Gavin
1200 Libros Publicados
Libros y Cuentos de Gavin
El Sacrificio Oculto de mi amor
Romance Él era el hombre al que una vez amé más que a nada, pero nuestro matrimonio se había convertido en una tortura diaria de humillación. Yo, Isabella Montoya, vivía bajo la cruel mentira de haberlo abandonado por dinero y ambición, mientras, en secreto, había sacrificado todo por él, incluso donarle un riñón para salvarle la vida.
Para protegerlo de los peligros del cartel y cumplir mi misión secreta, tomé la decisión más desgarradora: fingir mi propia muerte. Incendié nuestra casa, dejando un señuelo para que fuera encontrado en mi lugar. Para él, Isabella Montoya había desaparecido para siempre.
Lo que no sabía era que mi supuesta desaparición desenterraría la verdad que él había ignorado. Él descubrió el sacrificio de mi riñón y cómo lo había rescatado secretamente de la muerte en varias ocasiones. Consumido por el arrepentimiento, su furia se volcó contra Carolina, la mujer que había envenenado su mente y se había atribuido mis acciones. La venganza de Santiago fue gélida, torturándola sin piedad hasta despojarla de su identidad.
Él me creía muerta, yo seguía viva. Cuando nuestros caminos se cruzaron de nuevo, en mi fiesta de compromiso bajo la identidad de "Valeria Rojas", él vio no a la heroína que lloraba, sino a la "maldita víbora" que creyó haber perdido para siempre. ¿Cómo podía hacerle entender sin exponer mi misión y destruir todo lo que había construido?
Atrapada entre el amor del pasado y un peligroso presente con el cartel, sabía que el juego apenas comenzaba. La verdad sobre mi vida era aún más oscura que su odio, y mi misión me obligaba a un último y cruel sacrificio. Mi vida de mentira, destino fatal
Romance Isabella Vargas vivió veinte años creyendo ser la hija de una rica familia bodeguera, dueña de prestigiosos viñedos en Mendoza. Su vida parecía un cuento de hadas.
Pero un día, el hallazgo de un viejo testamento reveló la devastadora verdad: no era de sangre Herrera, sino la huérfana de modestos empleados fallecidos en un trágico accidente. Toda su existencia fue una mentira.
La familia la expulsó con una frialdad desalmada, pero Mateo Herrera, el hijo mayor, obsesivo y posesivo, la forzó a un compromiso, convirtiéndola en su cautiva personal. A pesar de intentos desesperados, su vida se volvió una jaula de oro. Tras un accidente que le causó amnesia a Mateo, la familia la denigró a sirvienta, pagándole una fortuna para que desapareciera, una libertad agridulce que la llevó a Uruguay con su amigo Santiago.
Sin embargo, Mateo recuperó la memoria, y con ella, su enfermiza fijación, arrastrándola de vuelta al infierno. La sometió a una tortura psicológico y física sin límites, incluso intentando usarla como moneda de cambio en sus sórdidos negocios. ¿Cómo se liberaría de un monstruo que la perseguía sin tregua?
En el culmen de la humillación, Isabella se negó a seguir siendo una víctima. Su espíritu renació, no para huir, sino para desmantelar el imperio de Mateo. Se armó de ingenio y coraje, convirtiéndose en arquitecta de su caída, porque en esta cacería, ella sería el cazador, buscando la justicia y la ansiada paz. Venganza desde la Cuna
Historia El frío de la muerte aún se aferraba a mis huesos, recordándome la sangre en mis sábanas y el dolor lacerante de perder a mi hijo nonato.
Todo esto, mientras mi esposo, el Príncipe Alejandro, consolaba a mi propia hermana, Valentina.
Ese recuerdo se desvaneció como un fantasma al amanecer al despertar y sentir la mano del médico en mi vientre.
"Estás embarazada de casi dos meses. El bebé está sano", dijo con una sonrisa.
¿Embarazada? Una ola de emociones me golpeó: la alegría, la desesperación pasada y una furiosa esperanza.
Recordé la verdad con aterradora claridad: cómo mi hermana, egoísta y hermosa, rechazó este matrimonio, alegando amor por un plebeyo.
