Lee las Mejores Historias Cortas
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La Sustituta Escapada quiere La Libertad
Yo era Isabela, la hija del ama de llaves, una sombra silenciosa en la grandiosa mansión Rivas. Mi vida transcurría entre trapear y recoger los pedazos de los cristales rotos de Alejandro, el heredero. Pero cuando su hermanastra Sofía se fugó, la furia de Alejandro se desató, convirtiéndome en su "asistente personal". Esa orden marcó el inicio de mi infierno personal. Fui el blanco de su ira, un objeto de humillaciones constantes y crueldades silenciosas en una jaula de oro. Lo peor llegó cuando, tras un embarazo del que intenté escapar, fui forzada a un procedimiento devastador. No solo perdí un hijo, sino que Sofía se aseguró de arrebatarme toda posibilidad futura de ser madre. El dolor físico era cruel, pero la imposibilidad de tener hijos me sumió en una calma helada. En ese instante, la última atadura se rompió; ya no sentía miedo, solo una resolución gélida. ¿Cómo la vida podía quitarme tanto, reduciéndome a un mero objeto de la crueldad ajena? Entonces, una idea se arraigó: Isabela Montes debía morir para que yo, por fin, pudiera vivir.
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Venganza de la esposa secreta
Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza. En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido. Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio. Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida. ¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya? Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma. Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana.
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El Despertar de la Esposa Ignorada
Mi matrimonio de seis años con Mateo era una cárcel helada. Él, siempre de espaldas, yo anhelando un amor que nunca llegó. Para el mundo, éramos la pareja perfecta; para mí, una soledad insoportable. Una noche, esa farsa se desmoronó. Lo encontré en la capilla privada, no rezando, sino besando febrilmente el retrato bizantino de su prima, Isabel. Susurró: "Isabel... mi santa, mi pecado". No me negaba su cuerpo por pureza, sino porque su obsesión era ella. ¡Mi marido era un hipócrita! Pero lo peor estaba por llegar. Isabel, la musa de su locura, no era menos cruel. Humillaciones públicas en la Feria, mi obra maestra artística destrozada a cuchillo. Y él, ¿qué hizo? La protegió. En el hospital, después de que Isabel me agrediera, ¡Mateo autorizó un injerto de mi propia piel para cubrir un rasguño de ella! Y más tarde, al elegir salvarla a ella en una explosión, mi amor, herido desde hace tiempo, finalmente murió. ¿Cómo pude amar a un monstruo así? ¿Qué hice para merecer este desprecio, este abandono total? Me sentía un objeto, despojada de mi dignidad y hasta de mi cuerpo. La rabia, fría y pura, era lo único vivo que quedaba en mí. Basta. Un amor así no me merece. Con el corazón hecho pedazos y la piel marcada, tomé una decisión: lo dejaría, buscaría mi libertad lejos de la jaula dorada y de las mentiras. Encontraría mi propia felicidad, una que no dependiera de la aprobación de nadie. Este infierno, para mí, acababa de terminar.
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Contrato de gratitud
Mi vida era una coreografía perfecta, precisa al minuto. Cada día, a las seis de la mañana, seleccionaba el traje de Armani de Mateo, preparaba su café a 85 grados exactos. Durante cinco años, fui la sombra eficiente de su existencia, viviendo en una jaula de oro que parecía mi destino. Pero esa rutina se hizo pedazos cuando un nombre, "Elena", apareció en la pantalla del móvil de Mateo. Su "luz de luna blanca", su amor perdido que él nunca superó, había regresado a Madrid. Su indiferencia, antes pasiva, se volvió un abandono total. Dejó de verme. Cuando en una cena, una sopa hirviendo cayó sobre mí, escaldándome el brazo, Mateo no dudó: cubrió a Elena con su cuerpo, dejándome sola con el dolor y la herida, mientras ellos se iban al hospital por un simple salpicón. En ese instante, con la piel quemada y el alma destrozada, lo entendí. Cinco años de mi vida, mi sueño como bailaora de flamenco, mi dignidad... todo sacrificado por un "contrato de gratitud". ¿Era esta mi única función? ¿Ser su sirvienta invisible, un adorno prescindible? La humillación me ahogaba, pero también encendía una chispa de furia y claridad. La deuda estaba saldada. Mi paciencia se agotó. Una mañana, sin drama, sin lágrimas, puse los papeles del divorcio sobre la mesa. Mateo, absorto en su móvil por Elena, lo firmó sin leer una palabra. Él no entendía, pero yo sí: era el primer paso hacia mi verdadera libertad.
