Gavin
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Libros y Cuentos de Gavin
Mi Boda, Su Más Grande Error
Romance ALEXIA CUEVAS POV:
Estaba en la prueba final de mi vestido de novia, a solo unos días de casarme con el amor de mi vida, Mauricio.
De repente, mi organizadora de bodas recibió una llamada. Su rostro palideció.
"Señorita Cuevas", me dijo con voz temblorosa, "me acaban de llamar para cambiar el nombre de la novia en las invitaciones... por el de Ida Juan".
Ida era su "amiga", la misma a la que vi a Mauricio arrodillarse en nuestra propia fiesta de compromiso.
En un bar, lo escuché decirles a nuestros amigos: "Alexia es mi obligación, pero Ida es mi placer".
Incluso cuando me caí por las escaleras, él y sus amigos simplemente se dieron la vuelta y continuaron su fiesta, dejándome tirada.
No solo me traicionó, sino que planeaba robar mi fecha de boda, mi salón y hasta el diseño que yo había creado.
Pensó que yo era una tonta, una víctima que aceptaría posponer todo para que él pudiera casarse con su amante en mi lugar.
Pero se equivocó. Fui con mi padre y le dije:
"Quiero que arregles mi boda. Para la misma fecha. Pero con Antonio Díaz". Cinco años de amor perdido
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Gabriela POV:
Durante cinco años crié al hijo de mi esposo como si fuera mío, pero cuando su ex regresó, el niño me gritó que me odiaba y que prefería a su "tía Estrella".
Leandro me dejó tirada y sangrando en un estacionamiento tras un accidente, solo para correr a consolar a su amante por un fingido dolor de cabeza.
Entendí que mi tiempo había acabado, así que firmé la renuncia total a la custodia y desaparecí de sus vidas para siempre.
Para salvar la imprenta de mi padre, acepté ser la esposa por contrato del magnate Leandro Angulo.
Fui su sombra, la madre sustituta perfecta para Yeray y la esposa invisible que mantenía su mansión en orden.
Pero bastó que Estrella, la actriz que lo abandonó años atrás, chasqueara los dedos para que ellos me borraran del mapa.
Me humillaron en público, me despreciaron en mi propia casa y me hicieron sentir que mis cinco años de amor no valían nada.
Incluso cuando Estrella me empujó por las escaleras, Leandro solo tuvo ojos para ella.
Harta de ser el sacrificio, les dejé los papeles firmados y me marché sin mirar atrás.
Años después, cuando me convertí en una autora famosa y feliz, Leandro vino a suplicar perdón de rodillas.
Fue entonces cuando descubrió la verdad que lo destrozaría: nuestro matrimonio nunca fue legal y yo ya no le pertenecía. La Dignidad no se Vende
Romance Mi casa en Triana, que olía a jazmín y a melancolía, estaba a punto de perderse.
Con solo dieciocho años y un título de diseño recién empezado, sentí el peso de las deudas de mi padre muerto.
La oferta llegó como un salvavidas: acompañar a Ricardo Vargas, un constructor poderoso y enigmático.
El "acuerdo" era claro: él salvaría mi hogar, yo sería su compañera discreta.
Casi creí que el dinero me había traído un amor inesperado, confundiendo su opulencia con cariño, su posesividad con protección.
Pero entonces, apareció Carmen Sandoval, su exnovia.
Me citó en un hotel de lujo y, con desprecio, me ofreció tres millones de euros para desaparecer.
Ella era su "costumbre favorita", y yo, solo un insecto.
Para probarlo, hicimos una cruel prueba con mensajes a Ricardo.
El suyo fue respondido con preocupación, el mío, con un frío "Espero no sea grave. Estoy ocupado".
Ella sonrió. "¿Ves? No eres nada para él".
Me reveló que todos los gestos grandiosos de Ricardo -los jazmines, Noruega- eran réplicas de lo que había hecho por ella.
Solo era una sustituta, un eco.
La indignidad se volvió insoportable.
Un día, Carmen rompió el broche de mi abuela y me acusó de agredirla.
