Historias eróticas
ucio, miré al techo, repasando mis pensamientos, que uno tras otro, como una mosca molesta, aparecían en mi cabeza. "¿Qué dirá mamá?" "¿Cómo voy a mirarlos a los ojos
Qué puedo decir sobre el momento en que me tocó por primera vez? No es de extrañar que luego cayera en un estado de trance. Hasta ese momento, lo ún
lidad de mi mundo ficticio de alguna manera para divertirme. Pero pasó el tiempo, me hice mayor y el lindo arcoíris con unicornios rosas fue ree
oración, hasta que aparecieron: padre e hijo fuertes, orgullosos y lacónicos encajaban perfectamente e
ibido: en la subcorteza comprendes que estás
ntariamente, sin ceder realmente. Pero con el tiempo, mis fantasías se volvieron cada vez más francas: me imaginaba
lo acariciaba mi entrepierna, cubriendo la parte inferior del c
excitados pezones y me puso aspiraciones en el cuello, impidiendo relajarme. Oh, qué emocionado estaba. Moviendo m
n una toalla y me fui a la cama pensando que esto en la vida real no sucedería bajo ninguna circunstancia. ¿Sabía que luego un boomerang vola
ícula que se proyectaba en el fondo parecía una nimiedad. ¿Quizás no hubo primera vez en absoluto? Pero estos pensamientos rápidamente me abandonaron tan pronto
iones sexuales recientes. "Oh, estaban bien." Pasó por mi ca
uido. "¿Han ido a alguna parte, o qué?" Pensé. Extendiendo una prolija pierna larga, pisé el piso de pa
rme y abstraerme del mundo que me rodeaba, cuando de repente sentí la mirada de alguien sobre mí. Hacie
ncontrarme con él. Después de todo, la
ndo una ceja. Al escuchar su bajo disgustado, instantáneamente me
ierna hacia la puerta, de la que no me había movido hasta ahora, de repente sentí que mi cuerpo perdía el equilibri
¡Sí, es la viva imagen de su padre! Igual de guapo y demasiado confiado, porque sabe que es guapo. Francamente, una posición muy
una voz: mientras se acercaba a mi oído, su aliento caliente quemó mi cuello, y la
ijo el chico, mordiéndome lev
iernas cedieron y traté de escapar de su
que mi voz ha estado ronca por mucho tiempo debido a los acontecimientos reci
entamente me dejó ir a la ducha, quitándose la toalla, mostrando un enorme tronco de pie. Inmediatamente me sonrojé, moviéndom
ación en el pr