EL REENCUENTRO DE UN GRAN AMOR
as extrañas, mejor dicho, escucho en mi subconsciente mientras duermo, voces misteriosas que me hablan. Precisamente anoche escuché lo siguiente; me da la imp
lusive observan también a las estrellas, y de ellas claman palabras en extremo bellas. ¿Cuántos poetas medievales dirigieron sus cántigas a ella, a nuestra adorable doncella, a la dama de las noches, a la
luna, como si fuese verdad, obviando la gravedad, tomados de nuestras manos y observando todo lo hermoso que ha de ser su contenido, que alborotaría nuestros sentidos. Nos sentaríamos frente a frente y, rozando nuestras frentes, surgirían las caricias, los besos espontáneos aparecieran. La sensualidad naciente llegara y
as de amor. Admiro tu piel tan tersa y delicada. Suave, limpia. Tan fina, tierna y perfumada. Admiro tus manos blancas, tal vez de seda, que invitan a un roce y a una caricia; a una admirable y tierna delicia que significa palpar tus dedos juguetones; tus dedos bellos de frenesí. Admiro hasta tu silencio poderoso y desafiante. Que grita y expresa un deseo añorado y por siempre esperado. Admiro tu manera de ser tan dócil, frágil y t
una esperanza con la nostalgia guiando ese camino, con la certeza puesta en ese destino. Y en ese camino recibí una ráfaga de desdén. Se vertió en mí, un desprecio, un desengaño. Lo sentí de tal tamaño, lo sentí de tal medida, que así destronó enseguida un amor de tantos años. Fue un temible desengaño el que se hizo presente. La decepción más grande que a mi
una magna dicha en la seda de tus ojos, en esos tus ojos tan lindos, colmados de la hermosura. Una mirada de seda es lo que necesito. Una mirada de seda es lo que me consuela, es todo lo que deseo, es todo lo que anhelo. Solo una mirada de seda que me regale la dicha de contemplar tu amor exquisito. Es por ello que esta mañana al mirar tus ojos descubro en ellos
que me lleva a la locura, de estar perdido en un sueño, y ese sueño ya se ha ido. Ya mi vida se entristece, mi sueño se ha marchado. Se alejó llevándose mi vida por completo. El sueño me atormenta, pues con él el amor también se ha ido y me deja el alma sola, extraviada y temerosa. Ya no es un sueño perdido, hoy es un sueño atormentado. Estoy perdido en un sueño. No sé a dónde se ha marchado. Se extravió en el preludio de
como esperando no sé qué cosa: "En el gran vacío que cubría aquella sala, se escuchó el repicar del teléfono. El ruido de inmediato invadió esa solitaria estancia, que a esa hora era testigo de un silencio extremo. Qué silencio tan pesado se sentía. Tras la bocina, el silencio se escuchaba despacio, alargado a las expresiones, combinado con un aliento escapado de una boca que, oculta, no decía nada. De inmediato, las palabras negadas se cobijaron c
sus dedos que enloquecían por seguir tocando. Era el arrullo del deseo de sentirla a su lado, lo que hacía que ese silencio escondido en el teléfono, le hiciera sentir feliz. Deseaba que el teléfono repicara nuevamente. La sentía allí, era la manera más sublime de sentirla a su lado. Necesitaba palparla en ese silencio que le propiciaba un encuentro con
allí estaba su fragancia, su dulzura, su tersura de encanto. Allí estaba ese sonido en el silencio. Levantó la bocina del teléfono y escuchó lo que le ensordeció, ese silencio perfecto de sus labios de belleza. El silencio de unos ojos que suspiraban por detallar una mirada sincera. Era el silencio que gritaba un arrullo, que se posaba seguro en una vida a ella dedicada. Era el amor que en esa noche reclamaba un espacio. El
n la mesa. Sentía su silencio y la miraba, la sentía, la palpaba en la extensión
llí, que quería con sumo anhelo, ser sentido en la noche extensa, que le quitaba el encanto a un lucero. ¿Por qué no hablaba? Porque no necesitaba decir ya nada, ya que todo era dicho en un silencio que desbordaba una respiración en un te quiero. Estaba allí, la sentía, la tocaba, la amaba. Surcaba sus sentidos, ese silencio palpado en la noche delicada que se hacía sentir con fuerzas, en un universo que tenía dos dueños. Dos seres que se quedaban
odía. Me quito el pijama, me envuelvo en una toalla de color blanco y paso al baño para tomar una breve ducha. Me paro frente el espejo, lo primero que veo es mi cabello enmarañado y un maquillaje marchito regado por mi rostro. Hago un gesto de desaprobación y mentalmente realizo una autocrítica: "Debí haberme limpiado el
ser de gran peso y tener un motivo coherente, de lo contrario, según su juicio; se corre el riesgo de ser calificado de mala persona o canalla, pudiendo incluso ser acusado de muchos defectos más. La mayoría de la gente anda por allí, tomándose la potestad de calificar los motivos por lo
o tener una noche muy divertida. Compramos bebidas para compartir un rato y se nos unieron cuatro amigos del pueblo. La celebración apenas comenzaba, tomando en consideración que solo nos habíamos presentado. Fui al baño a retocarme el maquillaje, luego salí al balcón y volví a reunirme con el grupo. Llevaba una crema para la piel, la cual me había aplicado desde los hombros hasta las manos. Me quité el anillo de oro del dedo anular de
te el vaso y allí estaba mi an
un anillo dentro de un vaso. B
na del celular, buscamos minuciosamente y no encontramos nada. Luego se apersonó Luisa a ayudarnos, pero fue en vano. El anillo desapareció como por arte de magia. Me enojé demasiado y ante sus argumentos de que solo se trataba de u
Romance
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Hombre Lobo
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