Psicofonías de amor.
risas fue encendido. La delicada y hermosa chica de cabellera roja, ojos marrones y labios como el carmín seguía teniendo muchas dudas sobre si habían tomado o no la deci
, olvidar su vida y mantener a salvo sus secretos, entre mas
esa familia anunció, al mismo tiempo que detenía la limosina. Sin darse
e nieve que caían del cielo pero ella no lo aceptó. Quería disfrutar de ese momento. Dio media vuelta y pudo ver algunas áreas verdes, aun, sin ser pintadas de blanco. A lo lejos se veían las mont
posa le había entregado. Respiró profundamente y dejó escapar un enorme suspiro de a
rendida por la belleza de la mansión, incluso, recordó las palabras de su esposo en el avión "la mansión es una verdadera obra de arte colonial". Pudo comprobarlo cuando vio que tenía grandes ventanales
ientras descubría mas cosas que le encantaban. El enorme molino de vi
gnifico! -El señor Pardo sonrió victorioso. Sabía que a su familia le fascinaría su nuevo hog
n que la hacia quererse adentrar en ella. Quería ver cada rincón, quería descubrir cada cosa bella que la adornaba. Miró los rosales, la nieve no había logrado marchitarlos ni un poco. Caminó con paso firme has
darse cuenta que ella no
preguntas en su cabeza se estaban formando ¿debía entrar? ¿Debía esperar a sus padres? ¡Qué diablos! juntó sus cejas. Seguro había alguien ahí adentro, el jardinero o alguna sirvienta eran su mejor opción. Esperó un segundo más y con las manos sudorosas decidió entrar "La puerta
acia adelante cuidando no tropezar con algo «o algui
a parada, justo, frente a ella, su cuerpo comenzó a temblar. Había alguien
eres? –su
ndieron. Violeta
¡Violeta! ¿Po
miró hacia donde había visto la silueta, no había nadie ¿alguien puede correr tan r
Violeta? –el señor Par
aba muy oscuro y...estoy segura de que... vi a alguie
lesto con la situación. La mirada de Violeta y su madre se cruzaron. La señora Pardo se acercó y la abr
Mantenía una discusión al teléfono-. Ahora no estés tan seguro de que tu comisión va a estar c
se la mansión? –preguntó m
ras de arte que colgaban de las paredes de piedra, la acogedora chimenea eléctrica que estaba al fondo de la sala y, por ultimo, obser
olo le está dando un susto al agente. A pesar del inconveni
son unos ineptos –refunfuñó el señor Pa
se detuvo al sentir una vibra extraña cuando todos se quedaron viéndolo. Algo no a
coche –el señor Adams
pregunta, Juan, se dio media vuelta para
lo que suce
e la mansión y su padre estaba a punto de decirles que no se iban a muda
Vendrán a revisar la casa y hasta que no nos digan q
tomó la mano y le dio un
a. No supo como había hecho para correr tan rápido pero pudo percibi
vio a nadie. Caminó hasta la salida y antes de cerrar la puerta sintió un escalofrío recorrerle la nuca. Tuvo miedo. No quería voltear y encontrarse con un maldito loc
ol
sentir con fuerza los latidos de su corazón. Cuando sus piernas le respondieron se echó a c