Yo, que amaba en secreto al príncipe, ocupé su lugar para salvar el honor familiar.
Recordé su regreso meses después de mi primer embarazo, llena de arrepentimiento y celos, seduciendo a Alejandro con insultante facilidad.
¡Escuchaba sus risas resonando por los pasillos mientras yo me marchitaba en mi habitación, su traición la daga que causó la pérdida de mi bebé y, finalmente, mi propia muerte por una "fiebre repentina"!
El Príncipe Alejandro entró con su sonrisa perfectamente ensayada al escuchar la noticia.
"¡Sofía, mi amor! ¡Seremos padres!", exclamó, abrazándome con frialdad y el ligero perfume de otra mujer en su ropa.
Fingí una sonrisa tímida, pero por dentro, mi corazón era un témpano de hielo: este hombre solo un peón, mi hermana, mi propia sangre, el verdadero objetivo.
Tenía una segunda oportunidad. No para amar, sino para vengarme. Renacer a escapar
Romance Un dolor agudo me partió la cabeza, y al despertar en un hospital de Sevilla, lo primero que me dijeron fue que tenía veinticinco años y estaba casada con un hombre al que no recordaba, Mateo Vargas.
Mi "esposo" era un completo desconocido, un hombre frío y calculador que había accedido a un matrimonio de conveniencia orquestado por nuestras familias para fusionar bodegas, y que además, me engañaba descaradamente con su asistente legal, Isabel Montoya.
Descubrí con horror que, en esta vida que no era mía, había renunciado a mi pasión por la fotografía, al flamenco, a mi tatuaje del ave fénix e incluso a mi moto, todo por complacer a este hombre que me despreciaba y se burlaba de mí a mis espaldas, llamándome "una mona vestida de seda", y el colmo, mientras yo perdía a nuestro hijo en el hospital, él estaba de vacaciones con su amante.
El dolor y la humillación eran insoportables: ¿cómo había llegado a ser la sombra de la Sofía libre y apasionada que recordaba, una mujer que lo había perdido todo por un hombre que ni siquiera la quería viva?
Al borde de la desesperación, después de un accidente que casi me cuesta la vida, me encontré de vuelta en el pasado, justo antes de cometer el mayor error: casarme con él, y ahora, con la memoria intacta de mi infierno anterior y una segunda oportunidad, estoy decidida a reclamar mi libertad, mis pasiones, y encontrar el verdadero amor, custodiando mi corazón de todo lo que una vez me arrebató la vida. El Último Susurro de Sofía
Romance Sofía, una artista llena de vida, y Mateo, el arquitecto de sus sueños, construyeron un imperio de amor en el humilde barrio de Narvarte. Sus vidas eran un lienzo de felicidad, marcado por sueños compartidos.
El éxito y la ambición transformaron a Mateo en un extraño, obsesionado con un heredero que Sofía, atormentada por la infertilidad, no podía darle. La aparición de Valeria, su ambiciosa asistente, desató una traición devastadora, y el diagnóstico fue un golpe final: cáncer de páncreas terminal.
Mientras Sofía se consumía, Mateo la ignoraba cruelmente. Pero la calculada crueldad de Valeria la destrozó: mensajes, fotos íntimas, la profanación de su santuario en Narvarte, donde el mural de girasoles fue brutalmente destruido. El clímax llegó cuando Mateo, al revelar el embarazo de Valeria, le deseó la muerte con escalofriante indiferencia.
¿Pudo el hombre que le prometió amor eterno desear su final con tal crueldad? ¿Por qué Valeria se encarnizaba en borrar cada rastro de su existencia? El sabor amargo del agave azul, el sabor de la traición y la soledad, se instaló en el alma de Sofía.
En un último acto de dignidad, Sofía tomó una decisión: moriría en sus propios términos, dejando una verdad oculta en las páginas de un diario. Su partida no sería el final, sino el inicio de una justicia poética que arrastraría a Mateo a un abismo de culpa y locura. La Sustituta del Vestido Rojo
Urban romance La música de la fiesta apenas existía para mí, aunque estaba en medio de todo, una extra en mi propia vida, llevaba un vestido rojo, un pequeño acto de rebeldía.
