El Corazón Roto Del CEO
ni
de mi cráneo, estiré el brazo tirando al piso al endemoniado aparato, cada rayo de luz que se filtraba por la ventana se convertía en un martilleo constante y el simple acto de abrir los ojos era como enfrentarse a un vendaval de sensaciones desagradables, me restregué e
e siendo sincero no me enfoco en prestar atenci
r gris plomo cubriendo su desnudez, me
n día
do mi brazo en la puerta abierta es
completamente desnuda creyendo que con eso voy a ceder, pero solo la
e interesa herir sus sentimientos, ella sabía que venía solo por sexo nada más, recuerdo habérselo
tú te llevas la corona –camina descalza con l
isitas últimamente así que asumo que deber ser Derek, cuando las puertas metálicas se abren dejan ver la imponente imagen de mi mejor amigo que se detiene en
dijo acercándose de manera seductora, rodé mis ojos con fastidio nuevamente, con el pasar de los años y
có sus cejas y de inmediato alzó muy orgulloso su mano
n mi mujer me basta y me sobra –Derek le
u melena dorada metiéndose en el ascensor,
mirándome con esa mirada que ya reconozco l
Le doy la espalda girándome hacia la nevera, mi
estás irreconocible, es
u vida perfecta, su matrimonio perfecto, su esposa perfecta; una esposa que a mi parecer no se merece, pero bueno, la vida e
tro de mi cocina, domarlo y domesticarlo además convenciéndolo de trabajar desde casa y así atender a sus cuatro hijos... ¡Sí! Cuatro Dian
portantes del país, mientras él se dedicaba a ser padre y esposo, sin embargo supervisa desde su lujosa oficina en su
ero eso también me hacía pensar en ella así que opté por salir de fiesta casi todas las noches conseguí en el alcohol y en el sexo una manera de desahogar mi desgracia amorosa, me he convertido en un playboy como dice mi sobrina Diana por mi cama han pasado no
–Le respondí después del delicioso trago d
tió ella buscaba algo más, buscaba que yo olvidara a Emily y en mis ojos se dio cuenta que no lo lograría, desde entonces solo he buscado pasar
estoy siendo como tú porque fuiste un hijo de puta desde que tengo memoria y ahora tienes la vid
ensado y sé que no me merezco todo lo que tengo, Daniel esta vida no te va
do en la cocina mientras
o a la mitad del pasillo y me
ónde queda la salida. –Entré a mi habitació
po de ella, por un tiempo supe que se comunicaban por video llamadas que luego se convirtieron en llamadas, mensajes de texto, mails y luego... nada y e