Ricardo, sin dudarlo, me encerró en el sótano frío y húmedo, donde casi muero de frío.
La humillación final llegó cuando, en una fiesta, él volvió a negarme públicamente.
Me trató como un objeto, un insignificante estorbo para el juego de sus celos.
¿Cómo pude ser tan ciega, tan ingenua?
El dolor era insoportable, la traición palpable.
Me había vendido por una falsa seguridad, por un puñado de billetes.
¿Era mi dignidad el precio? ¿O algo más valioso aún?
Pero al despertar del delirio, solo quedó una determinación fría.
¡No más! Era hora de despertar.
Con los tres millones de euros de Carmen y una beca para Roma, cortaría todas las ataduras.
Mi propio cuento de hadas no necesitaba un príncipe tóxico.
Estaba lista para mi verdadera vida. El Pacto Roto Por La Envidia
Romance La envidia era una bestia sedienta en nuestra comunidad, siempre hambrienta de lo que otros poseían. Nunca pensé que sus colmillos se clavarían en mi carne, en la de Estela y en la de nuestras vidas. Nos ofrecieron, a mi hermana gemela Estela y a mí, a los hermanos Vázquez, Marcelo y Efraín, como un sacrificio, un pacto. Parecía un cuento de hadas retorcido, una bendición. Pero la envidia, esa misma envidia que nos elevó, nos arrastró en picada hacia la tragedia más oscura, un abismo del que no creí que saldríamos.
Estaba embarazada de cinco meses cuando unos hombres armados nos interceptaron a mi hermana gemela y a mí en medio de la noche.
Aterrorizada, marqué el número de mi esposo, Marcelo, una y otra vez, suplicando por nuestras vidas.
Pero él me colgó, furioso, porque estaba ocupado consolando a su "hermanita" adoptiva, Daniela, por un simple corte en el dedo.
"¡Deja de hacer drama y no me molestes! Daniela está asustada y me necesita."
Esa fue la última vez que escuché su voz antes de que los golpes me hicieran perder a nuestro bebé.
Mi hermana Estela, mi leona, se interpuso para protegerme y le destrozaron la pierna con una barra de hierro, acabando para siempre con su carrera de bailarina.
Cuando despertamos en un hospital público, solas y rotas, descubrí que Marcelo y su hermano estaban en una clínica de lujo, cuidando a Daniela como si fuera de cristal.
Para colmo, Marcelo me acusó de haber "deshecho" a nuestro hijo a propósito solo para manipularlo por celos.
El dolor se convirtió en una frialdad absoluta.
Me limpié las lágrimas, firmé los papeles de divorcio y me dirigí a la policía para contar toda la verdad.
Lo que Marcelo no sabía era que, al caer los secuestradores, confesarían que la dulce Daniela fue quien ordenó nuestra ejecución. Mi Venganza:No Más Ingenua
Romance Siempre creí que mi vida con Ricardo De la Vega era un idilio. Él, mi tutor tras la muerte de mis padres, era mi protector, mi confidente, mi primer y secreto amor. Yo, una muchacha ingenua, estaba ciega de agradecimiento y devoción hacia el hombre que me había acogido en su hacienda tequilera en Jalisco.
Esa dulzura se convirtió en veneno el día que me pidió lo impensable: donar un riñón para Isabela Montenegro, el amor de su vida que reaparecía en nuestras vidas gravemente enferma.
Mi negativa, impulsada por el miedo y la traición ante su frialdad hacia mí, desató mi propio infierno: él me culpó de la muerte de Isabela, filtró mis diarios y cartas íntimas a la prensa, convirtiéndome en el hazmerreír de la alta sociedad. Luego, me despojó de mi herencia, me acusó falsamente de robo. Pero lo peor fue el día de mi cumpleaños, cuando me drogó, permitió que unos matones me golpearan brutalmente y abusaran de mí ante sus propios ojos, antes de herirme gravemente con un machete. "Esto es por Isabela", susurró, mientras me dejaba morir.
