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Hediondo

Capítulo 4 Iron

Palabras:1241    |    Actualizado en: 15/04/2022

trabajo bien hecho, no tiene precio. De hecho, lo tiene. Sólo unos pocos millones de dólares a l

la despiertes.

rda imprevista. Se realiza un informe de rutina antes de cualquier misión, y estábamos bastante seguros de que el edificio estaría vacío en ese mo

as formas de hacer el trabajo sucio, de forma "limpia". El código, es solo para mantener e

uivocamos así?"

ro del vehículo blindado, golpeé con fuerza el costado emplomado y el sonido del metal hizo que la mujer comenzara a moverse. Saqué una daga de mis bolsillos y me acerqué lo suficiente para cortar sus atadur

s tú? pregun

tro gusto y seguridad, estamos uniformados, uniformados y armados hasta los dientes. Así que me imagino q

- Si quieres vivir, bájate del carro blind

"ni siquiera tengo mi bo

lo quitaría. Ahora baja.

e iba descalza. La ropa ya estaba sucia y el cabello desordenado, fiel reflejo de un estado post-fuck. Esto

ja, viendo que las tres criaturas igualmen

u brazo, mantiene la guardia del lado

r de aeronave y el hombre lo lleva por el camino hacia la bóveda. A

amos? pregun

resa. Respon

ne el casco, provisto de la máscara antitóxica, deslizo mis dedos en las corr

a otra mierda bonita que no podría comparar, pero su boca... su boca. Me dio ganas de reír. La boca no es grande, solo está... hinchada. Hinchado hast

o rígida durante demasiado tiempo, de una manera que ya no puedo relajarme. Pero lo peor de todo, es la cicatriz. Una roncha gruesa tira de mi labio superior ligeramente hacia

Para empeorar mi maldita mente, la mujer comenzó a correr. La impaciencia, la ira y la furia brotaron de mis fosas nasales. Eso hizo qu

í a hacer y ella se tambaleó, hasta

línea de visión. Otra advertencia, objetivo: cualquier parte que se rom

er ahora cubría la parte superior de su brazo cubierto de sangre. Su cuerpo, tendid

or algo que ni siquie

as que me hierven la sangre. Tu boca y juega a "atrapar el juego".

a yema del dedo por el corte en su hombro, metí la punta roja en las comis

Hierro "1" y sec

cena y tal vez con algún rastro de

apar?" murmuró, apenas

". Respondo enseguida. - Siga adelante. Le muestro la salida, donde un

ruo maligno brotando en mi carne. Si pensaba que la secretaria malhumorada era solo otro d

ón en medio d

con la cabeza baja y

y somos juegos de entretenimie

ntad se sentó. Lloró todo el camino, pero al menos dejó de hacer pregunt

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