La reina de hielo
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éticos hasta su rutina diaria. Había llegado al lugar que ocupaba con esfuerzo, pasión y dedicación, construyendo su marca desde cero. Los primeros
rde, todo s
os, lo que aseguraba su dominio en el mercado por años. El momento culminante de su vida estaba a punto de llegar, y el mundo entero lo sabía. La ju
do a los rostros conocidos que la rodeaban: los grandes nombres del mundo empresarial, los accionistas clave, y por supuesto, su esposo,
a celebración.
ento para tomar su mano o decirle algo dulce. Pero esa noche, se mostró distante, casi como si no la viera. Mientras él se sumergía en la conversación con
en mano, y la mirada de Victoria se desvió hacia la figura que apareció en el umbral. Un reportero la m
que la prensa estuviera allí, justo antes de la fusión más importante de su carrera, pero no fue eso lo que la hizo po
s después, l
o un reportero, mostrándole una panta
otel. La cámara los había grabado en un momento de intimidad, pero lo peor estaba por venir. En el video, Andrés le susurraba algo al oído
r su teléfono. La respiración le faltó, su pecho se cerró como si todo el aire hubie
su amiga, su confidente, habían trabajado juntos para arruinarla. Mientras ella se dedicaba a construir el imperio que había hecho su fortuna, ellos se divertían a su costa, usándola
sformarse en furia. Pero
ciadas por su propia junta directiva. Un miembro se levantó, t
e con esta fusión si la imagen de la empresa se ve comprometida. Nos hemos reunido
derrumbó. Fue la manera en que todos en la sala parecían aceptar lo que estaba pasando. Nadie levantó la voz, nadie se opuso. La jun
ensa ya estaba allí, como una horda de buitres, y los reporteros comenzaron a gritarle preguntas, invadiendo su espaci
lación f
con tanto esfuerzo, se desintegraba ante sus ojos. Su ex esposo, el hombre que había confiado ciegamente, ni siquiera tuvo la decencia de acerca
o que había sido testigo de su caída. ¿Qué había hecho
derrotó; la transformó. La mujer que había sido arrojada al abismo del desprecio no iba a quedarse allí. Si algo le había enseñado la
mpo, ella se reconstruyó. Aprendió, creció, y una nueva mujer comenzó a tomar forma. Un ave fénix, que pronto