La Última Guerra
ítu
¿y ahora qué? Debo darle un abrazo y prometerle algo que seguramente nunca voy a cumplir. Tal vez me odie, tal vez Marian me
citurno, con los ojos brillosos. Ambos teníamos la esperanza, la pequeña esperanza, esa cosa diminuta que tienes que te hace sentir que tal vez, que solo t
nte a la puerta, las ondulaciones su cabello están destrozadas. Trato de soltarla, pero se empeña
dice y niego repetid
-me arrodillo frente a ella, y, efecti
a enorme posibilidad. Me agacho un poco más y la abrazo, ¿qué más puedo hacer? ¿qué más le puedo decir? Ella es demasiado lista como para
digo y ella gimotea -¿me oyes?
eflejo en sus ojos oscuros cuando me
odré ser lo suficientemente valiente, y ella también lo sabe. Me besa la mejilla y se va
ando tengo la oxidada perilla de mi puerta en la mano escucho pasos por el pacillo. Me precip
ierta, cara de lástima y frases vacías. Me vuelvo hacia el hombre que resulta ser un gua
edor, pacillos, pacillos y pacillos. Cuando llego a la puerta de la pequeña oficina de mi tío llevo más de veinte minutos corriendo y estoy agitado. Cuando abro la puerta sin avisar y veo su rostro, toda la esperanza qu
as finjo que comprendo, lo único que deseo es lanzarme sobre él y gritarle que sí puede hacer algo, que si
arian y Edward, Grace, a mi tío, aunque casi nunca lo vea, y cientos de recuerdos, recu
uso se han enviado a ahí a jóvenes con resultados menos precisos que el tuyo -ve mi cara de: eso no me hace sentir mejor, así que se
apuro con
to trabajes aquí- siento como una ton
io? - no me lo
trabajo junto al herbario, g
porta, lo que imp
gura y veo bri
olver? -hace un silenc
todas mis influencias p
flotando, de repente mi mundo brilla y dejo de ver
tras no estoy? - es lo ún
con Lis- contesta haciendo ref
esita, ahora más que nunca,
a a cuida
ojos se queda mirando un punto en la pared, y yo me quedo mirándolo a él, es un hombre atractivo, con el cabello entrecanos o una barba de un par de días que lo hace ver un poco más desaliñado de lo nor
ío, haz lo imposible. Lo pienso, pero las palabras se quedan en mi garganta. Se i
que está viejo y arrugado. Lo abro, tiene varios párrafos. Extiendo la hoja y me preparo para leer, pero no puedo, son las m
cuando las personas abordaron las naves e ingresaron en Oz- comienza a explicar -hubo una pequeña confusión, había demasiados idiomas, personas que hablaban lenguajes
e hablamos? - pregunto total mente
paso de los años se ha hecho un poco más complejo, pero conserva toda
go aquí? - Meneo l
e te recitaba tu mamá tod
rrumpo, no quiero q
eso no era lo que él pensaba. Me quedo mirando la hoja por un mom
digo, aunque sé que no tiene respuesta.-¿por qué no la puedo recordar?- se encoje de hombros, he discutido esto con él un par de veces y siempre lle
ice y niego para
a alterarme y cuando menos me doy cuenta estoy totalmente erguido e
úscula y busco algún bolsillo en el mono, pero no tiene. Termino metiendo
volveré?
