Entre corazones y contratos
milia y crear una alianza con ellos, dominaría por completo el mercado de la zona. Por eso también sería una transacción delica
anto se acercó a los representantes de los Mustacci
ud y limpieza en su presentación era parte importante de la imagen que buscaba mostrar. Era algo que lo
n pudo notar que uno de sus contrapartes tenía un tatuaje algo extraño en el cuello. Aunque intentaba ocultarlo bajo su camisa, una parte de él quedaba al descubierto. La pequeña imagen que los ojo
uel tipo del tatuaje. Los cinco hombres comenzaron a caminar rumbo a las oficinas de los Mustaccio con la intensión de formaliz
mi abogado para acordar un tema importante –interrumpió el joven just
unión rápida con su abogado. El chico se lo agradeció cordialmente. Tiró de la chaqueta de su acompañante ingresando un poco más hacia dentro del galpón. Los h
chico a su abogado en cuanto estu
asombro. Se mantenía inocente de la situación. No h
s unos segundos de silencio se dirigió al hombre frente a él– ¿llevas el arma en el compartimiento secreto del maletín? –su abogado asintió– bien. Te diré lo que haremos. Me entregarás el maletín y caminarás tra
guro? –lo m
emos mañana –le aseguró de forma tranquila. El hombre asintió y t
n él que más tarde los encontraría. Sus contrapartes, no muy convencidos, accedieron al pedido y con los nervios de punta, siguieron su recorrido. El joven mantenía el rostro fijo al frente mientras disimuladamente miraba a su alrededor tratando de ubicar un lugar en donde esconderse cuand
o. Era el auto de su abogado escapando a toda velocidad. Los tres hombres se dieron cuenta de que habían sido des
lanzaban sus balas contra él, pero muy pocos tenían la puntería precisa para acertar un objetivo en movimiento tan rápido como Luciano. En cambio él era un francotirador experto. Era conocido por su precisión con las armas. Por eso todos le temían. No
que acertara sus tiros, esa batalla parecía no tener fin. Estaba cubierto de sangre, sudor y suciedad. Odiaba eso. Corría y
ró profundo y se giró para disparar al hombre que venía detrás de él. Acertó al instante. El hombre cayó muerto ante él. Luciano siguió corriendo para salir de ese callejón antes de que los
ón. No tenía escapatoria. Respiró profundo esperando el desenlace final, pero antes de que todo acabara, escuchó el rechinar de unas ruedas junto a unas luces amarillas que se acercaban
chica rubia que esta