El Oscuro CEO

*recu

o de lo que tenía ganas esa mañana, era de seguir

mi humor era de los pe

que car

Renzo?, pasé un

sol

me siento fatal y tengo que reunirme

e matarlos, co

buenas ide

rto, antes era lo que más hacía, ya iban a hacer unos

do fatal, no recordaba bien lo sucedid

están los

uenos amigos, ¿

beber hasta lo

Ex

ad no recu

sos, pero creo que hice una estupidez, solo dese

el salón, su nombre y que querías que bajara así le dabas una probada, porque no querías que te vendieran una mercadería defectuosa? Pues te

splomé en el sillón. ¡No m

a más preocupado por sacarte de allí antes que l

mis perores años de pandillero, había cometido semejan

a?, dime que no m

a si quieres la verdad, como acostumbro a decirte, sí te vio, te esc

rir!, Renzo sab

onocíamos de ti, mi querido amigo. ¡Menudo pap

s enfurecido. Pero tuve que calmarme, pues llegaron los franceses

bre para ingresar al país su mercadería un

en lo c

eo el problema,

usted diga cuanto es la tar

por barco, sin importar el

protestó uno de los pres

ué c

fa es un ve

el riesgo es todo mío al permitir el ingr

e semejante atropello el

a sufriendo su muerte hacía días

gusta bien y sino también – respiré profundo – y no me sigan haciendo enfadar o la tarifa subirá aún más – golpeé la mes

ue hablo siempre me extendió la mano – hablaremos con nuestros superiores en Francia y estar

acias, espe

, todos me dieron la

é, en el sillón. La cara d

un poco, les subiste la tarifa

quiero en

re han hecho negoc

debe i

mejor piensa que

había dejado al frente de todo porque confiaba ciegamente en mí, tanto así que hasta su

e soy el jefe de la familia de la mafia más poderosa en este momento – se puso pálido, pues sabía que le estaba hablando muy en serio – T

anta y hacer más grave el tono de su voz – pero descuide Señor Gentile, me ha quedado más que claro y juro que no volverá a pasar – tragó

Dr. Carambola que le haga llegar

le diré –

sueño, me sentí morir. ¿Con qué clase de imbécil se casaría la pobre chica? Lo que no le contaba aún, era que cuando la muj

*recu

Paolo me había dado la noticia de mi casamiento, menos lo hacía aún. Así qu

para que te vea! – se

í pude ver a dos hombres forcejeando, uno de ellos era Renzo, p

s miedo, no voy a hacerte

, y allí estaba, al alcance de mi mano. Di un paso y bajé el primer escalón, pero no me atreví a continuar bajando. Él

pese a que arrastraba sus palabras debido a la bebida. Su perfume invadió mis fosas

es solo que ha bebido de más – R

lo más suavemente posible, pues no querí

atrimonio, no era momento para estropear

o de Luka, para dejarme los p

mentos, para que los

dré objetar nada, eso me quedó muy claro, así q

ura, Señori

démelos –

a que lo hiciera sin leerlos tan solo, lo único que noté fue la fir

tile, pues acaba de casarse por l

una copia cuando le qued

cho, me ha