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La Traición Que Despertó Mi Rabia
Tenía cuatro meses de embarazo, era una fotógrafa ilusionada con nuestro futuro, y asistía a un sofisticado brunch para celebrar la llegada de un bebé. Entonces lo vi a él, a mi marido Michael, con otra mujer, y a un recién nacido presentado como su hijo. Mi mundo se hizo añicos mientras un torrente de traición me inundaba, magnificado por la displicente afirmación de Michael de que solo estaba sensible. Su amante, Serena, se burló de mí, revelando que Michael había hablado con ella sobre las complicaciones de mi embarazo, y luego me abofeteó, provocándome un calambre aterrador. Michael se puso de su lado, avergonzándome en público y exigiéndome que me fuera de su fiesta, mientras un blog de sociedad ya los exhibía como una familia perfecta. Él esperaba que yo volviera, que aceptara su doble vida, diciéndoles a sus amigos que yo era una dramática pero que siempre regresaría. El descaro, la crueldad calculada de su engaño y la escalofriante malicia de Serena alimentaron una rabia fría y dura que apenas reconocía en mí. ¿Cómo pude haber estado tan ciega, tan confiada en el hombre que me había hecho dudar de mi cordura durante meses mientras construía una segunda familia? Pero sobre la lujosa alfombra de aquel despacho de abogados, mientras él me daba la espalda, una nueva e inquebrantable determinación se solidificó en mí. Pensaban que estaba rota, que era desechable, fácilmente manipulable: una esposa razonable que aceptaría una farsa de separación. No tenían ni idea de que mi tranquila aceptación no era una rendición; era una estrategia, una silenciosa promesa de desmantelar todo lo que él apreciaba. No me dejaría manipular; no sería comprensiva; acabaría con esto y me aseguraría de que la farsa de su familia perfecta se convirtiera en polvo.
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La Dignidad no se Vende
Mi casa en Triana, que olía a jazmín y a melancolía, estaba a punto de perderse. Con solo dieciocho años y un título de diseño recién empezado, sentí el peso de las deudas de mi padre muerto. La oferta llegó como un salvavidas: acompañar a Ricardo Vargas, un constructor poderoso y enigmático. El "acuerdo" era claro: él salvaría mi hogar, yo sería su compañera discreta. Casi creí que el dinero me había traído un amor inesperado, confundiendo su opulencia con cariño, su posesividad con protección. Pero entonces, apareció Carmen Sandoval, su exnovia. Me citó en un hotel de lujo y, con desprecio, me ofreció tres millones de euros para desaparecer. Ella era su "costumbre favorita", y yo, solo un insecto. Para probarlo, hicimos una cruel prueba con mensajes a Ricardo. El suyo fue respondido con preocupación, el mío, con un frío "Espero no sea grave. Estoy ocupado". Ella sonrió. "¿Ves? No eres nada para él". Me reveló que todos los gestos grandiosos de Ricardo -los jazmines, Noruega- eran réplicas de lo que había hecho por ella. Solo era una sustituta, un eco. La indignidad se volvió insoportable. Un día, Carmen rompió el broche de mi abuela y me acusó de agredirla. Ricardo, sin dudarlo, me encerró en el sótano frío y húmedo, donde casi muero de frío. La humillación final llegó cuando, en una fiesta, él volvió a negarme públicamente. Me trató como un objeto, un insignificante estorbo para el juego de sus celos. ¿Cómo pude ser tan ciega, tan ingenua? El dolor era insoportable, la traición palpable. Me había vendido por una falsa seguridad, por un puñado de billetes. ¿Era mi dignidad el precio? ¿O algo más valioso aún? Pero al despertar del delirio, solo quedó una determinación fría. ¡No más! Era hora de despertar. Con los tres millones de euros de Carmen y una beca para Roma, cortaría todas las ataduras. Mi propio cuento de hadas no necesitaba un príncipe tóxico. Estaba lista para mi verdadera vida.