El dolor físico no era nada comparado con la humillación y el horror de su indiferencia. ¿Cómo pudo un hombre al que amé tanto, que juró cuidarme, convertirme en su monstruo particular, en la víctima de su más cruel venganza? La pregunta me quemaba el alma.
Pero el destino me dio una segunda oportunidad. Desperté, confundida, de nuevo en el hospital. ¡Había regresado! Estaba en el día exacto en que Ricardo me suplicó el riñón. Ya no era la ingenua Sofía; el trauma vivido había forjado en mí una frialdad calculada. "Acepto", le dije, mi voz inquebrantable, mientras planeaba mi escape y mi nueva vida lejos de ese infierno. Venganza de la esposa secreta
Romance Eli Vargas, la discreta esposa secreta del magnate del tequila Ricardo Montoya, lleva tres años de matrimonio invisible, consumida por la indiferencia de un hombre obsesionado con su exnovia, Sofía de la Garza.
En su propio cumpleaños, Ricardo la deja plantada, corriendo a consolar a Sofía, su "amor de juventud", recién llegada de París, como si Eli nunca hubiera existido.
Humillada y con el corazón destrozado, Eli decide que es hora de escapar de esa jaula dorada y poner fin al suplicio, planeando vengarse sutilmente de la arrogante Sofía para facilitar el divorcio.
Pero justo cuando la libertad parece un soplo cercano, la vida le lanza una cruel e inesperada bofetada: un embarazo no deseado, la condena a perpetuar su propia miseria en una nueva vida.
¿Cómo podría traer un hijo al mundo de un hombre que ignora su existencia, condenándolo a una vida de desamor y abandono como la suya?
Eli toma la decisión más dolorosa y valiente de su vida: elige su libertad y la dignidad de un futuro sin el lastre de un amor no correspondido, aunque eso signifique borrar una parte de sí misma.
Ahora, con su venganza y un secreto devastador en mano, Eli está lista para un nuevo comienzo, pero el destino le tiene preparada una última jugada familiar... una que convertirá el "amor verdadero" de Ricardo en el mayor escándalo de la jet set mexicana. Renacer de salto de puente
Romance Mi médico suspiró, confirmando lo inevitable: mi leucemia estaba en etapa terminal, y yo solo anhelaba la paz de la muerte.
Para mí, morir no era una pena, sino la única liberación de una culpa que nadie, excepto él, entendía.
Luego, mi teléfono sonó, y la voz fría de Mateo Ferrari, mi jefe y antiguo amor, me arrastró de nuevo a un purgatorio autoimpuesto.
Cinco años atrás, en los viñedos de Mendoza, su hermana y mi mejor amiga, Valeria, me empujó por la ventana para salvarme de unos asaltantes.
Su grito y el sonidFmao de un disparo resonaron mientras huía, y cuando la policía me encontró, Mateo me sentenció con un odio helado: "Tú la dejaste morir. Es tu culpa."
Desde entonces, cada día ha sido una expiación, una condena silenciosa bajo la crueldad de Mateo.
Él me humillaba, me obligaba a beber hasta que mi cuerpo dolía, disfrutando mi sufrimiento como parte de esa penitencia interminable.
Mi existencia se consumía bajo su sombra, una lenta autodestrucción en busca del final.
La leucemia era solo el último acto de esta tragedia personal, la forma final de un pago que creía deber.
¿Por qué yo había sobrevivido para cargar con esta culpa insoportable y el odio de quienes una vez amé?
Solo ansiaba el final, la paz que la vida me había negado, el perdón de Valeria.
Una noche, tras una humillación brutal, una hemorragia masiva me llevó al borde de la muerte.
Sin embargo, el rostro angustiado de mi amigo Andrés, y la inocencia de una niña que lo acompañaba, Luna, me abrieron una grieta de luz inesperada.
¿Podría haber una promesa más allá de la muerte, una oportunidad para el perdón y una nueva vida que no fuera de expiación? El precio de mi sangre
Romance Sofía Herrera había vivido siete años siendo la dispensadora de sangre para la "amada" de su prometido.
