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Mujercitas

Mujercitas

JUGANDO PEREGRINOS "La Navidad no será Navidad sin regalos", se quejó Jo, acostada en la alfombra. "¡Es tan terrible ser pobre!", Suspiró Meg, mirando su viejo vestido. "No creo que sea justo que algunas chicas tengan muchas cosas bonitas, y otras nada en absoluto", agregó la pequeña Amy, con un olfateo herido. "Tenemos al Padre y a la Madre, y el uno al otro", dijo Beth contenta desde su esquina. Los cuatro rostros jóvenes sobre los que brillaba la luz del fuego se iluminaron ante las alegres palabras, pero se oscurecieron nuevamente cuando Jo dijo con tristeza: "No tenemos al Padre, y no lo tendremos por mucho tiempo". Ella no dijo "tal vez nunca", pero cada uno lo agregó en silencio, pensando en el Padre lejos, donde estaba la lucha. Nadie habló ni un minuto; luego Meg dijo en un tono alterado: "Sabes que la razón por la que mamá propuso no tener ningún regalo esta Navidad fue porque va a ser un invierno difícil para todos; Y ella piensa que no debemos gastar dinero por placer, cuando nuestros hombres están sufriendo tanto en el ejército. No podemos hacer mucho, pero podemos hacer nuestros pequeños sacrificios, y debemos hacerlo con gusto. Pero me temo que no", y Meg negó con la cabeza, mientras pensaba con pesar en todas las cosas bonitas que quería. "Pero no creo que lo poco que deberíamos gastar sirva de nada. Cada uno tiene un dólar, y el ejército no se beneficiaría mucho de que le diéramos eso. Estoy de acuerdo en no esperar nada de mi madre o de ti, pero quiero comprar Undine y Sintran para mí. Lo he querido tanto tiempo", dijo Jo, que era un ratón de biblioteca. "Planeé gastar la mía en música nueva", dijo Beth, con un pequeño suspiro, que nadie escuchó excepto el cepillo del hogar y el soporte de la tetera. "Conseguiré una bonita caja de lápices de dibujo de Faber; Realmente los necesito", dijo Amy decididamente. "Mi madre no dijo nada sobre nuestro dinero, y no deseará que renunciemos a todo. Vamos a comprar cada uno lo que quiere, y divertirnos un poco; Estoy segura de que trabajamos lo suficiente para ganárnoslo", gritó Jo, examinando los tacones de sus zapatos de una manera caballerosa. "Sé que sí, enseñando a esos niños cansados casi todo el día, cuando anhelo divertirme en casa", comenzó Meg, en el tono de queja nuevamente. "No tienes la mitad de lo más difícil que yo", dijo Jo. "¿Cómo te gustaría estar encerrado durante horas con una anciana nerviosa y quisquillosa, que te mantiene trotando, nunca está satisfecha y te preocupa hasta que estés listo para volar por la ventana o llorar?" "Es travieso preocuparse, pero creo que lavar los platos y mantener las cosas ordenadas es el peor trabajo del mundo. Me hace cruzar, y mis manos se ponen tan rígidas que no puedo practicar bien en absoluto". Y Beth miró sus manos ásperas con un suspiro que cualquiera podía escuchar esa vez. "No creo que ninguno de ustedes sufra como yo", gritó Amy, "porque no tienen que ir a la escuela con chicas impertinentes, que los atormentan si no conocen sus lecciones, y se ríen de sus vestidos, y etiquetan a su padre si no es rico, y los insultan cuando su nariz no es agradable". "Si te refieres a difamación, lo diría, y no hablaría de etiquetas, como si papá fuera una botella de pepinillos", aconsejó Jo, riendo. "Sé lo que quiero decir, y no necesitas ser estadístico al respecto. Es apropiado usar buenas palabras y mejorar tu vocabulario", respondió Amy, con dignidad. "No se picoteen unos a otros, niños. ¿No te gustaría que tuviéramos el dinero que papá perdió cuando éramos pequeños, Jo? ¡Querido yo! ¡Qué felices y buenos seríamos si no tuviéramos preocupaciones!", dijo Meg, que podía recordar tiempos mejores. "Dijiste el otro día que pensabas que éramos más felices que los hijos del Rey, porque estaban peleando y preocupándose todo el tiempo, a pesar de su dinero". "Así lo hice, Beth. Bueno, creo que sí. Porque aunque tenemos que trabajar, nos burlamos de nosotros mismos y somos un conjunto bastante alegre, como diría Jo". "¡Jo usa esas palabras de argot!", Observó Amy, con una mirada de reprobación a la larga figura estirada sobre la alfombra. Jo inmediatamente se sentó, se metió las manos en los bolsillos y comenzó a silbar. "No, Jo. ¡Es tan juvenil!" "Por eso lo hago". "¡Detesto a las chicas groseras y poco femeninas!" "¡Odio a los chits afectados, niminy-piminy!" "Los pájaros en sus pequeños nidos están de acuerdo", cantó Beth, la pacificadora, con una cara tan divertida que ambas voces agudas se suavizaron en una risa, y el "picoteo" terminó por ese momento. "Realmente, chicas, ambas tienen la culpa", dijo Meg, comenzando a dar una conferencia a su manera de hermana mayor. "Tienes la edad suficiente para dejar de lado los trucos juveniles y comportarte mejor, Josephine. No importaba tanto cuando eras una niña, pero ahora que eres tan alta y te levantas el cabello, debes recordar que eres una joven". "¡No lo soy! Y si levantar mi cabello me hace uno, lo usaré en dos colas hasta que ten
Secretos de Estado El Misterio de Tovar