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La Esposa Tierna decepcionada
El informe del laboratorio se sentía frío en mis manos. Letras nítidas: mi hija, Valentina, no podía ser nuestra. Mi mundo, un mural vibrante de colores y amor, se hizo añicos. El médico confirmó la pesadilla: era genéticamente imposible que Alejandro y yo fuéramos los padres biológicos de Valentina. Un intercambio. Un horror indescriptible. Caminé como una autómata. Luego, escuché la verdad, una verdad monstruosa que me heló la sangre: mi esposo, Alejandro, y su amante, Isabel, habían orquestado un cambio de bebés. Y no solo eso, ¡él me había inyectado anticonceptivos para esterilizarme! Pero el golpe final fue saber que mi verdadero hijo, Mateo, había sido asesinado y preservado en un barril de aguardiente. Fui confinada, humillada públicamente por Isabel en una fiesta, y forzada a una extracción de médula ósea para "salvarla" a ella, una farsa más para robar otra parte de mí. ¿Cómo pude ser tan ciega? ¿Cómo pudieron mis seres más cercanos ser tan monstruosos? Cada revelación me pulverizaba, me convertía en una histérica para el mundo. Mi cuerpo, mi maternidad, mi alma... todo fue profanado. Me vaciaron por completo. Pero cuando Isabel se regodeó de mi dolor, presionando mi herida abierta, el hielo se rompió. En ese charco de mi propia sangre y desesperación, la furia, fría e imparable, resurgió. Ya no había nada que perder. Me liberé, y en la oscuridad, una señal de ayuda de Javier, un arquitecto que conocí en México, se convirtió en mi única esperanza. Esto no era un final, era mi renacimiento.
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El Sacrificio Oculto de mi amor
Él era el hombre al que una vez amé más que a nada, pero nuestro matrimonio se había convertido en una tortura diaria de humillación. Yo, Isabella Montoya, vivía bajo la cruel mentira de haberlo abandonado por dinero y ambición, mientras, en secreto, había sacrificado todo por él, incluso donarle un riñón para salvarle la vida. Para protegerlo de los peligros del cartel y cumplir mi misión secreta, tomé la decisión más desgarradora: fingir mi propia muerte. Incendié nuestra casa, dejando un señuelo para que fuera encontrado en mi lugar. Para él, Isabella Montoya había desaparecido para siempre. Lo que no sabía era que mi supuesta desaparición desenterraría la verdad que él había ignorado. Él descubrió el sacrificio de mi riñón y cómo lo había rescatado secretamente de la muerte en varias ocasiones. Consumido por el arrepentimiento, su furia se volcó contra Carolina, la mujer que había envenenado su mente y se había atribuido mis acciones. La venganza de Santiago fue gélida, torturándola sin piedad hasta despojarla de su identidad. Él me creía muerta, yo seguía viva. Cuando nuestros caminos se cruzaron de nuevo, en mi fiesta de compromiso bajo la identidad de "Valeria Rojas", él vio no a la heroína que lloraba, sino a la "maldita víbora" que creyó haber perdido para siempre. ¿Cómo podía hacerle entender sin exponer mi misión y destruir todo lo que había construido? Atrapada entre el amor del pasado y un peligroso presente con el cartel, sabía que el juego apenas comenzaba. La verdad sobre mi vida era aún más oscura que su odio, y mi misión me obligaba a un último y cruel sacrificio.
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Tu amnesia fingida reveló al monstruo
Mi boda con Ethan Reed estaba a solo unas semanas. Después de siete años, estaba segura de nuestro futuro perfecto. Entonces, Ethan alegó «amnesia selectiva» por una lesión en la cabeza, olvidándose solo de mí. Intenté hacerle recordar, hasta que escuché su videollamada. -Una jugada de genio total -se jactaba con sus amigos. Su amnesia era un falso «pase libre» para perseguir a la influencer Chloe Vance antes de nuestra boda. Con el corazón destrozado, fingí creerle. Soporté su coqueteo abierto con Chloe y sus selfis provocadores. Se burló de mi angustia, priorizando la falsa emergencia de Chloe. Después de un accidente que él causó, me abandonó herida, eligiendo enviar a Chloe al hospital primero. Incluso intentó cortarme el grifo financiero. ¿Cómo podía mi prometido ser este monstruo cruel y calculador? Su traición envenenaba cada recuerdo. Me sentí como una tonta por confiar en una crueldad tan ilimitada. Su audacia me dejó aturdida. Pero no sería su víctima. En lugar de romperme, un plan frío se formó. Me despojaría de mi identidad, me convertiría en Olivia Carter. Desaparecería, dejándolo a él, a mi pasado y a su anillo de compromiso atrás para siempre, reclamando mi libertad.
