seguían su curso, pero sentía

zó la chaqueta acolchada del hospital, esa mi

stuviera despidiendo de una vieja amiga y no de una paciente que pronto dejaría e

té, intentando captar si hablaba en

si todo fuera una broma. - Te están de

bajo mis pies y todo a mi alrededor comenzó a girar como en un remolino. Sentí que

niéndome por los hombros. - ¡Era una bro

broma contenía un toque de verdad, pero en ese momento ya no podía disti

plástica, - continuó con su habitual lige

er recuperarme de sus palabras. "Donación de órganos

mucho dinero, la vida perfecta, pero con una nariz como la de Pinocho o una trompa de hipopótamo. Solo sirve

ue pudiera apoderarse de mí por completo, Borja me inyectó una dosis en el hombro con destreza. Casi de inmediato, un calor reconfortante recorrió mi cue

z que había sentido el viento fresco en mi rostro. Por un momento me detuve para inhalarlo profundamente. Parecía que el mundo fuera de esas paredes

se un poco. Se estiró las grandes orejas rojas y sonri

lveré aquí alguna vez? ¿Seré capaz de irme para siempre? ¿O, como tant

tual sensación de cansancio, pero no dije nada. ¿Para qué? El momento en que la puerta se cerró me pareció inesperadamente simbólico, como si no solo fuera el sonido de los cerrojos, sino

que podría haber sido el último, los momentos en que caminaba al borde del abismo. Un sudor frío apareció en mi frente, y me apreté instintivamente contra el asiento, tratando de calmarme.

a. Mi mirada los atravesaba con indiferencia, como si fueran fotogramas que no significaban nada. Observaba, pero

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1 Capítulo 1 Aparición de Félix2 Capítulo 2 ¿Quién de nosotros está más perdido 3 Capítulo 3 Clínica de cirugía plástica4 Capítulo 4 Adiós, psiquiátrico5 Capítulo 5 Difícilmente se le puede llamar un jardín6 Capítulo 6 ¿Todo se reduce a los bienes materiales 7 Capítulo 7 Me quedé bajo8 Capítulo 8 Y inevitablemente cae la noche9 Capítulo 9 Los recuerdos de la clínica10 Capítulo 10 Estuve en el lugar y momento equivocados11 Capítulo 11 ¿Fría o caliente 12 Capítulo 12 Encuentro con Lana13 Capítulo 13 Mientras sigamos siendo de su interés14 Capítulo 14 Es solo una pesadilla nocturna15 Capítulo 15 Solo mi paranoia16 Capítulo 16 Nuestros días tranquilos17 Capítulo 17 Esto ayuda a silenciar el dolor18 Capítulo 18 Se habían convertido en una masa repugnante19 Capítulo 19 Al menos lo intentaste20 Capítulo 20 Mis dedos se ponen blancos por la tensión21 Capítulo 21 Ni siquiera somos amigas22 Capítulo 22 Incapaz de cambiar nada23 Capítulo 23 Esa confianza en sí mismo me exasperaba24 Capítulo 24 Era una risa a través del dolor25 Capítulo 25 ¿A quién más han traído los demonios 26 Capítulo 26 Psicólogo con cara de extraterrestre27 Capítulo 27 Ellos alguna vez estuvieron vivos28 Capítulo 28 Y para mí se detuvo29 Capítulo 29 Esto es mi culpa30 Capítulo 30 La ceniza sigue cayendo31 Capítulo 31 El papel de la alumna invisible32 Capítulo 32 Culpable de su muerte33 Capítulo 33 Mi primer amor34 Capítulo 34 Contando las horas y los minutos35 Capítulo 35 Me expulsó de su vida36 Capítulo 36 Solo figuras del pasado37 Capítulo 37 Su corazón no lo soportó38 Capítulo 38 Incluso después del tiempo39 Capítulo 39 En manos de cuatro maníacos40 Capítulo 40 Como si los sonidos y colores se hubieran ido41 Capítulo 41 El mordisco infernal me paralizó42 Capítulo 42 La sangre caliente del animal43 Capítulo 43 ¡No fuiste tú a quien las ratas devoraron viva!44 Capítulo 44 Quemar todo hasta las cenizas45 Capítulo 45 El momento de cercanía familiar46 Capítulo 46 Es un regalo muy valioso47 Capítulo 47 Algo no dicho colgaba en el aire48 Capítulo 48 A veces hay días así, llenos de luz49 Capítulo 49 Mi cariñosa hermanita mayor50 Capítulo 50 Su silencio era más pesado que las palabras51 Capítulo 51 No me sientas lástima52 Capítulo 52 Deja de buscar a mamá53 Capítulo 53 No le diré nada a nadie54 Capítulo 54 Nadie quiere vivir en una jaula55 Capítulo 55 Ella ya había aceptado lo que sucedía desde hace tiempo56 Capítulo 56 ¡Esto es tan injusto!57 Capítulo 57 Es solo un baile58 Capítulo 58 Tú vuelves locos a los hombres borrachos59 Capítulo 59 Así que mejor que se mantenga callado60 Capítulo 60 La ira hacia mí misma me daba fuerzas61 Capítulo 61 Una salida fallida al club62 Capítulo 62 Necesitábamos encontrar la salida63 Capítulo 63 Nadie nos dejaría ir64 Capítulo 64 ¿Por qué me hizo esto 65 Capítulo 65 Ahora siempre será así66 Capítulo 66 Él me compró67 Capítulo 67 Nunca más hagas eso68 Capítulo 68 El breve momento de tranquilidad llegó a su fin69 Capítulo 69 Él es un verdadero demonio70 Capítulo 70 Discoteca nocturna improvisada71 Capítulo 71 Nuestro monstruo no es eterno72 Capítulo 72 A una al burdel y a la otra al manicomio73 Capítulo 73 Pasaremos por esto juntas74 Capítulo 74 ¡¿Cómo pudo hacerme esto !75 Capítulo 75 Vamos, solo respira...76 Capítulo 76 Mi vida es un maldito reality show77 Capítulo 77 Todo se fundió en un caos78 Capítulo 78 Y eso me parecía más que suficiente79 Capítulo 79 La carta de despedida80 Capítulo 80 Buenos días, hermanita81 Capítulo 81 Gracias por estar a mi lado