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Roto y Traicionado: El Arrepentimiento de un Multimillonario

Capítulo 2 

Palabras:1411    |    Actualizado en: 07/11/2025

Alejand

ra mostraba mi rostro. Pero no era mi rostro de hoy, sereno y controlado. Era mi rostro de ha

o como actriz -un papel crudo y desesperado que me había ganado el aplauso de la crítica y la atención de la industria- y lo habían mezclado a la

ros de clase de Bruno, la élite de la Ciudad de México, se congelaron con las copas de champá

ra Ponce. La actriz fracasada con la que Justino Garza se casó inexpli

o. Tenía la crueldad de Bruno y Bernardo escrita por todas partes, guiada por la mano precisa y mali

lip estaría por todo internet en minutos. Los titulares se escribirían solos. Los comentarios serían una

ue era una

tener a su marido. Pr

por algo. Qué d

, con una sonrisa de suficiencia y triunfo en su rostro. Bernardo, siempre el

Bernardo susurrando. "Espera y verás. Va a

rían el drama, la validación de que fi

iciencia rápida y brutal que usualmente reservaba para las adquisiciones hostiles. Le arrebató e

la se vol

gritó. No tenía por qué hacerlo. Caminó hacia ellos, los agarró a ambos del brazo con una fuerza que los hizo estremecerse, y los arrast

una terraza desierta, mis piernas temblando. El aire frío de la noche fue un sh

evaba. Ya casi no fumaba, pero esta noche, lo necesitaba. Lo encendí, la p

sucia y química que momentáneamente estab

crees que est

. Me arrebató el cigarrillo de los labios y lo ap

entímetros del mío. Su aliento olía a whisky ca

an llenos de condena. La misma mirada que me dio cuando

ara

arganta. Oh, la ironía era tan espesa que pod

errado en la bóveda más profunda

sa grieta en la base contractual de nuestro matrimonio. Durante dos años, me había permitido creer que él p

go se

a de verano de los Garza. Lo estaba viendo chapotear en la parte poco profunda de la alberca. Me di l

a mirar, no

Corrí alrededor de la alberca, mis ojos escaneando el agua azul cristalin

andalia azul flotando cerca d

il, su cabello extendido como un halo oscuro. Me zambullí, el

la reanimación cardiopulmonar, mis movimientos frenéticos, torpes. Soplé en su pequeña boca iner

z de Justino fue un rugido. Había esta

a él, un animal salvaje protegiendo a su

L

rano. La marca de su mano floreció

contorsionado por un dolor tan crudo que era a

e momento. El sol era tan brillante. Los pájaros seguían cantando.

strozado. "Por favor, Justino. Déjame llevarlo. Solo déjame tenerlo

mente me miró, sus ojos llenos de una acusaci

sentarme en la primera fila del crematorio y ver cómo el peque

fantasma en mi propia vida, una cáscara vacía que seguía los movimi

por ello. No frente a

staba habland

acía que había tenido durante meses después de la muerte de Leo. Confundió mi trauma con la vergüen

tratando de atra

calma condescendiente que usaba para tranquiliza

el salón de baile detrás de nosotros se abrieron de golp

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