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Cicatrices de Vino y Sangre
Durante siete años, intenté ser la prometida perfecta para Iván en Buenos Aires, una vida que parecía destinada a la felicidad. Pero un día, mi mundo se desmoronó: Iván, mi prometido, manipuló fotos íntimas y las esparció por toda la ciudad para deshacerse de mí, provocando la muerte de mi padre viticultor de un infarto. En medio de esa humillación y pérdida, Máximo, mi amigo de la infancia supuestamente enamorado de mí, se convirtió en mi único pilar, asumiendo los arreglos del funeral y proponiéndome matrimonio. Tres años después, embarazada de ocho meses, me vi obligada a escuchar la verdad en el aparcamiento de un hospital, una revelación que detuvo mi respiración. Máximo, a quien consideraba mi salvador y el padre de mi hijo, admitió haber orquestado la muerte de mi padre para que su riñón salvara a mi hermanastra Sofía, y se casó conmigo solo para apartarme del camino de su amada. Mi padre no murió de un infarto, fue asesinado. El hombre que decían ser mi salvador era el arquitecto de mi ruina. Con el corazón destrozado, regresé a la consulta del ginecólogo. "Doctora, quiero interrumpir el embarazo", pedí, una decisión inquebrantable para que ese hombre no fuera el padre de mi hijo. Salí del hospital, pálida y sangrando, con un plan macabro fraguándose en mi interior. Compré una caja de madera y coloqué en ella el pequeño cuerpo ensangrentado de mi hijo. Me puse una barriga falsa, una prótesis de silicona que parecía real. Esa noche, cuando Máximo volvió a casa, borracho de malbec y sintiéndose culpable, yo ya estaba lista para entregarle su "regalo", la primera pieza de mi devastadora venganza.
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Mi Boda, Su Humillación: El Precio del Desdén
Durante doce años, me dediqué en cuerpo y alma a Viñedos Montenegro y a Mateo, el hombre que amé desde la infancia, sacrificando mis sueños por él. Faltando solo días para mi trigésimo cumpleaños, y la promesa nunca cumplida de Mateo de casarse, descubrí la cruel verdad. Lo escuché llamarme "tonta útil" y "perro faldero" a mis espaldas, mientras planeaba su boda secreta con Isabella, la superficial secretaria. Mis amigas me felicitaban emocionadas por la "gran celebración" y "sorpresa" de Mateo, ajenas a que se refería a su enlace y no al mío. Luego, en el Registro Civil, vestida de novia, fui recibida con burlas y una bofetada pública de Isabella. ¿Doce años de lealtad para ser tan solo un objeto despreciable? El dolor era agonizante, pero con cada burla, una claridad brutal me invadió. Con voz firme, le exigí a Mateo que confirmara su boda con Isabella frente a todos. En ese instante, como un torbellino de elegancia, llegó Alejandro, mi verdadero prometido, para proclamarme suya. Tomados de la mano, entré a mi nueva vida, dejando a Mateo atónito y humillado, listo para saborear su propia amargura.
