Lazos del Lobo
a en el último piso de la Torre Wolfe, su imperio se extendía ante él: luces parpadeantes, avenidas abarrotadas y un
enorme ventana. La luna llena brillaba, inmensa y resplandeciente, y
n su mente, profunda y llena de reproche. Era Fenrir, su l
inevitable. Desde hacía semanas, Fenrir había estado más
die pudiera verlo. Sus dedos tamborileaban contra el apoyabrazos del sillón, un tic que traici
tramos a nuestra mate antes de que la luna vuelva a completarse tres veces más...
emocional; era una ofensa al equilibrio natural. Si no encontraba a su mate, la Luna lo sellaría. Su conexión con su lobo se rom
e a la luna como si pudiera desafiarla con la intensidad de su mirada-. Pero no puedo fabricar una conexión. H
un sonido que era mitad b
detrás de tu lógica, detrás de tus negocios, de tu maldita torre
: por más que buscara a su mate, había una parte de él que temía encontrarla. Porque si la conexión era
tó, su voz apenas un murmullo-. ¿S
profundo y resonante qu
No puedes esconderte más. La Luna nos observa. Sient
enemigos: empresarios codiciosos, manadas rivales, incluso humanos que sospechaban más de lo que deberían. Si
ander en voz baja, más para
irmeza-. *Yo también la quiero, Alexander. La necesito. Y si seguimos así, ambos ser
r alzó u
? ¿Qué quie
go está cambiando. Y si no lo sientes, es porque estás
cío. Fenrir no solía hablar con tanta convicción sin razón. Algo había camb
mente. Decidió que un paseo por el edificio podría ayudarlo a aclarar las ideas. Tal vez era
-
os nocturnos iban y venían en silencio. Alexander solía recorrer los pisos más altos, donde su equipo de seguridad hacía rondas, pero esa noc
or contra el suelo llamó su ate
a. Vestía el uniforme estándar de la empresa, pero había algo en ella que le hizo detenerse. La forma en que
nces o
do llenó su m
ell
olvía más pesada. La conexión era inmediata, visceral. No necesitó más pruebas. Cada fib
s ojos oscuros se encontraron con los suyos, y Alexander sin
reguntó ella, con
va, tratando de recu
y yo. ¿Cómo
Aunque había respeto en su tono, no parecía
vamente, esta ve
a. Haz algo. ¡N
te momento, y ahora que estaba aquí, no sabía qué hacer. Solo sab