Pero cuando Mateo me vio, su rostro se transformó, y sus palabras heladas, "¡¿Qué demonios traes puesto?!", golpearon como un puñal.
"Te dije que no usaras rojo," sentenció, y su madre, Doña Elena, remató con una sonrisa de víbora: "Ella no es Ana."
Ahí estaba la verdad que me ahogaba: yo era la sustituta, la mujer sin apellido que solo servía para dar un heredero, jamás la esposa.
Sentí que el aire se me iba de los pulmones, la humillación quemaba, y por un instante, me pregunté si había algo de verdad en sus crueles palabras.
"Necesito un poco de aire," dije, soltándome de su agarre, y dejé atrás la farsa, porque algo en mí, por fin, se negaba a seguir viviendo así. La próxima vez, conquístame
Romance Carmen Villaverde, ahora Valentina Morales, parpadeaba, atrapada en un cruel ciclo de reencarnaciones impuestas por una enigmática Voz del Destino.
Cinco vidas diferentes, cada una una tortura, con la misma misión: conquistar al frío y escurridizo Alejandro Domínguez.
Cada fracaso la devolvía a la cruda blancura de un nuevo techo, con sus propias muertes trágicas y el doloroso rechazo de Alejandro resonando en su alma.
Cansada y desesperada, la Voz le ofreció una "opción secundaria": Mateo Soler, el mejor amigo de Alejandro.
¿Mateo? ¿El chico sensible y melancólico, relegado siempre a un segundo plano?
Recordó las mínimas interacciones: su gentileza como Lucía en Sevilla, su mirada triste en Salamanca, su mano protectora en Granada mientras ella moría.
Y entonces, la memoria más desgarradora: sus últimas palabras como Isabel, suplicando con voz rota "La próxima vez, conquístame a mí".
¿Cómo lo sabía? ¿Cómo podía él, el "secundario", recordar lo que ella, la "anfitriona", apenas intuía?
¿Era toda su misión con Alejandro una farsa cruel, un desvío de un amor predestinado que siempre la había acompañado sin que ella lo supiera?
La idea de tal injusticia, de la superficialidad de su objetivo anterior frente a la conexión profunda con Mateo, la llenó de una rabia y una esperanza desconocidas.
Con lágrimas en los ojos y una nueva convicción, Valentina aceptó el cambio de objetivo, no como una misión impuesta, sino como su verdadero destino.
Lo que ella no sabía era que, mientras abrazaba esta nueva oportunidad, el despechado Alejandro se precipitaba hacia su propio y ridículo karma, un giro final que lo condenaría al fracaso eterno y sellaría la felicidad de Valentina. Amor Traicionado: La Bestia Despertó
Fantasía El grito de Sofía resonó en la lujosa sala, un sonido agudo y lleno de rabia que cortó el aire.
Mi xoloitzcuintle, "El Guardián", gimió suavemente a mis pies, ajeno a la farsa.
De repente, un impacto brutal y seco me paralizó: Sofía, con un tacón de aguja, había destrozado la vida de El Guardián.
Un aullido ahogado, un cuerpo convulsionado, y luego el silencio, sólo roto por el oscuro charco de sangre que se extendía en el suelo de mármol.
Mi fiel compañero, el legado de mi abuelo, yacía inerte, mientras la mujer a la que amaba sonreía con cruel satisfacción.
"¡Tú… lo mataste!", logré decir, la voz desgarrada por el horror y la incredulidad, pero su risa fría devoró mis palabras.
Sin piedad, Sofía ordenó a sus hombres que me arrastraran al sótano, un lugar húmedo y maloliente, donde la oscuridad me envolvió.
Escuché su voz gélida: "Suéltenlos", y entonces sentí unos gruñidos bajos y guturales.
Dos siluetas enormes y musculosas, dos pitbulls de pelea cuyos ojos brillaban en la penumbra, descendían las escaleras.
"¡Sofía, no! ¡Por favor, no hagas esto!", supliqué, el corazón latiéndome a punto de estallar.
Pero su cruel melodía resonó desde arriba: "¡Demasiado tarde, mi amor! ¡A ver quién entrena a quién ahora!".
