El velo
ucha contra la injusticia, mientra
*
enía. Sin rumbo, con sudor frio en todo el cuerpo y sangre saliendo de su costado, utilizaba la poca energía que le quedaba para escapar. Las ramas le pegaban sin piedad y, grac
o vio una figura aterradora sosteniendo una pequeña lámpara, a causa de la impresión y la rapidez del detenimiento, el caballo lo tiró al suelo y emprendió la huida. La
.
ensangrentada camisa y, a luz de vela, limpió la herida y paró el sangrado. Alcanzó una de las jarras que estaban en una mesa llena de envases y recipientes con hierbas, sa
mirada, fijando su vista en su menuda y estética nariz, también en sus carnosos y bellos labios. No recordaba haber visto a un hombre tan atractivo y elegante. Su piel era cremosa a pesar de la palidez p
que esperar a que despertase. Pero... ¿Qué haría cuando eso sucediera? Él podría ser peligroso, tal vez un delincuente fugitivo. Meneó su cabeza con algo de temor. Quizás fue asaltado en el camino. Cualquier cosa q
.
a de espanto y confusión, ¿dónde estaba? Un dolor en el costado le recordó que había sido apuñalado en el c
rada que estaba aquel intento de choza. No podía negar la pulcritud y or
ructor!», pensó
ente a él había una larga madera sobre una roca, simulando una mesita. Encima de esta había un plato hondo con un caldo que solo tenía vegetales y, junto a este, se encontraba una taza con lo que él supuso era té. Le llamó la atención el pequeño mantel que cubría la madera, dándole una aparienci
, pero... ¿Debería ingerir alimento que preparó un extraño? Su estómago volvió a gruñir con dolor y p
circunstancia, pues tanto el caldo como el té estaban
tos encontrados lo azotaron, por una parte, se sentía feliz de poder agradecer el gran gesto a su salvador; pero por otra, temía que esa persona fuera alguien peligroso. La silueta de una figura
por qué te ocultas en tu propia casa? -La frustración llenó su pecho al no recibir respuesta. Sabía que estaba allí,
os, la imagen de una persona se adentraba al deteriorado lugar. Se quedó pasmado por un momento mirando aquella... ¿Mujer? Sabía q
iraba consternada y avergonzada en ese momento. No podría decir que era fea, puesto que llevaba su rostro oculto bajo un velo rojo, pero, por algo lo cubría de esa forma, ¿no? Si juzgara por el resto de su apariencia, entonces el vere
había algo en ella que era chispeante y que él no podía definir. Se detuvo un momento en sus ojos, ¡hasta que por fin encontró algo bonito en ella! Se quedó cautivado un rato con esa hermosa mirada color av
ostro mirándola fijament
rta y me interesa saber es cómo llegó
e hombros-... Me imagi
gracioso? -pre
nció e
atacados en el camino, eran demasiados como para defendernos y salir ilesos, le dimos buena lucha, pero ellos mataron a varios de mis acompañantes y como puede apreciar, fui herido en el intento. El resto tuvimos que escapar a nues
nó más para ella que para él, ignorando c
sí
puesto que este lugar está oculto -dij
z mi caballo no sea tan desgraciado
ó los ojos
ste lugar?! ¡¿Por qué rayos tuvo que
de esa forma? -pre
sean discretos con este lugar, por fav
tica-. Una pregunta y disculpe mi atrevimi
tajante. Aquel hombre frunció
r la actitud de ella, quien le evadió la mirada. «¡Qué mal ed