Contrato de Amor
aparato sobre la mesita de luz y se quitó las sábanas de encima, mientras el asistente personal del teléfono empezaba a reproducir datos importantes: estado del clima y t
entador del canal de noticias favorito de Victoria, aquél que no estaba censurado por el gobierno de turno, empezó a brindarle información más detallada de cómo había amanecido la ciudad. Aunque los datos de los estados de los subterrá
bre su rodilla y pedirle casamiento, algo que ella aceptó sin titubear, y un año después, se había casado, muy enamorada y con el novio que había tenido desde los catorce años, con el que había compartido viajes por el mundo, momentos felices y dos hermosos hijos: Antonio y Geraldine. Pero la felicidad también tenía una fecha de vencimiento, pues debido a los embarazos, el estrés, la alta carga horaria y laboral que tenía sobre sus hombros, al haber heredado el estudio jurídico de su padre, y las discusiones con sus hijos, que ya eran adolescentes, Victoria había dejado de ser la muchacha d
isas, blusas, faldas, pantalones, ¡incluidos sus zapatos! Pues su
globo al que habían inflado hasta su límite y luego desinflado. Su vientre prominente, sus brazos regordetes y piernas carnosas parecían haberle prometido no abandonarla nunca, pero Enrique
tar la grotesca imagen de su esposa usando lencería de encaje para cuando ésta deseaba amor. Empezó a tomar guardias nocturnas y aceptar más y más trabajo, incluido su desempeño como profesor en la Facultad de Medicina; ejemplo que siguió su esposa trabajando todo el día en su buffet de abogados, aceptando casos y clientes. El arduo trabajo del matrimonio rindió sus frutos económicos y pudieron comprar un apartamento en Miami, uno en Recoleta y el apartamento en Nordelta, que rápidamente rentaron a turistas. Los ca
lorando por la falta de amor que sentía y la soledad a la que era sometida por su esposo. Le gritó que él ya no era el hombre dulce y cariñoso con el que se había casado, que ya no lo reconocía y que extrañaba a su marido. Sus palabras fu
iempre y cuando Enrique la apoyara. Enrique vio en ella el claro deseo y la firme convicción de mejorar y volver a ser lo que él tanto añoraba, de modo que le aseguró permanecer a su lado
mientras Enrique degustaba su paladar y ojos con la mejor pasta y hermosas mujeres, Victoria debía conformarse con una ensalada y carne blanca. No fueron pocas las ocasiones d
trabajo como médico. Nuevamente los encuentros amorosos se redujeron, la pasión se apagó y la soledad ocupó el l
a amar a una
aya delincuentes en casa. Tomó la maza que usaba la cocinera para hacer milanesas, y se preparó para abrirle la cabeza de un golpe al malnacido que esté en su hogar. Pero cuando abrió la puerta de su habitación no encontró a un ladrón, sino a su esposo que se estaba vistiendo apresuradamente, sudoroso y rojo. A Victoria le bastó dos segundos entender la situación y otros tres más en encontrar el motivo: estaba en el vestidor, poniéndose la ropa tan apresuradamente como su marido y con un evidente estado de nerviosismo en el cuerpo.
lusiva, y se instalaron definitivamente en el apartamento con su padre y su nueva esposa. Así que ahora Victoria vivía completamente sola, en ese enorme apartamento. La mujer apartó los recuerdos
erró dando dos giros, llamó al elevador y descendió hasta el lobby de entrada; en la calle Martín ya estaba esperándola, conduciendo el automóvil de alta gama que servía para llevar y traer a la señora del hogar a su oficina y viceversa. Esa era su rutina: apenas sí salía para hacer alguna compra esporádica o cuando tenía cita c
tín a su empleadora cuando esta
s ahogados de su jefa en ese auto y en el anterior, había tenido que bajar a la farmacia a comprarle pañuelos descartables, maquillaje y calmantes para ayudarla
llero de casi cuarenta años-. ¿Necesita que haga alguna
baba sobre sí mismo, estrujando sus cejas castañas prolijamente depiladas. Al parecer, alguno de los correos que había leído con sus bellos ojos verdes tenía noticias no tan alentadoras. Sus labios carnoso
o en rojo para poder
Victoria levantó la vista de su teléfono y lo miró, indicando que pod
complicada, Martín. Mañana tengo varias reuniones y la función de Madame Butterfl
añana es el cumpleaños de mi hija y...