Los perros se lanzaron sobre mí, sus fauces goteando saliva, sus dientes destrozando mi carne, mis propios gritos ahogados en mi sangre.
Fui devorado, solo un espíritu de dolor y confusión flotando en el frío y húmedo sótano, un testigo impotente de mi propia aniquilación.
Arriba, Sofía negaba mi muerte, manipulaba la historia y planificaba profanar la memoria de "El Guardián" por el capricho de Rodrigo.
Mi alma gritaba en silencio, viendo cómo la farsa de Rodrigo continuaba, una realidad tan grotesca que me rompía por dentro.
No era solo la crueldad de Sofía, sino la completa ceguera y la profunda locura lo que me atormentaba.
Pero, ¿quién era realmente Rodrigo? Y, ¿por qué Sofía se había convertido en este monstruo?
Desde la oscuridad de mi tumba sin nombre, mi espíritu juró que la verdad saldría a la luz. Mi Boda, Su Humillación: El Precio del Desdén
Romance Durante doce años, me dediqué en cuerpo y alma a Viñedos Montenegro y a Mateo, el hombre que amé desde la infancia, sacrificando mis sueños por él.
Faltando solo días para mi trigésimo cumpleaños, y la promesa nunca cumplida de Mateo de casarse, descubrí la cruel verdad.
Lo escuché llamarme "tonta útil" y "perro faldero" a mis espaldas, mientras planeaba su boda secreta con Isabella, la superficial secretaria.
Mis amigas me felicitaban emocionadas por la "gran celebración" y "sorpresa" de Mateo, ajenas a que se refería a su enlace y no al mío.
Luego, en el Registro Civil, vestida de novia, fui recibida con burlas y una bofetada pública de Isabella.
¿Doce años de lealtad para ser tan solo un objeto despreciable?
El dolor era agonizante, pero con cada burla, una claridad brutal me invadió.
Con voz firme, le exigí a Mateo que confirmara su boda con Isabella frente a todos.
En ese instante, como un torbellino de elegancia, llegó Alejandro, mi verdadero prometido, para proclamarme suya.
Tomados de la mano, entré a mi nueva vida, dejando a Mateo atónito y humillado, listo para saborear su propia amargura. El Canto de la Venganza
Xuanhuan El dolor agudo en mi pecho fue lo último que sentí.
A través de mi visión borrosa, vi a Pedro, el vocalista de "El Zorro de Seis Colas", arrodillado frente a mi hermana Elena.
"¡Si no fuera por ti, yo debería haber sido el mariachi de Elena, y ya estaríamos juntos!", su voz llena de un resentimiento que nunca antes había escuchado, resonó en mis oídos antes de la oscuridad.
Entonces, un destello cegador.
Abrí los ojos bruscamente. Había vuelto, el día exacto de mi mayor humillación y de mi muerte.
Pedro se arrodillaba en el escenario, pero no ante mí, sino ante Elena.
"Elena", su voz profunda y resonante, "tu talento es una estrella brillante, mientras que el de tu hermana ya está en declive. Te ofrezco mi lealtad y mi carrera. Por favor, permíteme ser tu mariachi".
La declaración fue una bofetada en público. Elena sonreía, sus ojos brillaban con un triunfo mal disimulado.
Mi padre, ignorando mi presencia, se aclaró la garganta, su silencio una aprobación.
Pedro se giró hacia mí, su expresión ya no era devoción, sino fría condescendencia.
"Sofía, sé que compusiste 'Corazón de Agave' para mí. Pero eso fue un golpe de suerte. Tu estrella se está apagando. Elena es el futuro".
"Todo lo que hiciste por mí, te lo agradezco", continuó, su tono ligero.
"Fue una inversión. Te daré el doble de lo que gastaste en mí. Con eso, estamos a mano y podemos cortar lazos por completo".
"Incluso te compensaré por esas pequeñas heridas en tus manos. Cien mil pesos deberían ser suficientes para cualquier tratamiento estético", dijo con una sonrisa.
El aire se escapó de mis pulmones. En mi vida pasada, esto me destrozó. Pero ahora, solo sentía un frío glacial.