Secretos de Estado El Misterio de Tovar

En 1860 una serie de documentos propiedad de la Gran Logia Masónica de Venezuela desaparecieron. Estos documentos contenían información que revelaba la influencia masónica en los procesos de independencia sudamericana. Un grupo de masones de alto rango en Venezuela, lograron hacerse de los documentos y esconderlos en un lugar donde nunca pudieran ser encontrados. Sin embargo a sabiendas de la importancia de aquellos documentos, dejaron distribuidos por toda la ciudad de Caracas indicios que permitirían dar con el paradero de los documentos si fuera necesario, todos fueron asesinados antes de que pudieran transmitir la existencia de aquellas pistas.150 años después, Alejandro Palacios un profesor universitario y estudiante de posgrado da por casualidad con el primero de los indicios. Sin saberlo, al dar con el, entra a un espiral de muerte, persecuciones y claves históricas que lo arrastrará a él y su compañera de ClasesSofía Miranda a la aventura más aterradora de sus vidas, una carrera donde deberán optar entre salvar sus vidas o revelar el secreto mejor guardado de la historia de Venezuela.Ambientada en la ciudad de Caracas, Secretos de Estado: El misterio de Tovar, es una aventura cargada de suspenso, acción, traición, ambición política y de poder y una interesante secuencia de pistas, acertijos y datos sobre la historia de Venezuela que harán temblar las bases mismas sobre las que fue fundada la nación.
La niña del morichal