Él la utilizaba, la humillaba, la mantenía atada con promesas vacías de un amor que nunca llegaría.
En su última donación crítica, los médicos advirtieron que su cuerpo no podía más.
Su vida pendía de un hilo.
Pero desde el otro lado de la cortina, escuchó la sentencia final de Alejandro: "Que muera. Solo me importa que Isabella viva."
Esas palabras la destrozaron, más profundamente que cualquier aguja.
Sintió cómo su vida se escurría, gota a gota, junto con su sangre.
Murió, habiendo sacrificado todo por un hombre que la despreciaba y por la mujer que le había robado hasta el último aliento.
Luego, la oscuridad.
Un pitido agudo.
Luz brillante.
Desorientada, Sofía abrió los ojos y reconoció el olor a antiséptico: era la clínica, el día de la primera donación.
¡El día en que le exigió matrimonio a Alejandro, creyendo que así lo ganaría!
¿Había vuelto al pasado? ¿Una segunda oportunidad? ¡Qué ingenua había sido!
La puerta se abrió de golpe.
Entró Alejandro, con el rostro desesperado: "Sofía, Isabella te necesita. Su vida depende de ti."
Los mismos ojos suplicantes, las mismas mentiras.
Pero ella ya no era la misma.
El recuerdo de su propia muerte ardía en su mente.
Esta vez, el juego sería diferente.
Esta vez, ella no pediría migajas de amor. El Fuego que Encendió Mi Alma
Fantasía Natalia Arnal POV:
Por diez años, sacrifiqué mi prometedora carrera como cirujana para convertirme en la mente maestra detrás del ascenso político de mi esposo, Andrés.
Pero él no solo me traicionó con su asistente, Ivanna.
En la gala que lanzaba su campaña nacional, me humilló públicamente. Frente a todos, insinuó que construiría una nueva familia con ella, incluso hablando de "nuevas vidas" que llegarían a su hogar.
Sus palabras fueron un puñal, porque en secreto, yo estaba embarazada del hijo que por años había anhelado.
El hombre al que le entregué mi vida y mi futuro me desechaba como si no fuera nada.
Esa noche, le arrojé nuestro símbolo de unión a los pies y anuncié el divorcio.
A la mañana siguiente, tomé la decisión más dolorosa de mi vida: interrumpí el embarazo en secreto. Era la única forma de cortar para siempre el lazo que nos unía y empezar a reclamar la vida que él me había robado. Cinco Años De Mentiras
Urban romance Durante cinco años, Mateo dedicó su vida a Elena, la mejor amiga de su difunta madre, quien, tras un supuesto accidente, quedó postrada en una silla de ruedas.
Él, un joven aspirante a chef, pausó sus sueños para cuidarla, enamorado en secreto, soportando sus caprichos y excentricidades.
Pero una noche de tormenta, un diluvio en la Ciudad de México, al regresar con sus "medicamentos especiales", una risa furtiva lo detuvo en la puerta.
Era Elena y su amiga Sofía, y las palabras que escuchó ahogaron su alma: "Claro que sí, todavía no he terminado, faltan las humillaciones. Hoy es la número noventa y nueve" .
La parálisis de Elena, el sacrificio de Mateo, todo era una farsa, una cruel venganza por algo que ocurrió cuando él era solo un niño.
¿Un niño? La culpa. El nombre de Rodrigo. "Ese mocoso tuvo la culpa" , escupió Elena, "por su culpa, perdí mi única oportunidad" .
Cinco años de su vida, borrados. Un amor convertido en cenizas.
La llegada del "Dr. Ricardo" , un actor que remedaba al amor perdido de Elena, y el explícito desprecio de ser reducido a "el que ayuda" , la humillación de una reverencia forzada en el suelo sangrante, desató algo más oscuro.
La ignominia de ser enviado al almacén, la traición definitiva en el callejón, donde fue brutalmente agredido en su nombre; Elena quería el castigo final.
"Es la última vez" , susurró Mateo, con una voz helada en la noche.