Levanté la barbilla y lo miré directamente a los ojos, una calma escalofriante en mi sonrisa.
"De acuerdo", mi voz clara y firme en el silencio. "Acepto. Cortamos lazos. Eres libre, Pedro".
La sorpresa cruzó sus rostros. No esperaban que yo lo dejara ir con tanta facilidad.
Pero ya no era la misma Sofía. La mujer que murió con el corazón roto había aprendido la lección.
Y esta vez, la que iba a reír al final sería yo. Estéril Es Tu Mentira
Urban romance El aroma a mole de olla recién hecho llenaba "Corazón de Maíz", mi restaurante con estrella Michelin.
Esa noche, el éxito era más dulce por el secreto en mi bolsillo: dos boletos a París para celebrar cinco años con Sofía, mi esposa, a quien creía "estéril" por un diagnóstico devastador.
Llegué a su apartamento parisino con un ramo de peonías, soñando con su cara de sorpresa.
Pero la sorpresa fue mía: Sofía estaba ahí, con una máscara de pánico y un vientre ¡de seis meses de embarazo!
"¿Armando? ¿Qué... qué haces aquí?", susurró, y mi mundo se derrumbó con el ruidoso golpe de las flores al caer.
"¿Estás embarazada? ¿Mi esposa estéril?", espeté, pateando las flores en el pasillo mientras ella confirmaba lo impensable.
"Nunca fui estéril. Falsifiqué el diagnóstico. No quería hijos, mi carrera despegaba." Cada palabra era un puñal.
Y el bebé no era mío. Era de un tal Ricardo Mendoza, un torero, un exnovio.
"¿Altruismo? ¡Estás loca! ¡Estás gestando el hijo de otro!", intenté gritarle, pero la rabia me ahogaba.
Su argumento de "acto noble" me revolvió las entrañas, mientras mi cerebro intentaba procesar la monumental traición de los últimos cinco años.
"O te deshaces de ese niño ahora, o nos divorciamos. Elige", solté, y su pánico se hizo evidente.
De repente, un ruido metálico en la puerta: una llave, y apareció Ricardo, el torero, besando su vientre y luego sus labios.
"¿Qué haces aquí, Robles? ¿Viniste a prepararnos la cena?", me dijo, con arrogancia, como si yo no existiera.
La furia me cegó. "¡Voy a matarte, hijo de puta!", grité, y en ese instante, Sofía me empujó, ¡protegiéndolo a él!
Mi puño se estrelló contra su mandíbula. El caos estalló. Él, el "enfermo terminal", me amenazó con hundirme.
Justo cuando estaba a punto de golpearlo de nuevo, la policía irrumpió. Ricardo y Sofía, actuando como víctimas, me arrojaron a la cárcel.
"Él es mi esposo, pero Ricardo y yo estamos juntos. Armando se volvió loco", declaró Sofía, y me convertí en el villano de su historia.
En la celda, una idea se forjó: el verdadero poder no era el dinero ni la fama, sino quienes los controlaban. Había una pieza clave que ellos no esperaban.
"No voy a pagarle ni un centavo", le dije al detective. Estaba harto de ser el perdedor.
"Lo siento, Armando. Todo se salió de control", me dijo Sofía al día siguiente, pálida y arrepentida.
"¿Se salió de control? ¿O simplemente siguió el guion que ustedes escribieron?", le espeté.
Pero luego, una sonrisa fría: "Necesitamos hablar. Los tres. En un lugar neutral. Mañana."
Ricardo, con aire de magnate, me ofreció un cheque con ceros infinitos para que desapareciera.
Lo rompí en pedazos. "Qué generoso para un hombre que se está muriendo", le dije.
"Nos falta una persona. La más importante, la que realmente tiene el poder aquí. La que paga por tus cigarros cubanos, Ricardo."
Y justo entonces, la puerta de la suite se abrió, revelando a Isabella Vargas, la esposa de Ricardo, "La Viuda Negra". No Hubo Amor Desde Principio
Adulto Joven Mi nombre es Sofía Romero, y esta es la historia de mi muerte. Morí el día que cumplí dieciocho años, el final de un castigo de ocho años. Todo comenzó con un error: a los diez, le rogué a mi hermano Mateo que volviera de su viaje, y esa noche mis padres recibieron la llamada: un accidente, no hubo sobrevivientes. Me convertí en la sombra culpable.