orto abrazo, y siento todo su cuerpo un poco más grande que el mío que me apretuja junto a él, cuando se apar
iero, Aleck, como mi pro
meses. El arca es la más pequeña de todas y se llama Capricornio, allí se especializan en defensa, también en la granja. Es
me asomo al último pasillo para para ver si hay alguien. Está vacío. Entro a mi cuart
or eso su esposa murió, ella no fue enviada a otra arca a dar a luz cuando se complicó el parto, y ni él y su influencia pudieron hacer algo. El presidente no lo permitió, diciendo que los aerodeslizadores estaban ocupados, que había cosas mucho más importantes qué hacer. La tía Elena, era tan cariñosa y amable, deseo que Marian hubiera podido conocerla. Aprieto los ojos, si el presidente dejó morir a la esposa del general ¿entonces por qué permitiría que yo vuelva
bueno, los granjeros son fiesteros y bromistas, las personas de seguridad son estoicos y groseros. No sé a quién se le ocurrió ponerlos juntos. Casi nunca escapa ningún preso, igual no tienen a donde ir, bueno, casi siempre, el año pasado escapó una pareja de m
completamente negro con el sello de la sección en la mitad de la espalda (el sello es una línea que se curva de barias maneras y se ve fantástico, para ser
o haciendo un movimiento brusco, estoy seguro de que eso resultaría mal. Cuando me giro veo que la puerta está cerrada, ¿la cerré antes de salir con Marian a la selección? No lo recuerdo. Escucho de nuevo el gruñido y me aseguro de que es un gato el que lo provoca, pero suena
rosa, y rosa ya es rosa. Retrocedo tan rápido que me enredo de nuevo en el puñetero tapetito y caigo sentado en la cama observando la planta. El capullo ya se ha abierto por completo y se pueden ver lleno de pétalos hermosos, parece una rosa normal, excepto por su tamaño ya que es un poco más grande y una línea blanquecina en el borde de cada pétalo. Me armo de valor para tratar de levantarme, lo hago y cuando estoy llegando a la puerta del baño la rosa se mueve, ¡la puta rosa se mueve! me encojo un poco cuando veo que comienza a estirarse, su tallo se larga, se alarga y se alarga, como una antena de
consciente, como si tuviera un pequeño cerebro allí adentro. Me inclino, lleno de curiosidad y con el corazón galopando en el pecho, y con la punta del dedo índice me animo a tocarla un poquito, es muy suave. Menea el capullo un poco y comienza a abrirse mientras se frota como un gato maximizando la fricción, al parecer le gusta que la rasquen. Sus pétalos se abren por completo y l
omo si tuviera cerebro. La rosa sigue moviendo sus hojitas que la hacen parecer inocente cuando yo saco una linterna y regreso a su lado. Tomo la linterna, la enci
izquierda. Se cae de nuevo. Suelto una maldición, mi dedo índice no funciona y lo miro con frustración. Hay algo allí. Lo acerco más a mi cara, parece una astilla blanca c
eras y la sala común también. Estoy a punto de llegar al comedor cuando escucho el murmullo a lo lejos. La hora de la cena. La rosa ha estirado
ciendo eso me volviera mágicamente invisible, cuando choco con alguien que parece una enorme pared de concreto por no levantar la mira
k? - pregunta -est
rato de rodearlo y seguir m
ra, A
aceta con fuerza. Diablos, cuanto hubiera d
su expresión parece un poco t
e tú querías,
creto que esa sección no es para
lo es? -me comienza
, pero su mano está tan tibia que me distrae por un momento, le parto la mano despacio y trato de pasar por su la
iab
es pues de guiñarme un ojo con cara de preocupación y se une a los que hacen la fila para recibir la cena.
ga luz están cerradas. Abro la puerta y camino con dificultad entre las plantas y la oscuridad. Quito la toalla que cubre la maceta y después de unos segundos siento la rosa recostarse en mi
lo haré-
uencias? - le pregunta un hombre, su
rtinas. La puerta está entreabierta, entonces me acerco hasta ella y espío por el pequeño espacio. Al principio no logro ver nada, la luz me golpea con fuerza el ojo izquierdo y me hace parpadear. La imagembre -no tienes opción, sa
de- le escupe Grace, en u
tra supe
nas de adentro y el hombre vuelve la cabeza. Apenas logro ver su rostro ya que salgo disparado hacia la izquierda y me escondo tras unas plantas. El hombre asoma la cabeza y cuando abre la pú dec
do- dice ella -no he c
erra la puerta del herbario Grace rompe a llorar. Me levanto despacio, tratando de no hacer ruido por si el hombre no estaba solo, pero parece no haber nadie más. Grace parece escuchar mis pasos acercándose, porque antes que la luz me deje ver la veo mi
Tengo seca la gargan
biarse después de la selección. Llega hasta mí y me sacude por los hombros, su expresión es demencial -¡¿qué haces aquí?!-
mbro con una mano mientras sujeto la maceta con la otra. La
de aquí, mi niño,
uié
la mano por la sudorosa frente -¿por qué la trajiste? - añade refiriéndose
aron en otra sección, tendré que irme mañana, no puedo quedarme
. Emma ya no es segura para personas como tú o
mo tú o como yo? - le pregunto dejá
la puerta la abre y se asoma para ver si hay
rosa, córtala o lanzala por la escotilla. Que nunca la vean- habla demasiado rápido -cuando comiencen a suceder cosas malas ignoralas, has como los demás, que nun
iño ojos de luna- y