Borró a Elena de su vida. Borró el pasado. Se arrojó al vacío, no de un puente, sino de una vida de tormento para renacer de las cenizas.
Con la ayuda de su tía Carmen, Mateo escapó a un nuevo mundo, sanando heridas y encontrando el verdadero amor en Camila.
Pero el pasado no se rendía. Elena, ahora realmente paralítica, reapareció, persiguiéndolo, acosando a Camila, reabriendo viejas heridas.
Fue el momento de la verdad. Mateo la confrontó, pero aquella "pobre víctima" se atrevió a confesar: "Te amo, Mateo" .
La palabra "asco" fue la única respuesta a tanta depravación, a tanto tormento.
Fue el final. Su última petición: "Desaparece" .
La promesa de una vida nueva, sin sombras, en los brazos de Camila, mientras los fantasmas del pasado finalmente encontraban su propia justicia. Cinco Años, Un Corazón Roto
Xuanhuan Mi sistema, tan puntual como siempre, anunció el inicio de la cuenta regresiva.
[La cuenta regresiva de siete días para el regreso ha comenzado.]
[Anfitriona, por favor prepárese.]
Llevaba cinco años casada con Ricardo. Cinco años de promesas vacías y un corazón entregado a otra.
Él acababa de entrar por la puerta, quejándose del trabajo: "Sofía, Lucía se enfermó otra vez, pobrecita. Le di algo de dinero para que viera al doctor. Este mes la cosa va a estar un poco apretada."
Todos en el vecindario decían que yo era la esposa más afortunada. Nadie sabía que casi todo su sueldo se iba en Lucía, su "amiga" de la infancia.
Nadie sabía que mientras él le compraba abrigos de piel a ella, yo usaba el mismo suéter gastado por tercer invierno consecutivo.
Nadie sabía que mis manos, que alguna vez fueron suaves, ahora estaban llenas de callos por empujar un carrito de comida bajo el sol y la lluvia para pagar nuestras cuentas.
El sistema anunció que la tarea de "conquistar a Ricardo" había terminado. No por éxito, sino por tiempo.
Y ahora, me ofrecía un regalo de consolación: un boleto de vuelta a casa. A mi México.
"Lucía necesita un mejor lugar donde vivir. Estoy pensando en usar el dinero que hemos ahorrado para comprarle un pequeño patio."
El dinero del que hablaba era el que yo había ahorrado vendiendo comida en la calle.
Antes, le habría gritado. Ahora, sólo sentía un vacío.
"Haz lo que quieras" , dije, mi voz sonaba plana y extraña incluso para mí.
Me había entregado mi corazón en bandeja de plata, y él lo había pisoteado una y otra vez.
¿Y ahora me llamaba sensata porque finalmente me había rendido?
La mañana en que Ricardo finalmente le negó el acceso a Lucía, creyó que había hecho un gran gesto.
Él me miró con desesperación y esperanza: "Sofía... ¿viste? La he dejado. Para siempre. Ahora solo somos tú y yo."
Para mí, su gran declaración llegó cinco años tarde.
Cuando mi cuerpo se disolvió en luz dorada para volver a casa, él apenas alcanzó a decir mi nombre.
Ni siquiera sabía mi nombre completo. Mi Boda, Su Humillación: El Precio del Desdén
Romance Durante doce años, me dediqué en cuerpo y alma a Viñedos Montenegro y a Mateo, el hombre que amé desde la infancia, sacrificando mis sueños por él.
Faltando solo días para mi trigésimo cumpleaños, y la promesa nunca cumplida de Mateo de casarse, descubrí la cruel verdad.
Lo escuché llamarme "tonta útil" y "perro faldero" a mis espaldas, mientras planeaba su boda secreta con Isabella, la superficial secretaria.
Mis amigas me felicitaban emocionadas por la "gran celebración" y "sorpresa" de Mateo, ajenas a que se refería a su enlace y no al mío.
Luego, en el Registro Civil, vestida de novia, fui recibida con burlas y una bofetada pública de Isabella.
