Una Prometida Vendida al Millonario.
con la cabeza, mientras mirab
n sus dedos largos, eran como los de un bello pianista. –Al principio no tenía conocimiento de quién eras, hasta que tu padre como si se tratara de un catálogo, archivo fotos tuyas para repartirlas entre el público. Después me di cuenta que te estaba vendiendo, había hombres que estaban dispuestos a utilizarte como esclav
tando de conservar una b
rutan" –Dice en comillas. –De un bello matrimonio, eso los hace más importantes en la sociedad de millonarios en la que pertenezco. Yo soy el hombre más solicitado en mi sociedad, pero no m
humildad anda
cesita a mí. No tiene a donde ir y el enf
estaba diciendo, pero si la historia que me contaba era rea
rmiré? –Di
vestido negro con una pequeña bata blanca. –Acompaña a la señorita B
e madera, me le quedo viendo tratand
ar hacía la última habitación del lugar. Ella la abrió esperándome, para que yo pudiera entrar primero. Al principio tuve miedo, no quería moverme, pero sabía que tenía que hacerlo. Camine lentamente hasta llegar a esa habitación, en donde me encuentro con un lugar realmente hermoso. La
unta la joven mientras empieza desempacar
gracia. –Lo malo es que tengo que ve
o de madera fina. –Es un hombre muy solitario, es orgulloso y tremendamente inteligente, pero creo que debe sentir
con mi cabeza. –¿Y tú lo conoces bien? –Pregu
y parpadeo v
ra, así que era obvio que mi destino era seguir los pasos de mi madre. Pero siempre estoy feliz. –Se levanta del suelo con las rodillas rojas. –Siempre est
do lo que mi padre estaba haciendo. Pero después sentí que quería ser libre. Estuve en Francia mucho tiempo, dentro de la
acía mi habitación. Me subí a la cama y me tapé con las sábanas, intentando pretender estar dormida. La puerta se abrió, tenía miedo ya que todo podía pasar en este mundo en el que me metieron. De pronto empiezo a oler su perfume, era Alejandr
bras dulces, tan dulces que
a pasado. Toque mi cabellera, justamente en el lugar en donde el me acaricio. Mi corazón empezó a latir con fuerza, tanto que pensé que
los zapatos, pero aun así continué caminando por el césped mojado del jardín, hasta llegar a las rejas de la casa. Cuando intente abrirla, estas estaban cerradas por un sistema
arecía ir bien, aunque sabía que la caída del otro lado iba a doler como nunca, pero antes de poder llegar al tope de la gran
haciendo un escándalo en el lugar. La caída había sido tan dura, que no me podía levantar del
ía que había algo que no me había dejado ir. En mi mente solo pensaba en la caída y en el sonido de la alarma, pero cuando abro mis ojos de par en par, me puedo dar cuenta que todo est
ntalón de un pijama color azul de tela egipcia. Yo no pude evitar ver su cuerpo realmente atractivo, mientras que lucía algunos tat
ue se concentraba en su cuerpo musculoso. –Lo único que lograste fue lastimarte
Pero él no me
chillido. –Te duele porque hiciste una estupidez. –Me sigue regañando. –No tienes dinero, ni conocidos en esta ciudad. Quizás lo único que lograrías, es que una persona te matara o algo parecido. –Yo me siento como una pequeña niña, siendo regañada por su padre. –¿Sabes a cuantas mujeres matan en esta ciudad? –Y de pronto
o primero que sale
e me odias por lo que hice, pero me preocupo por ti. –Se levanta de s
mos? –Pregunté
s en la
e a todas partes y en realidad
antes mi lug
ya que lo único que sabía de este
ce su mano, para que
an interesada, que se me o
a con pesar, al ver q
concluir mis estudios, ya que m
sueño de tu padre? –Pregunté inocente
rriesgar cosas en esta vida
me de esta enorme casa, y sí daba aviso a la policía, sabía que no me creerían, ya que mi padre se encargó de cambiar mis papeles y decir que no e