Mafia: Guerra entre Familias
otella sobre la encimera del bar. Caminó hacia ella lentamente. Se paró frente a ella y l
rianne. Su corazón latía con fuer
padeó y entornó los ojos—. El dolor que estás sufriendo aho
quise hacer eso. No debía hacerlo. Quería huir de e
ron—. ¿Quién te obligó a quedarte más tiempo de
huir. P
ame
o tú lo
ño, Marianne. —Edward ladeó un
o el
malditos años! ¡En ese entonces nunca me dijiste que eras en real
e las cosas se salieran de control. Y después de haber hecho lo que hiciste. No te fuiste. ¿Por qué? ¿Entonces? —insistió Edward. Se alzaba sobre ella, con la mirada llena de de
le a los ojos—. No al Edward que descubrí en aquel club nocturno, que ya ni rec
a y contundente de Edward, sin
e asunto. —dijo Marianne—. Tuve pesadill
amaba,
—Marianne sabía que solo estaba buscando más problemas al preguntar eso. Esta
N
onvencida por esa respuesta—. En
o, tocó la barbilla de Marianne. E
un
én so
ndió Marianne. Luego frunc
iró, sus delgados dedos acariciaron sus mejillas, riéndose—. Marianne Cooper. Tan hermosa. Tan traicionera. Te había olvid