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La Hacker del joven Abogado

Capítulo 5 El huracán.

Palabras:1716    |    Actualizado en: 01/10/2024

rad

e en un sobre y lo mantiene al alcance de su vista para recordar

cartón. Por lo que el abogado le indicó que se sentara

as y esas cosas legalmente? -se interesó la pelineg

có su comid

cer daño -aseguró, teniendo la seguridad en su co

ro de eso, Dy? -cuest

orma, y aunque él se sintió incomodo por la confianza de el

a hacerlo dudar de Rachel.

otado algo extraño en ell

manera de ganarse la vida. Y tengo entendido que solo la conoces desde que tuviste tu primer caso y eso

-preguntó sintiendo molestia. Incluso c

ña razón, estando con Rachel siempre tení

o que se dedicaba a lo mismo y era un co

e Rachel era una mala persona. Porque si de hablar por lo que se conoce a simple vista se t

a incluso con las mismas mujeres. Y no sabía si era parte de su pe

tenían? -se interesó el abog

mputadoras que conmigo, y segundo, era pésimo en la cama; algunas veces impotente por estar pensando siempre en las malditas cosas que debía hacer en lug

tiendo la presión en su pecho. Se sintió c

Dylan, y estaba lejos de saberlo, él sintió como

e imaginó a sí mismo en su peor pesadilla, pero extrañamente, en lug

or chocolate y la forma que ocultaba debajo de esa ropa holgada; tambié

más que

mo eso pasara. Sin embargo, cuando el abogado sintió la incomodidad en su entrepierna y echó la mirada hacia abajo, se dio cuent

os?, se dijo a s

omenzado a comer de la otra bolsa,

la espalda a la mujer, tomaba sus cosas ágilmente y llevaba su maletín a su en

gando un poco el maletín de su entrepiern

s papas, entre sorprendida y cautivada por el gran bu

y más que avergonzado salió rápid

quizá lo único que necesitaba era que ella le diera un pequeño impulso,

ue se había tardado antes, llegó al

del tipo de hombre que no se excitaba tan fácilmente. Mayormente cuando lo hacía, sus pensami

el piso y se llevó las manos a la cabeza, con el dolo

icieran entrar en su estado natural, la sola imagen de Rachel sonriendo, cuando la vio dormida en su cama,

apando su problema, dirigiéndose a la gasolinera c

rojas, estando dentro del baño, se encerr

daba la última vez que se había excitado, era insólito y mucho más

uitó su correa, desabrochó su pantalón de vestir junto a

tir su propia mano, pero cerró los ojos intentand

proximán

surrando

su cuerpo y

onado y las manos pequeñas de la m

chel y todo se

que la potente descarga se vaci

, se sintió mejor aunque sus mejil

que había dejado a un lado y recibió el cá

lo difícil que iba a ser volver a verla a la cara, en lo

taba a verla. Era como un huracán de e

ontecido y aunque su sistema nervioso estaba en un hi

ensamientos negativos

do su mensaje y que la disculpab

ena o m

él solo nec

otra vez. Los mensajes quedaban en gris, y comenz

que ella no

lguna parte. Buscó en su maletín, en sus notas, en sus mensajes, y por suert

floja, pero decidido a buscarla, apret

ás de 15 minutos en lle

intentando controlarse porque no podía llegar

a?, ¿besarla?, ¿baj

ello que estaba volviéndole loco, caminó hasta un calle

onas salieron de forma apresurada, una

dea de cuánto, pero no voy ech

erlo allí fuera, sonrojado, despeinado y

Mauricio, pero luego, porque echó una mirada hacia adentro d

e fue un huracán? -inquirió l

abeza, sabiendo que algo

ción, y luego miró al abogado-. Qué bueno que estás aquí, n

¿Q

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