¿Doce años de lealtad para ser tan solo un objeto despreciable?
El dolor era agonizante, pero con cada burla, una claridad brutal me invadió.
Con voz firme, le exigí a Mateo que confirmara su boda con Isabella frente a todos.
En ese instante, como un torbellino de elegancia, llegó Alejandro, mi verdadero prometido, para proclamarme suya.
Tomados de la mano, entré a mi nueva vida, dejando a Mateo atónito y humillado, listo para saborear su propia amargura. Siete Años de Una Farsa
LGBT+ Era el séptimo aniversario de bodas y la tensión en el comedor de los Fuentes era palpable, Sofía, como siempre, sostenía una sonrisa forzada, mientras su esposo, Ricardo, un genio arqueólogo, permanecía ajeno, rígido y distante.
Todo se vino abajo cuando, intentando mostrar fotos familiares, la pantalla grande del comedor proyectó, por error, la transmisión en vivo de la cámara de seguridad del estudio de Ricardo.
Lo que vimos nos heló la sangre: gemidos ambiguos de dolor y placer, Ricardo aferrado a su escritorio, y una mujer, Elena Vargas, su supuesta "terapeuta", asistiéndole con una pericia explícita en su cuerpo.
La humillación me quemaba la cara; él, que se estremecía con mi roce, ¿pagaba a otra para excitarse así?
Sin decir una palabra, cancelé mi beca en Florencia, mi sueño de toda la vida, y con la voz extrañamente calmada, marqué el número de un abogado: "Buenas noches, hablo para solicitar una cita para iniciar un trámite de divorcio". Me Caso Con Tío de Mi Novio
Romance Tres años.
Tres largos años desde que Alejandro, el hombre con el que iba a casarme, me abandonó en el altar, alegando una ridícula "iluminación espiritual" para unirse a una secta.
La verdad, sin embargo, era mucho más sucia y terrenal: no había secta, solo Laura, una mujer a la que Alejandro, mi prometido, había decidido "rescatar" de la miseria para casarse con ella y escalar socialmente, dejándome a mí, Sofía, como daño colateral.
Ahora, la mansión se abre de golpe y él está de vuelta, con la misma arrogancia, y a su lado Laura, embarazada, sus ojos recorriendo mi hogar con una mezcla de envidia y triunfo, como si esta casa también les perteneciera por derecho.
Con una sonrisa torcida, Alejandro anuncia: "Sofía, he vuelto. Laura y yo nos casaremos. Ella espera a mi hijo. Pero no te preocupes, siempre habrá un lugar para ti a nuestro lado, como una hermana".
Escuchar su propuesta, tan audaz como absurda, me revolvió el estómago. Recordé la humillación, las miradas de lástima, las fotos de él y Laura construyendo la vida que me robaron.
Mi aparente sumisión los desarmó, se sentaron victoriosos en el sofá, pero justo entonces, un torbellino de energía infantil irrumpió: "¡Mami!"
Mi hijo Daniel, de dos años, corrió a mis brazos, y la sonrisa de Alejandro se congeló, su arrogancia reemplazada por el shock. Laura lo miró fijamente, con incredulidad y furia contenida.
Entonces, con la inocencia pura de un niño, Daniel señaló el retrato de su padre sobre la chimenea: "¿Dónde está papá? ¿Papá no ha vuelto todavía?".
Esa pregunta, cargada de un significado que pulverizó su mundo, destrozó por completo el universo de Alejandro. Su cara, petrificada, pasó del shock a una furia oscura y profunda: ¿De qué demonios estaba hablando? ¿Quién era este niño? Identidad Robada
Romance Nací con un destino cruel: ser la "piecita de repuesto" de mi hermana Sofía.
Invisible, despreciada por mis padres, encontré consuelo y amor en secreto.
Cuidé de Alejandro de la Vega, ciego tras un accidente, y bajo el nombre de "Lucero", le devolví la luz con mi música y mi voz.
Nos enamoramos, sellando nuestra conexión con un viejo dije de huayruro.
