Redes de olvido
nde después alquiló un coche. Mientras sacaba el equipaje del maletero, se preparó para lo que lo esperaba en el inter
ibió en cuanto abrió
o dado y ya está
oltó una
me nunca. Soy u
es en este juego. E
gritó Andrea cuand
ó un taco e
s habilidad
¿verdad? -Ignacio se obligó a sonreír mientr
ó la vista
ando a la vista el mismo h
peores para c
n fuerte abrazo a Ignacio-. ¿Qué haces aquí? Pen
a la misma altura que ella. Después le pasó un dedo por la naricilla. Una nariz idéntica a la de Alejandr
y esos ojos tan penet
estabas preocupad
a? Denúnciame si q
era y reduce la esperanza de vida, por no mencionar que provoca sobrepeso. Y que sepas que los años
ntentó disimular la sonrisa que pugnaba por aparecer en s
tución privada que te cuesta mucho
l dinero. -Se adentró en la cocina y sa
Andrea-. Muchas niñas de m
atragantó c
mañana. La diferencia horaria me es
ue lo pienso, necesito un sujetador. Creo que deberíamos ir a comprar uno un día de estos. Hoy, quizás. -Alargó la mano para coger el dado y después
-logró decir al tiemp
ara servirse otra taza de café, tras lo cual
cerse más a su
icó él mientras co
carácter también era idéntico al de su madre. Era igua
e Alejandra y el hoyuelo que tenía en la mejilla. Lo fác
Solo lo llamaba «papi» cuando estaba preocupada por él.
ó en voz baj
illa y se acercó a él. Cuando Ignacio se agachó, le dio un fuerte abrazo
én te qui
a, lo hacía. La verdad era que Andrea lo llevaba bastante mejor que él en muchos aspectos. Durante los últimos cinco años se había visto obligada a crecer
pelo, que a esas altur
tá creciendo de
os s
de un par de años
ía en ese lugar-. ¿Las revistas que compro? ¿De dónde narices ha sacado eso? -Movió la cab
ertad para hacer la vista gorda con todo lo que esté relac
hizo u
ras «pubertad» y «sexo»
n los cajones de la cocina,
Luis? -le preguntó Ignac
nerviosa desde el accidente aéreo de ayer. Es un tema doloroso para ella. No sé si alguna
a sus suegros y les agradecía que viajaran desde La Victoria