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Traicionada y Embarazada: Mi Retorno
Un sudor frío me despertó, el corazón latiéndome a mil por hora. Afuera, el sol de un nuevo día bañaba mi habitación con su resplandor familiar, pero el pánico dentro de mí era un hielo que me calaba hasta los huesos. Aún sentía el dolor punzante en el vientre, el amargo sabor del vino envenenado en mi boca. Y lo peor, la mirada triunfante de mi propia hermana, Sofía, mientras mi vida se desvanecía. Junto a ella, Diego, mi prometido, el hombre al que entregué mi alma, me observaba con una indiferencia helada, como si yo fuera una extraña. "Lo siento, Ximena", susurró Sofía, su voz convertida en veneno puro. "Pero Diego y su fortuna me pertenecen. Siempre debieron ser míos." Esas palabras… resonaban en mi cabeza sin cesar. Morí humillada, traicionada por las dos personas en las que más confiaba, mi carrera como diseñadora de modas hecha pedazos en un instante de maldad pública. ¿Cómo pudieron hacerme esto? ¿Qué crimen tan terrible había cometido para merecer tal castigo de los que amaba? Pero ahora… ahora estaba viva. Mis manos temblaban, pero estaban intactas. Toqué mi vientre, sin rastro de aquel dolor desgarrador. Estaba de vuelta en mi antigua habitación, en la casa de mis padres, esa que guardaba tantos secretos. El calendario en la pared marcó una fecha que me heló la sangre. Exactamente un año antes de mi desfile de modas nupcial, el día en que mi mundo se vino abajo. Era el día en que el médico me confirmó que estaba embarazada. En mi vida pasada, esa noticia fue el principio del fin. Pero esta vez, sería el comienzo de mi venganza.
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El Precio de la Falsa Heredera
Tuve un sueño, tan real que el sudor frío me despertó en mitad de la noche. En él, yo, Ximena, la promesa de la charrería, veía cómo mi vida perfecta se desmoronaba. Una impostora, Sofía, la "verdadera heredera" que había ocupado mi lugar, aparecía para reclamar lo que creía suyo. Llegó menudita y frágil, llorando una historia desgarradora de privaciones, presentándose ante mis padres adoptivos, Don Ricardo y Doña Elena, a quienes creí míos por veinte años. Ellos la acogían con los brazos abiertos, culpables y conmocionados. Y entonces, mi realidad se convirtió en una pesadilla controlada. Sofía saboteaba mi despertador, me ofrecía un "licuado" que me provocaba un dolor terrible, y manipulaba mi montura para mi humillación pública. Caía estrepitosamente de mi caballo frente a toda la comunidad, mientras ella, la víctima, se convertía en heroína. Lo perdía todo. Mi honor, mi futuro. Me desperté con el corazón latiéndome a mil, la imagen de mi caída grabada en la mente. El sueño se sentía como una advertencia, una premonición escalofriante. Justo en ese instante, el teléfono sonó. Era Don Ricardo. "Ximena, hija, baja por favor. Tenemos que hablar de algo importante." Mi corazón dio un vuelco. Sabía lo que venía. El sueño no era solo un sueño. Ella estaba aquí. Pero esta vez, el resultado no sería el mismo. Yo tenía una ventaja que ella no conocía. Y no iba a desperdiciarla.
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Renacer de las Cenizas
El aire en la iglesia olía a lirios, el aroma favorito de mi esposo Julián, pero yo lo odiaba con toda mi alma mientras observaba su ataúd. En el funeral, me informaron que Julián me había dejado solo deudas, mientras que toda su fortuna, que había costado nuestra felicidad y la de otros, iba a Sofía, su hermana adoptiva. Los gritos de ira de las víctimas de su medicina defectuosa me rodearon, sus huevos podridos y vegetales arrojados eran un presagio de la miseria que me esperaba. Vendí mis joyas, viví en un apartamento diminuto, y las deudas me ahogaron hasta que el estrés y la desnutrición me llevaron al borde de la muerte. En mi lecho de muerte, solo anhelaba una segunda oportunidad para vivir mi propio sueño, uno que sacrifiqué por un amor que resultó ser una mentira. De repente, abrí los ojos en mi antiguo dormitorio: ¡era el día antes de mi boda con Julián! Él entró, arrogante y demandante, pero esta vez, no sentí nada más que el frío de la tumba. "No iré a la cena. Cancelo la boda. No me casaré contigo, Julián", le dije con una voz firme que nunca antes había tenido. Mientras su furia estallaba, marqué un número: el de mi antigua mentora en la Agencia Espacial Nacional. Allí, esperaban a alguien para un proyecto clasificado: era mi segunda oportunidad y la abracé sin dudarlo.
