Su Compañera Indeseada, El Lobo Blanco Secreto
e Ale
una maestra
toda la manada. Se sentaba en las áreas comunes, su mano siempre descansando
oto, una santa cargando el legado de un héroe. La man
ante una reunión de la manada sobre patrullas fronterizas
ento mareada
ión. Corría a su lado, su voz convertida en un retumbo bajo y tran
an, su respeto por su Alfa en gu
o entraba a una habitación, las conversaciones morían. Guerreros que alg
ntina y las necesidades del "cachorro", ignorándome por co
endo erosionado,
ación. Valentina comenzó a usar vestidos en t
a mujer ardiente y apasionada que solía ser con su propia versión pál
n su estudio, el único lugar qu
i voz tensa con una moderación que apenas po
la vista del mapa qu
o, Alessia. Estás
sición como Luna -ins
l, finalmente mirándome. Sus ojos e
ando el tono escalofria
idades emocionales de Valentina
rzó mis extremidades, pero aplastó mi voluntad. Era una violación, usar el p
quier cuchilla podría infligir, una traició
é mis meditaciones matutinas. Sentarme en silencio solo amplificaba el sentimient
árboles ahora sona
s comidas, tomando mis alimentos en mi estudio. Me enfoqué en los libros de contabilidad de la
través de formas de combate, mis movimientos agudos y llenos de una rabia que no podía expresar. Golpeaba
n largo momento
están seguras, Luna -dijo, su voz
, su mirada
e requiera? ¿
apoyo silencioso e inquebrantable fue como un bálsamo fresco en una quema
Elara salir de la habitación de Valentina una tarde, con el ceño profundamente fruncido. Sus oj
ero plantó una semilla
u movimiento más audaz hasta ahora. Mientras pasaba junto a ella, tropezó, derramando "accidentalm
, tanto! -gritó, sus ojos m
o. Miró mi vestido manchado, luego d
dijo, su voz
esto a un
la Luna a
azo, murmurando palabras de consuelo. No solo la estaba consol
rostro estaba pálido, mis ojos huecos. La mu
desvaneciéndome en el f
taña de fuerza. Me había contado historias de nuestros ancestros, los legendarios Lobos Blancos,
yo, una Luna r
nias importantes de la manada. La hacía pararse cerca de él, al lado del Alfa, mientras yo, la verda
emplazando p
a de ser compañeros, se volvió peligrosamente delgado: una cuerda desh
, sacaba el collar de piedra lunar de mi madre. Lo apretaba en mi mano, su superficie fría u
ntí a mi loba interior, largamente dorm
ruñido baj
prom
podía co
ía que r