Pero justo cuando él estaba a punto de recuperar la vista, Sofía y mis padres orquestaron la traición más vil.
Usurparon mi identidad, convenciendo a Alejandro de que Sofía era su "Lucero".
Cuando Alejandro abrió los ojos, me repudió, llamándome mentirosa y obsesiva.
Mis padres, cómplices y abusivos, me humillaron pública y privadamente, llegaron a golpearme y encerrarme en un sótano.
Fui forzada a presenciar su compromiso, mi corazón roto y mi verdad silenciada por sus mentiras.
Incluso intenté mostrarle el dije de huayruro, nuestro símbolo, ¡y él me despreció aún más!
¿Cómo pude ser tan ciega?
¿Cómo pudieron mis propios padres convertirme en un fantasma, una marginada, por el capricho de Sofía?
Mi vida no importaba; era solo un obstáculo para la "felicidad" de ellos.
La humillación pública, la violencia familiar, el desprecio de Alejandro... cada golpe era un clavo más en el ataúd de mi ser.
Pero en mi punto más bajo, encerrada y olvidada, algo dentro de mí se rompió para siempre, pero también renació.
El amor, la esperanza... se convirtieron en cenizas.
Rompí el billete de avión que me obligaban a tomar, renuncié a mi apellido y a todo lazo familiar.
En el día de su boda, dejé un último "regalo" que develaría la verdad, y me fui.
Adiós, Lima. Adiós, pasado.
Es hora de vivir. Ruinas de un Amor de Siete Años
Urban romance Estaba todo listo para la noche perfecta.
Siete años con Luciana, mis amigos en el salón, la cena preparada y en mi bolsillo, el anillo.
Pero Luciana no llegó.
La llamé y una voz arrogante, ajena a ella, me respondió: era Iván, su protegido.
Dijo que estaba "ocupada" ayudándole en su estudio.
Minutos después, el golpe de martillo llegó: una publicación en Instagram de Iván, una foto de Luciana riendo con la leyenda "¡La musa perfecta! ¡Enamorado! ❤️".
El aire se me escapó de los pulmones, la humillación me asfixió.
Cuando ella apareció, tarde en la noche, actuó como si nada, me pidió la cena y luego, ante mi ultimatum de quedarse o irse con él, me tachó de celoso y posesivo antes de cruzar la puerta, de su brazo.
¿Cómo podía una persona ser tan cínica, tan vacía?
¿Siete años de amor para esto?
¿Para ser reemplazado por un aspirante a artista que se atrevía a reírse de mí?
Fue el clavo en el ataúd de mi pasado.
Esa misma noche, decidí que no había nada más para mí en Sevilla.
Tomé la maleta y me marchaba, dejando atrás los escombros de lo que creí que era mi vida.
Pero lo peor de su traición, estaba aún por llegar. La Venganza de La Primera Dama
Romance En mi vida anterior, mi hermana Sylvia apareció ante mí, cubierta de marcas de abuso, abandonada en la fría morgue tras casarse con el presidente Máximo Castillo.
Luego, el olor a tabaco cubano lo envolvió todo y un dolor agudo me atravesó la espalda, ahogándome en mi propia sangre.
Cuando volví a abrir los ojos, me encontré de vuelta en mi cama en la mansión García, ¡el mismo día en que Máximo venía a proponer matrimonio a mi hermana!
Reconocí este día, el inicio de nuestra tragedia, y el recuerdo de su cuerpo sin vida, el mío propio asesinado, y la traición me llenaron de una furia helada.
Esta vez, no dejaré que la historia se repita; esta vez, yo seré quien se case con el monstruo, entrando en la boca del lobo para asegurar nuestra venganza y cambiar nuestro destino. El Precio de Su Ciego
Urban romance Mi mano temblaba mientras firmaba los papeles del divorcio, un acto que sellaría el fin de mi matrimonio con Isabella y pondría en marcha un futuro incierto.
Pero para mí, Ricardo Vargas, ese no era el final, sino el comienzo de una segunda oportunidad, un milagro inexplicable tras una pesadilla que ya había vivido una vez.