La noche que morí, la lluvia caía a cántaros. Un hombre me seguía. Temblorosa, marqué a casa. Mi madre contestó, pero mi súplica desesperada fue recibida con un silencio gélido. "¿Otra vez con tus mentiras para llamar la atención? Si tan solo te parecieras un poco a tu hermano... pero no, tenías que ser tú la que quedara. No vuelvas a llamar". Y colgó.
La pantalla del celular se oscureció, y con ella mi última esperanza. La frase de mi madre, "Ojalá nunca hubieras nacido" , resonó mientras la silueta del hombre se acercaba. Recogiendo los pedazos de mi éxito, mi madre me abofeteó: "Tú lo mataste. Nada de lo que hagas cambiará eso". Mi padre, presente, solo suspiró, guiándola fuera.
Sentí el crujido de mis huesos mientras el hombre me arrastraba a un callejón. El olor a sangre y basura, el brillo de un cuchillo. Después, nada. Horas después, mi padre, Javier Romero, detective forense, llegó a la escena del crimen, indiferente. En la morgue, mi padre analizó mis restos destrozados, buscando indicios del asesino.
Cuando Ricardo Solís, capitán y colega, le preguntó si conocía a la víctima al ver mi identificación, mi padre respondió con una crueldad helada: "Esa niña... Ojalá ya estuviera muerta hace mucho tiempo. Ella no es mi hija. Mi único hijo murió hace ocho años". Sus palabras me hirieron incluso en la muerte.
Floté sobre él, escuchando sus quejas sobre la brutalidad del asesino, sin saber que la "pobre chica" a la que se refería era yo, a quien había abandonado a su suerte la noche más oscura de mi vida. Supe entonces una verdad terrible: para ellos, yo ni siquiera calificaba para ser amada. Era una plaga, un error. Era un bicho de alcantarilla que no merecía vivir. Matrimonio por contrato: Mi sangre, Tu Medicina
Romance Durante cinco largos años, mi trabajo fue limpiar el desorden. Limpiar cada infidelidad de Mateo, mi arrogante esposo y heredero de una fortuna. Yo, Isabela, su esposa por contrato, vivía bajo la fría sombra de un acuerdo.
Pero el contrato estaba a punto de terminar. Soñaba con la paz y el divorcio. Sin embargo, el regreso de Sofía, su amante predilecta, desató el infierno y reveló una verdad aún más oscura. Mateo descubrió que su vitalidad dependía de mi propia sangre.
A partir de entonces, la crueldad de Sofía y la manipulación de Mateo se volvieron insoportables. Fui humillada, encerrada, y mis recuerdos de Javier, mi prometido fallecido, fueron usados para chantajearme. El golpe final: la brutal muerte de Sombra, mi perro, y la quema de todo lo que me quedaba de él. Destrozada y falsamente acusada, me dejaron morir.
Mi corazón ya no se rompió; se desintegró. Solo quedaba el vacío. ¿Cómo podía la vida exigirme tanto sacrificio, para luego arrebatármelo todo? Mi sangre, mi alma, mi dignidad, pisoteadas por la ingratitud.
Y así, me desvanecí del mundo, buscando refugio en un convento. Pero justo cuando pensé que la paz era posible, la vida tenía un último giro. Javier, el hombre que creí muerto, apareció. ¿Este reencuentro sería mi salvación o el preludio de una tragedia final? Soy la Tercera
Romance Mateo Vargas, un arquitecto que había abandonado la firma familiar por amor, sentía su vida perfecta junto a Sofía, carismática CEO de una startup.
Su matrimonio de cinco años, su mayor orgullo, estaba a punto de sellar su felicidad comprando un ático soñado en Madrid.
Todo se derrumbó cuando un simple trámite en el Registro Civil reveló una verdad demoledora: Mateo figuraba como soltero, y Sofía, su supuesta esposa, estaba casada legalmente... ¡con Javier Ríos, un colega suyo presente en su propia 'boda'!
