Noches en vela
una semana desde que había descubierto que su esposo la estaba engañando y con lágrimas y rabia lo había sacado a patadas de su casa.
uscaban para aflorar en un anoche alocada buscando animarla un poco, pero estaba segura de que ver pareji
ía sentirse mejor por lo que se bañó, se arregló, se puso una ropa bonita y sensual para subirse los ánimos y salió de su departamento. Se dirigió a un pequeño parque cerca de
ro había una que le llamó la atención: una película de terror. Y no terror cualquiera, una de esas películas sangrientas que te d
stinta era verla en una sala de cine totalmente sola. Ella se sentó al final de una de las hileras centrales de la sala -por lo menos así tendría una pared a su lado sin sombras para imaginarse cosas- se sentó al
gimnasio, sus rasgos eran bonitos pero lo que llamaba la atención eran sus ojos de una extraña tonalidad miel. Ella observó como él alzaba
da pero me gustaría sentarme cerca- coment
n una sonrisa- puedes sentarte aquí a mi lad
e respuesta. Ella le hizo un ademán con
escenas sangrientas y muertes horribles de los personajes. En un momento muy fuerte ella simplemente tuvo que tomar un receso, así que decidió ir al baño. Se levantó
billó hasta sentarse de nuevo y respiró. No entendía que estaba pasando pero la verdad era que se había e
o supo si fue su imaginación o la pequeña excitación que calentaba su vientre, pero p
razo masculino. Él dirigió sus ojos directamente al lugar donde su mano lo tocaba para luego devo
uavemente, aquel extraño besaba como un dios, podía sentir su cuerpo calentarse, prepararse y mojarse como hace mucho tiempo no lo hacía, aquel fuego leve en su vientre se volvió u
mplemente empujarla a su regazo -pued
gándose los gemidos del otro. Él trazó las formas de su columna, pero no pudo con la necesidad por lo que un momento después estaba levantando su camisa y su sostén para jugar con sus p
grueso y bastante largo desde su perspectiva. Su vagina se apretó, deseando con ansiedad aquella pieza. Por lo que ella se levantó, se arrancó con salvajismo las sandalias que llevaba, los pantalones junto a su ropa interior y nuevamente se colocó en su regazo. Él había
ría paso en su interior de forma masiva mientras palpitaba. Él gimió fuertemente mientras la sentía estrecha y mojada a su alrededor, aquella mujer era un extraña per
trás nublada de deseo y él tomó aquello como una invitación a besar sus senos. Los chupó, los mordió y ella no pudo ansiarlo más. Ambos comenzaron a moverse entonces, gimiendo en
en su interior. Cada empuje dejaba un rastro caliente en su vagina, mientras él mordía su seno y esa sensación prohibida fue todo para ella. Se corrió como nunca antes había llegado, sus pezones de levantaron, gi
uenta de que estaba casi desnuda en aquel lugar y se levantó como pudo. La vergüenza comenzó a levantarse en su cerebro. Unos carraspeos dirigieron su mirada a la entrada de la sala donde dos hombres los observaban atentamente,
e había hecho le había encantado y no se arrepentía de nada. Reuniendo toda la valentía que pudo salió del baño y se dirigió a la salida del cine. Al llegar a la puert
pausa -¿me darías tu número? O
amino, no podía entender todo lo que había sucedido en aquella sala de cine. Su esposo la había engañado y se suponía que estaba despechada pero en ese momento no
ir nuevas facetas de su sexualidad y de su cuerpo y podía hacerlo con Rafael o con alguien más, ya estaría por verse pero por el momento se encon