Recordaba la ceguera de Isabella, su devoción absoluta por su hermana, Camila, y su sobrino mimado, Mateo, cómo mi hogar se convirtió en una fuente inagotable de recursos para ellos, mientras mi propia hija, Sofía, era ignorada.
La imagen más dolorosa, la que me había despertado sudando frío, era la de mi pequeña Sofía, de solo cinco años, ardiendo en fiebre, luchando por respirar.
Mientras yo, desesperado, llamaba a Isabella una y otra vez sin obtener respuesta; ella, como siempre, atendía los caprichos de su hermana.
Cuando finalmente regresó a casa, ya era demasiado tarde: la vida de Sofía se había apagado en la soledad de su habitación, y con ella, el alma de Ricardo se había roto en mil pedazos.
Ahora que el destino me había dado una segunda oportunidad, me di cuenta de que mi esposa ni siquiera conocía a su propia hija.
Necesitaba una prueba, un ultimátum silencioso, y así se lo propuse a mi Sofía: "Cuando mamá llegue, si viene a verte a ti primero y te da un beso, nos quedaremos aquí todos juntos; pero si va primero a ver a tu primo Mateo, entonces tú y yo nos iremos de viaje, un viaje muy largo, solo nosotros dos, ¿estás de acuerdo?".
Unos minutos después, el auto de Isabella se estacionó afuera y escuchamos su voz melosa y preocupada: "¡Camila! ¡Mateíto, mi vida! ¿Cómo están? Vine en cuanto me dijiste que el niño tenía tos".
Y así, la traición se confirmó, fresca y punzante como la primera vez, mientras veía la silenciosa decepción en los ojitos de mi Sofía.
En ese momento, la rabia crecía en mi interior, y me di cuenta de que Isabella no había cambiado; ella nunca cambiaría. No sabía que esta vez, yo sí lo haría. Esposa Invisible, Corazón Roto y Divorcio
Moderno Para salvar las tierras de mi gente, me casé con Román Sánchez. Durante cuatro años, fui su esposa invisible en un matrimonio por contrato.
Pero la farsa se convirtió en una pesadilla cuando su amante, Nilda, se mudó a nuestra casa.
Una noche, me desmayé después de que él me abandonara para correr a los brazos de ella.
Desperté sola en un hospital, y la doctora me confirmó que estaba embarazada de ocho semanas.
Mientras tanto, en la habitación de al lado, Román celebraba el falso embarazo de Nilda. Me había abandonado por una mentira.
En ese momento, el amor murió.
Así que le entregué los papeles de divorcio disfrazados de un trámite de impuestos.
"Firma aquí, Román. Es urgente".
Con su firma, no solo recuperé las tierras de mi pueblo, sino también mi libertad y la de nuestro hijo, a quien él acababa de renunciar sin saberlo. De Incubadora a Emperatriz
Moderno , soy Colleen Hoover, y estoy lista para sumergirme en esta historia. No hay tiempo para preámbulos, vamos directo al grano, al corazón de la emoción cruda y sin filtros. Aquí comienza.
En nuestro segundo aniversario, mi esposo me llamó "incubadora".
Dijo que nuestro matrimonio era una farsa para salvar a su familia de la quiebra y que, para darle un heredero, no necesitaba tocarme.
Al día siguiente, me arrastró a una clínica para una fertilización in vitro forzada.
Esa misma semana, le salvé la vida de un ataque de lobos en el bosque, quedando gravemente herida. Mientras me desangraba, él le dio todo el crédito a su amante, Frida.
Pero lo que me rompió fue escucharlo decir que deseaba que yo hubiera muerto para ahorrarse el divorcio.
En ese instante, el amor y la esperanza que sentía se convirtieron en un frío deseo de venganza.
Tomé el teléfono y llamé a mi abuelo, el magnate Augusto Ibáñez.
Gerardo Bermúdez me había usado, humillado y deseado mi muerte.
Ahora, yo lo destruiría.