bia totalmen
i no fuese por eso usted sabe
ce falta que me expliques más nada. Este puede ser el último cumpleaños de Delfi
nductor se llen
llegaron a la oficina, Martín estacionó el automóvil y descendió de él con prisa para abrirle la puerta a su jefa. La acompañó todo el t
nos días -la salu
Premiaba el esfuerzo de la gente a la que tenía a cargo, se había aprendido los cumpleaños de todos y cada uno, incluidos los pasantes, y les regalaba el día. En la fecha del Día de la Mujer, a cada empleada le permitía irse temprano, y para el Día del Hombre todo el personal masc
sis en las reuniones de los casos más importantes, los llamados telefónicos y los c
citados a los... aspirantes para
guntó Victoria, dejando su cartera en su
caba, uno por uno, las características de cada aspirante-. ¿Está
ia y tomó sus lentes ojo de gato para ver mejor a causa de
tió Lourdes y se r
ctoria lo observó a través de sus lentes-. ¿Está segura dcubrir -le sonrió con pena-. Además ya muc
una molesti
aspirante, un hombre de unos tre
a el trabajo, todos alegaban diciendo que no podrían cumplir con esos requerimientos, amparándose en que tenían familia, o que ese no era el "trabajo de un hombre". En las dos horas que duró esa procesión, Victoria pensó seriamente en decirle a Mar
guntó Victoria, ret
avergonzada su empleada-, hay un
oj de pulsera antes de responde
tó estupefacta-. ¿No l
ndé, y ahí dice clarito que el horario de las ent
ntó Victoria. La muchacha suspiró, pese a que sabía qu
ctoria levantó una ceja, incapaz de cr
ia, rascándose una ceja-.
rario... Vino tarde, eso no habla
ciones de rechazarle una entrevist
irante, acomodó su pantalón pallazo, alisándolo con las manos, y observó como su secretari
rdenó Lourd
e su jefa, dejándola a solas con el muchacho. Victoria le alcanzó su mano para estrecharla a modo de saludo, mano que f
scritorio y observó el mensaje que Lourdes le había mandado a través del servicio de
tora -inició el joven, pe
o sonriendo-. Veo que tenés un..
con lo que tiene -sonri
ísica hasta el primer año... -leyó Victoria. Daniel s
a mi mamá en la casa -respondió. La
nmediatamente reformuló su pregunt
a algo personal...
s dedos y posó las ma
te en qué consi
tomar llamados... -rio Daniel, pero
ntes publicaron el anuncio como un puesto en un estudio jurídico. Pero el verdadero trabajo
eguntó Daniel
ine, o a cenar, vos estarías conmigo. No tendrías que pagar absolutamente nada: ni el traslado o la comida, o el entretenimiento, que pudiésemos consumir. Solamente tendrías que acompañarme, sentarte
usurró
e lado a lado de su interlocutor fue toda la respuesta que recibió-. Eso se
-le rogó el muchacho-. Y
sueldo que le corresponde a un secretario jurídico recién ingresado, obra social, seguro de sepelio, de accidente de riesgos del trabajo, ante papeles todo normal, como si fue
ría? -qui
la primera entrevista, pero no pensés que me vas a dejar plantada, esperando, dos horas en el restaurante o en una fiesta. Mi plazo máximo de tolera
na decisión mía -s
endo trabajitos para juntar la plata para vivir -masculló con firmeza Victoria-. Si decidís aceptar el trabajo vas a tener que rendirme cuentas de
ían esos? -quiso saber
ro, ropa de marca, entradas VIP par
comprar con el sueld
retario jurídico, y dudo que un secretario jurídico pueda pagar el acceso
sabe
go unos empleado
invasión a l
alidad y tu responsabilidad de estudiar. Sólo me queda decirte que v
y a corta
yamos a un evento formal. El nivel que yo te pido es pulcr
N
co del cine. Y te va a dar una idea
más,
creativas o deportivas, sociales, culturales, todo lo que, de
i grupo de amigos d
ormativos, y para que mis asistentes organic
sería mi sueld
alador adhesivo indicando el monto que Daniel iba a
y coger con usted de vez en cuando? -pr
erca de relaciones
er
boy, ni un prostituto, ni nada. Para ser más específica: entre nosotros no va
intió con
guna
nde
las rúbricas del muchacho. Cuando éste dejó la
. Buscá a Lourdes y ella llamará a Martin