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Mi Venganza:No Más Ingenua
Siempre creí que mi vida con Ricardo De la Vega era un idilio. Él, mi tutor tras la muerte de mis padres, era mi protector, mi confidente, mi primer y secreto amor. Yo, una muchacha ingenua, estaba ciega de agradecimiento y devoción hacia el hombre que me había acogido en su hacienda tequilera en Jalisco. Esa dulzura se convirtió en veneno el día que me pidió lo impensable: donar un riñón para Isabela Montenegro, el amor de su vida que reaparecía en nuestras vidas gravemente enferma. Mi negativa, impulsada por el miedo y la traición ante su frialdad hacia mí, desató mi propio infierno: él me culpó de la muerte de Isabela, filtró mis diarios y cartas íntimas a la prensa, convirtiéndome en el hazmerreír de la alta sociedad. Luego, me despojó de mi herencia, me acusó falsamente de robo. Pero lo peor fue el día de mi cumpleaños, cuando me drogó, permitió que unos matones me golpearan brutalmente y abusaran de mí ante sus propios ojos, antes de herirme gravemente con un machete. "Esto es por Isabela", susurró, mientras me dejaba morir. El dolor físico no era nada comparado con la humillación y el horror de su indiferencia. ¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto, que juró cuidarme, convertirme en su monstruo particular, en la víctima de su más cruel venganza? La pregunta me quemaba el alma. Pero el destino me dio una segunda oportunidad. Desperté, confundida, de nuevo en el hospital. ¡Había regresado! Estaba en el día exacto en que Ricardo me suplicó el riñón. Ya no era la ingenua Sofía; el trauma vivido había forjado en mí una frialdad calculada. "Acepto", le dije, mi voz inquebrantable, mientras planeaba mi escape y mi nueva vida lejos de ese infierno.
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El Costo de un Renacer
Mi hermano de sangre lo era todo para mí, un riñón era la única salvación; el único compatible era mi padre, y yo lo recordaba de otra vida. Pero ella, Scarlett Salazar, mi esposa, la mujer que en mi vida anterior amé ciegamente antes de traicionarla, aquella por la que ahora renunciaba a todo, la veía usándolo como un peón en su retorcido juego. Me arrodillé, supliqué en el pasillo helado del hospital, pero ella no me vio, simplemente ordenó a sus guardaespaldas que me encerraran, para que no interfiriera. No solo forzó a mi padre a una operación riesgosa para salvar a su maldito amante, un sommelier llamado Marcel Hewitt, sino que me sometió a una tortura sistemática: me humilló, me obligó a domar un caballo que me aterrorizaba, me quemó las manos, y llegó incluso a amenazar con arrojar a mis padres al vacío. ¿Cómo era posible? ¿Cómo la mujer que una vez se cortó los dedos por salvarme se había convertido en un témpano de hielo, una criatura tan cruel y despiadada? El día que las mentiras de Marcel se descubrieron y Scarlett lo envió a prisión, tomé mi decisión: el infierno de esta segunda oportunidad, esta penitencia, había terminado. Entonces, compré unos billetes de avión a Lisboa, ocultando una verdad aterradora a todo el mundo, incluso a ella.
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La Farsa de un Amor Perfecto
Isabella "Isa" Montes, una talentosa cocinera de origen humilde en Medellín, creyó haber encontrado el amor perfecto junto a Mateo Velarde, el apuesto heredero de una de las familias más influyentes de Bogotá. Tras un noviazgo intenso que superó barreras sociales, se casaron y se sumergieron en una vida de ensueño y comodidades, donde cada detalle parecía confirmar un amor idílico. Pero la burbuja se reventó brutalmente: Isa descubrió que Mateo mantenía una doble vida con su exnovia, Carolina Sáenz, con quien tenía dos hijos gemelos. Peor aún, él financiaba secretamente a esta otra familia, transformando su supuesta historia de amor en una farsa calculada. La devastadora revelación no solo le causó un aborto espontáneo sino que desató una campaña de humillación sin fin por parte de Carolina, quien la acosaba con videos íntimos de Mateo, mostrando impúdicamente su doblez. Cada regalo, cada promesa de amor, cada lugar especial compartido con Mateo, era profanado, replicado cínicamente con su "otra" familia. Las frías miradas de la alta sociedad y el silencio cómplice de la familia Velarde solo acrecentaban el tormento, mientras Mateo seguía actuando como si nada ocurriera. ¿Cómo podía alguien, a quien amó tan profundamente, ser capaz de una traición tan vil y sistemática? La mezcla de dolor, asco y una desesperación helada se instaló en su pecho, ahogando su respiración. Un vacío insuperable la consumía, dejando solo la cruda certeza de una mentira insostenible. En el abismo de esta traición, y con la inminente llegada de un hijo que la ataría aún más a la mentira, Isa vislumbró su única salida: fingir su muerte. Un trágico accidente aéreo en el Caribe sería su billete de escape, la única forma de recuperar su vida y romper para siempre con la asfixiante obsesión de Mateo. "El plan sigue en pie, necesito salir de aquí", sentenció con voz firme.
