Romance a Escondidas
a?- preguntó Margarita por teléfono- m
Thomas- ¿Puedes esperar hasta mañana? Creo que
- se quejó ella- tenemos bastante tiempo si
mpresas, eso lleva algo de tiempo, es un proceso le
mañana para salir- dijo ella- siempre re
as paciente, no deseo que les falte nada ni a ti ni
mbre súper exigente en los negocios y en su vida personal, tenían demasiadas aristas que
l amor que le profesaba, solo no se sentía tan bien por el desapego q
quince años, un hombre que le daba estabilidad, no estaba arruinado, y tenía
decía su nuevo esposo, atendiendo a un infante qu
ió por error su vejiga, y no se dio cuenta, esto había complicado más la salud de ella, teniendo que e
erfecta para él, nunca tendrían pequeñas persona
rera al médico tratante, por haber arruinado la salud
ncubadora por ser prematura, fueron tiempos de tensión para Tomás, al ver a su
to que fuera a heredar los nego
ser feliz, pero Margarita no era feliz, tenía otras expectativas
iba a convencer de buscar a su hija, pero
l afectó bastante a Margarita, pero allí estaba su oportunidad de
de esperar a que él tuviera tiempo para atenderla, así que tomó una d
u pequeña, ella sabía que la amaba, pero no a su hija, años después también se fue
on a vivir con un resentimiento en medio de su matrimonio, no se dec
había divorciado de Miguel y ya no había a quien rendi
tantos años buscaba una oportunidad con su hija y para Tomá
y se la llevaría con ella, robando el cariño de
s él se ocupó de recuperar las empresas, hoy era un importante hombr
or por su hija y su amor por los negocios, lo demás para él no tenía impor
ta y siete años, estaba en la plenitud de su vida,
reflexionando, ya se había hecho adulta, seguía teniendo miedo, v
n pronto, él se había apresurados a tener una familia muy joven y no había sa
hacer su vida con otro hombre, meses después había firmado el divorcio y jamás
e a ella, Sara poco a poco se fue dando cuent
amá nos a
rda
resp
cer y nosotros no est
n día? »- había
había respondido- pero
jo ella- ya dejé
s a dormir princesa!
er, segura, bella, dispuesta siempre a complacerlo cuando l
e sintió avergonzada, además ese hombre miraba a su hija como
muchacha, solo era un aprovechado, su hija so
do la vida económica de su padre llevándolo a la muerte, Armand Davies, reci
bién, necesitaba concentrar sus esfuerzos en vengarse