Yomega. Destinada a ser suya
jor momento de su vida. Proveniente de una familia multimillonaria con un legado de alfas poderosos, dominantes y con poder se podía dar el
aleza digna de un alfa hecho y derecho para imponerse so
que
, no quería nadie que le hiciera perder su cabeza al punto de querer abandonarlo
presa, no tan grande ni prestigiosa, que se encontraba en declive mortal y que se enfocaba principalmente en el mundo
cero problemas y
ían ocurrir o la tensa atmósfera que siempre se creaba. Segundo, ningún o ninguna omega se l
ra poderse parar a su lado y que daría luz a sus cachorros fuertes y sanos. Aunque tenía que quitar el deta
areciera alguna vez en su vida, pero por el momento era mejor preve
ndría que escuchar que vivía del dinero de sus padres. En su mundo las apariencias, el nombre, el reconocimiento, y tus propios logros era lo pri
a chica a su lado se r
a, sólo que ella era la indicada. Podía considerarse afortunado, ella era una belleza
labios y salió. Si se quedaba mucho tiempo ella seguiría insistie
ones donde había convocado una en la mañana. Era rápido, no le gustaban los rodeos
ba, se sentó a su lado al entrar y acomodarse. Al menos 10 personas más lo esperaban, basta
los betas y subordinados era lo primero que tenía en su agenda, no toleraría la fa
do de recopilar toda la información que el anterior director tenía sobre el
sarse, pero no replicó. La verdad había convocado la reunión solo hace una hora y era conocid
sfera densa de la oficina fue interrumpido por el soni
o, disculpe
jo sus pies temblar y su mu
podía
asta la cabeza y que su espalda se comenzara a empapar de sudor llegó como
io la expresión desorientada de su jefe. Frunció
ulo aprovechando que los presentes e
ió con los dientes apretados y sintiendo su respiración agita
apeles del personal antes de llegar y
nuda, delgada con unos cristalinos ojos dorados y un rost
ler, Directora del Departamento de Diseño, 23 años, Beta. Por si acaso revisó su cuello y no encontró más que una delgada cade
te así que no tenía idea de lo que estaba ocurriendo, ni del interés en aquella mujer, acaso le había llama
es de recuperarse y poner otra vez su rostro s
stro y miró tanto a la mujer como a su jef