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Mi venganza con Ai
Isabella Montoya Vargas era una arquitecta exitosa en Buenos Aires, una mujer afortunada y profundamente enamorada de su prometido, el futbolista Ricardo Giménez. Organizaba una gala donde él sería homenajeado, creyendo vivir su sueño. Pero un mensaje anónimo lo cambió todo: fotos de Ricardo besándose apasionadamente con Valeria Suárez, su ex y, cruelmente, ¡la hijastra de su propio padre! El asombro se convirtió en un dolor desgarrador. Luego, una frialdad inquebrantable la invadió al escuchar a Ricardo confesar a Valeria que se casaría con Isa por dinero y contactos, pero que ella era solo una ingenua y Valeria, su "verdadera pasión". Más tarde, encontró videos de ellos en su propia cama, riéndose de ella, lo que la llevó a herirse la mano sin sentirlo, su corazón ya helado. La traición y el desprecio superaban cualquier dolor físico, encendiendo una ira silenciosa. ¿Por qué le mintió así? ¿Cómo osó usarla de esa manera? En medio de la devastación, Isabella recordó la IA de su madre, "Compañero Perfecto". Activó a Sebastián, su nuevo confidente inorgánico, y con una determinación escalofriante, comenzó a reunir pruebas, maquinando una venganza tan minuciosa que Ricardo jamás anticiparía.
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Enamorada del tío de mi ex
En el día de la boda, Brendan me dejó y fue a buscar a su verdadero amor. Cuando lo llamé, él, que siempre había sido amable conmigo, mostró impaciencia por primera vez, diciendo: "Es solo una boda, te lo compensaré cuando regrese." Sintiendo desánimo, sugerí cancelar la boda. Brendan pensó que solo estaba siendo obstinada, y ante los consejos de los amigos, dijo: "Está bien, cuando se calme, vendrá a buscarme." No fue hasta que Edrence, el príncipe, publicó nuestro certificado de matrimonio que Brendan de repente se volvió loco y vino a llamar a mi puerta. Cuando vio al hombre que abrió la puerta, se quedó un poco atónito. Y yo, de pie detrás del hombre, con un rubor aún en mi rostro, me incliné hacia adelante y pregunté: "¿Sobrino, qué te trae a ver a tu tía tan tarde?"
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Esta Vez, la que te Deja Soy Yo
Mi vida era un secreto dulce y peligroso, un amor ilícito con mi hermanastro Mateo que prosperaba en las sombras de nuestra lujosa casa, mientras mi beca culinaria prometía un futuro brillante. Pero una noche, ocultándome, escuché la verdad que me heló la sangre: nuestro apasionado romance era una farsa, un plan cruel de venganza contra mi madre, y yo no era más que su herramienta más preciada. Cada beso, cada promesa susurrada, se convirtió en una traición insoportable, un juego perverso diseñado meticulosamente para destrozarme el alma. Los días siguientes fueron una tortura de fingimientos, mientras Mateo continuaba su "actuación" de novio preocupado, alardeando en chats de cómo mi dolor sería "inolvidable". La cima de su crueldad llegó cuando su prometida, Isabella, destruyó la guitarra de mi padre, su último legado, y Mateo, sin dudarlo, me ignoró para consolarla a ella. Mi corazón ya no sentía dolor, solo una gélida determinación. ¿Cómo pudo usar mi amor y mi futuro para una venganza tan retorcida? El día de mi partida, dejé sobre su almohada un recibo bancario y una nota concisa: "Esta vez, la que te deja soy yo". Mientras él gritaba mi nombre, paralizado entre mi partida y la llamada de su prometida, lo abandoné, sabiendo que mi verdadera victoria sería construir mi felicidad en España, demostrándole que la auténtica venganza es la paz.
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