La niña del morichal

Entretenida historia basada en la cotidiana vida rural, donde una pareja de jóvenes enamorados comparten puntos comunes en la formación de una familia con la llegada meses mas tarde de una hermosa niña de nombre Ana Cristina, la cual trae alegría al hogar a tal punto que los familiares y vecinos comienzan a llamarla como la niña del morichal. La niña del morichal El reloj sobre la mesa marca las dos de la madrugada cuando Cristina comienza a sentir los dolores de parto, a su lado José Miguel ronca plácidamente en señal de un profundo sueño. Los minutos transcurren lentamente mientras los dolores se incrementan lo cual ocasiona que la mujer le de unas suaves palmadas en la espalda, la insistencia da resultados y sobresaltado el hombre despierta al tiempo que pregunta: ¿ Qué te pasa Cristina, que sucede?. -Por favor José Miguel despierta que tengo los dolores de parto-. Saltando de la cama el hombre enciende la luz de la habitación y sin perder tiempo se viste, agarra la cartera que esta sobre la mesa y alcanzando la puerta le dice a su mujer: -Anda vistiéndote que voy a la casa del cuñado Humberto para que nos lleve en su carro al Hospital de Maturín-. Agarrándose la barriga ella se levanta de la cama, se calza las sandalias de goma, cambia la dormilona por una bata de seda, al pasar frente al espejo observa el dolor reflejado en su cara, agarra el bolso de cuero en donde tiene dinero y los papeles de identidad. Luego abandona la habitación para sentarse en la sala a esperar a su esposo. Media hora ha transcurrido aproximadamente desde que José Miguel agarrara camino rumbo a la casa de su cuñado, con la linterna en una de sus manos apura el paso saltando de vez en cuando los charcos de agua y esquivando los troncos y promontorios de piedra. Esos caminos de tierra abandonados a su suerte es fiel reflejo de una triste realidad, son muy pocas las carreteras asfaltadas en estos pueblos rurales y los habitantes tienen que ingeniárselas para poder trasladarse por diferentes medios a la capital del estado. Estos pensamientos y muchos otros más, pasan velozmente por la cabeza de José Miguel, un joven campesino de cuarenta y tres años de edad, casado desde hace tres años con la hermosa Cristina, dedicado a las labores del campo, cría de aves de corral, ordeños de algunas vacas así como la siembra y cultivo de hortalizas. Con el sudor de la frente a levantado la casa en donde habita con la hermosa morena, la ayuda de su cuñado Humberto ha sido de gran importancia para la compra y traslado de materiales, artículos comestibles y útiles de labranza necesarios para el desarrollo de las actividades del campo. La fertilidad de la tierra cercana a un morichal de aguas cristalinas y llenas de peces, la diversidad de flora y fauna de la zona, han hecho más llevadera la vida de la joven pareja y ahora Dios les ha premiado con la llegada de un bebe. La prevenida madre con grandes esfuerzos y ahorrando parte del dinero obtenido por la venta de hortalizas, queso y mantequilla productos del ordeño de las vacas, le ha permitido comprar ropa para bebe de ambos sexos, ante la incertidumbre de saber a ciencia cierta si la cigüeña les traerá hembra o varón, de todos maneras los padres le recibirán con todo el amor del Mundo. Por fin el agotado José Miguel logra llegar al portón de hierro de la casa de su cuñado, la cadena con el candado indica que los habitantes están durmiendo pero los insistentes ladridos del perro y los gritos del visitante logran que se enciendan las luces del corredor, a los pocos minutos la figura de un hombre corpulento y de mediana edad se dibuja en la puerta, es Humberto quien pasándose una de sus manos por los espesos bigotes pregunta: ¿Cuñado por qué gritas, que pasa le sucedió algo a mi hermana?. -Gracias a Dios que te despertaste Humberto, corre y saca el carro que ha tu hermana le dieron los dolores de parto-. Al escuchar las palabras de José Miguel, aquel hombre aun medio dormido salto como un resorte y sin perder tiempo se colocó una franela, tomo la cartera y las llaves de la camioneta Ford año 1979, le dio un beso en la mejilla a su mujer tratando de no despertarla a esa hora de la madrugada. Ya en el garaje encendió el vehículo y con un nervioso cuñado sentado a su lado, tomo rumbo a la casa de su hermana Cristina. Las agujas del reloj que cuelga de la pared de la sala, marcan quince minutos para las tres de la madrugada cuando la angustiada Cristina siente las cornetas del carro de su hermano Humberto, señal inequívoca de que han llegado a la casa. Conteniendo los dolores que siente en la barriga, la mujer se levanta del mueble y a paso lento se dirige hacia la puerta y en ese preciso momento José Miguel hace su entrada y con la angustia reflejada en el rostro pregunta: ¿Ya estas lista mujer, como te sientes?. -Ven te ayudo a subir a la camioneta para dirigirnos hacia el hospital-. Con todas las personas a bordo, el vehículo toma rumbo hacia la carretera nacional. Después de la llega