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Capítulo 5 Algunos sapos siempre serán solo eso...

Word Count: 1551    |    Released on: 14/01/2024

mis labios, instintivamente los lamí y s

respondió, curvando una media

stras narices se acercaban, sin cerrar los ojos. Mis pezones se contrajeron y mi ropa interior se humedeció. Necesitaba qu

ando escalofríos. Luego pasó su lengua para calmar el ardor. Una de mis manos subió acariciando lentamente el cabello de su nuca, mientras que la otra bus

s a acercarnos de nuevo, pero fue entonces cuando

en el que ella abría la puerta del baño encontrándonos de frente -

e musgo que se adhería a su cuerpo como una segunda piel. No parecía tener más de veinte años. En segundo lugar, se notaba que había tomado demasiado, balbuceaba co

también confirmaba lo que pensaba desde que el "maldito Tim" casi había arruinado mi vida. Todos los hombres eran iguales. Malditos b

gresé a los sanitarios. La fina puerta no

r? Qué mal gusto para vestir

do un familiar dolor en el pecho- volvamo

abitación, puedes quitar

tamente, solo para encontrarme con la hermosa mujer entre los brazos que minutos antes me habían rodeado. Las lágrimas amenazaban con caer, el dolor en mi

llevándome a una puerta que conducía a un pequeño b

está en la cartera-

iero dejarte sola- murmu

e escuchó una voz detrás -

greso- dijo Mica alejá

creía- susurró arrodillándose a mi lad

e inversores, la necesidad de encontrar nuevos patrocinadores para seguir adelante con nuestro sueño. Esta noche,

s se estaba apoderando de mí, exigiendo un respiro. Sin e

nté si alguien había presenciado el incidente, pero ambos lo negaron. Les pedí que entraran para continuar la conversación

y a dónde habíamos llegado. Me había graduado a los veintitrés años como doctora. Sin embargo, me sent

e Mick perdiera dos dedos de la mano derecha en un instante. La desesperación de mi cuñada, la culpa que atravesaba mi hermano, ver cómo la

ogramos lo que tanto anhelábamos. Dos años después, el primer prototipo de implante nanotecnológico salió a la luz. Lo llamamos Mick

mecánicos. David, un cirujano canadiense de cuarenta y tres años, había viajado a Houston para un curso y se había enamorado de su con

vid a utilizar todos sus trucos para convencerlo de salir con él. Dos años después, estaban celebrando su un

tecnológica. Sus ideas locas e innovadoras me atrajeron desde el principio. S

pesadillas de esa terrible noche aún me despertaban y las cicatrices serían parte de mí para siempre.

el doble en días como hoy. Inhalé profundamente y regresé al salón. Era casi medianoche. Seguramente Mica podría arreglárselas sin mí. Le infor

mundo volvía a tambalearse. En letras mayúsculas y proveniente de un número desconocido, un mensaje que decía: "MISHY, MISHY, mi dulce gatita, t

blar, iba a tener otro ataque si seguía así. Mica se acercó nerviosa preguntándome qué sucedía. Sentí

sible?- susurré sintiendo como

tera y vamos despacio a la sa

.. no entiendo como

la habitación llamaremos al detecti

de dudas y preguntas. Su amigo me miraba como queriendo diseccionarme, el arrepentimiento dominaba su expresión. Esta n

idez en sus ojos de ónix lo que me hizo derramar lágrimas una vez más. La hermosa mujer se acercó a su lado, frunciendo el

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