La Emperatriz que entierra su pasado
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para construir el imperio arquitectó
Belinda, para incriminarme por
o, Belinda usó su influencia para bloqu
bundo como rehén, obligándome a arrodil
intia -ordenó él-
del suelo. Pero dejaron mor
n accidente aéreo, dejando solo un ani
ro vio cómo su empresa se desmoronaba bajo
con las manos temblorosas al reconocer
a? ¿Est
ría como
uerta, Alejandro. Yo soy
ítu
Torres entró en mi recién inaugurado estudio de diseño,
firma de arquitectura a medida en la que había
o en pausa durante demasiado tiempo, justo antes de comprom
rro, pero lo suficientemente fuerte com
desesperación. Su vestido de diseñador estaba arru
í al instante, una en la que
nar nada del torbellino que se agitaba dentro
ndo la cara entre las manos. Sus sollozos ll
o también una terapeuta entrenada, una habilidad que había cultivado para manejar
to -dijo entre jadeos-. La presió
jos manchados de rímel e
nido todo. Una familia amorosa, una mente brilla
entre nosotras. Tenía razón en una cosa; yo no me había arrastrado. Y
nté, mi voz calmada, casi distante. Mi corazón, sin e
acando un pañuelo
to solo para sobrevivir, para probar un poco de la vida q
cio", la implicación velada de tratos ilícitos, estaba demasiado
puesta, el sonido sordo de pasos en e
. Conocía ese paso
brillo astuto y cómplice reemplazando momentáneament
mente más fuerte, cargada de un triunfo
rilado de la puerta. Una silueta alta, in
as vibrantes, sus pétalos un estallido de color ch
era una parodia grotesca de cada gesto romántico que alguna
abrieron momentáneamente por la sorpresa cuando
nmigo. La sorpresa se transformó rápidamente en una máscara de cortesía pre
cción de segundo, deseando
tímida seriedad, una sola margarita arrancada de un campo al
floristería de lujo, sino con la ambición cruda en sus ojos y las
diminuto, cenas de fideos instantáneos y s
ta de su imperio tras bambalinas. Trabajamos incansablemente, imp
nuevo. Le creí. Vertí mi talento, mi tiempo, mi vida en Desarrolladora Juár
yo me quedaba afuera, un fantasma en los pasil
idad, el futuro compartido, se habían marchitado
jar que el dolor se mostrara.
e las rosas chocando duramente con el leve olor
a y encantadora de sus labi
. Me tendió las rosas, un gesto absurdo de normalidad fingida-. Vine a recoge
permanecieron cruzadas fren
on un filo que esperaba que no pasara por alto-. Qué interesa
ero ahora compuesta, ofreció
n esa red profesional y simplemente tuve que decirle lo
ncioso pasando entre ellos, un lengua
ompartida, fue un golpe d
magen descolorida de Alejandro y yo el día de
estrozar la ilusión de un amor que llevaba mucho tiempo
nte, un nombre que reclamar. Mi ira hervía
a pesada con un significado no dich
olada. Dejó caer las rosas sobre una mesa cercana
? -preguntó, su atenci
igereza en su paso. Me dio otra sonrisa empalagosa, sus ojos bril
a puerta, comenzaron los primeros gritos. Una cacofonía de vo
Flores, ¿
iadora! ¡
n negocio después de robar
nético de las cámaras, los flashes cegado
"dicho a Alejandro". El
mientras la multitud se agolpaba contra la puerta de vidrio. Sus rostros,
gió Alejandro, su voz baja
blando a pesar de mis esfuerzos-. Esto es
ía presionado contra la espalda
stán tan enojados!
la puerta, salpicando pulpa roja en el costoso traje de Alejandro. Otro siguió,
acia mí se evaporó. Se dio la vuelta
n, mi amor?
iedad, los gritos de "plagiadora" y "robamaridos
s en un susurro, pero la multitud ahora l
ateral que ella parecía saber que existía, dejándome parad
fue la mano de Alejandro sosteniendo suavemente la espalda i
o hielo. Estaba sola. T
olpeó mi hombro, derramando su contenido sobre mi inmaculado abrigo bl
uien había contratado apenas el mes pasa
s! ¿Está bien?
automático, desesperada por escapar de la humillación sofocante. Apenas reg
trasera de un auto que esperaba, sonó
padre... sufrió un infarto masivo. Necesitamos realizar una cir
tó la res
aneja todos sus gastos médicos. Debe
esperado. Apreté el teléf
l hospital,
aóticas calles de la Ciudad de Mé
l estaba limpiando tiernamente el brazo de Belinda con un pañuelo, acariciando su ca
Mientras mi padr
. Corrí, mis zapatos resbalando en los pisos pulidos, mi ropa suci
maraña de máquinas, su rostro ceniciento. Me hundí de rod
nas audible-. ¿Por qué... por qu
odía decírselo. No ahora. N
mentí, las palabras sabiendo a ceniza-. Pero te
e, un destello d
upado. Te ves cansada, mi niña. ¿Alguna vez... f
me tomó po
apá. Empecé mi
sus ojos-. Pero no pospongas tus sueños por mucho ti
usa, su mir
trimonio, hace todos esos años. Pensé... pensé que no era lo suficientement
me tocó suavem
, señora Flores. Necesitamos pr
un mensaje de mi viejo profesor, el q
ra la beca de investigación global es ma
puesto a Alejandro primero. Su carrera, sus su
aba atendiendo el rasguño de Belinda. Estaba siendo humillada públic
aron en mis oídos: No posponga
corazón. Esto era todo. Este era mi escape. Mi salvavi
entras escribía una re
ntro. Est
e! El próximo vuelo a Londres sale en
para desaparecer. Par
Mi matrimonio de trece años, mi vieja vida, mi propia identi
uraría de que esa ancla se hundiera h