Cinco años de su vida y sacrificios se convirtieron en una farsa cruel.
La humillación fue insoportable al oír a Sofía confesar que lo usaba, llamándolo un 'tonto enamorado'.
Javier incluso se mudó a casa, y Mateo descubrió que tenían una hija propia.
El colmo: conociendo su alergia, Sofía y Javier intentaron envenenarlo con paella de marisco, observándolo asfixiarse sin ayuda.
Mientras luchaba por respirar, la cruda realidad lo golpeó: la mujer por la que lo había dado todo no solo lo utilizó, sino que estaba dispuesta a dejarlo morir.
¿Cómo pudo haber sido tan ciego?
¿Cuánto tiempo vivió en esta abominable mentira?
Pero desde su lecho de hospital, la desesperación transmutó en determinación gélida.
Mateo Vargas ya no era el 'tonto enamorado'.
Resurgió con un plan de venganza pública meticulosamente orquestado.
Le daría a Sofía la fiesta del año, el palco perfecto para desenmascarar cada una de sus repugnantes mentiras ante la élite de Madrid.
Sería su caída definitiva. Cuando la Venganza es la Única Opción
Moderno Siempre creí que mi matrimonio con Alejandro de la Vega era un pacto perfecto, una fusión inquebrantable de la vieja aristocracia y el nuevo poder.
Este acuerdo se basaba en el respeto, el poder y, por mi parte, una creencia inquebrantable en nuestros límites.
Pero esa fe se hizo añicos la noche en que él permitió a su joven becaria, Valentina, ocupar mi lugar en el asiento del copiloto de su coche clásico.
Luego vino la pulsera de subasta, que debía ser mía, pero apareció orgullosamente en la muñeca de Valentina, una humillación pública que mi marido defendió.
Él la protegió incluso despidiendo a mi leal asistente, Isabel, y se mudó de casa, mostrándola públicamente en eventos de élite como su nuevo trofeo.
Me convertí en el hazmerreír de nuestro exclusivo círculo, la esposa abandonada y humillada.
Sin embargo, mi rabia no fue ciega; fue metódica y fría, alimentada por la comprensión de que Alejandro me usaba para proyectar su propio complejo de salvador y mi sufrimiento era su castigo personal.
Ya no había espacio para la conmiseración; solo quedaba la certeza de que había subestimado el daño que había causado.
Así, en una Nochebuena que marcaba el clímax de su traición, le lancé la bomba de un 'embarazo' con una cronología estratégica, despojándolo de su orgullo y revelando el abismo de nuestra farsa.
Mientras él se desmoronaba en la desesperación, le entregué los papeles del divorcio, cuidadosamente preparados, sellando el fin de su tiranía.
Tres años después, convertida en una mujer poderosa y felizmente independiente, Alejandro descubrió en un reencuentro casual que el hijo que crié solitariamente era suyo, un golpe devastador para su alma.
Aunque su ruego de perdón llenaba el aire, mi rechazo fue total y sereno: mi futuro, por fin, era solo mío, libre de la sombra de un 'nosotros' que él mismo había destruido. Cicatrices de un Sicario Leal
Romance Fui la sombra de Isabella, su sicario más leal. Por ella derramé mi sangre, cada cicatriz un tributo a mi devoción inquebrantable. Mi lugar a su lado era indiscutible.
Hasta que regresó con él: Rafa. Un muchacho de cara angelical y torpeza impostada. Lo presentó como su "protegido", su "consorte". Mi mundo se deshizo.
Me despojaron de mi hogar, de mi dignidad. Rafa ocupó mi lugar. Yo, el que la protegía de las balas, fui públicamente humillado y castigado. Luego, lo impensable: mataron a Sombra, mi único compañero. Sentí que me moría. Me arrojaron al mar, alimento para los peces.
¿Cómo pudo Isabella, por quien sacrifiqué todo, ser tan ciega? ¿Tan cruel? ¿Creer las mentiras de ese farsante y desecharme sin piedad? Mi corazón se desgarraba con ira y una confusión insoportable.
Pero el mar me salvó. Escapé de la muerte para buscar una vida nueva, lejos de la sangre. Sin saber que, al hacerlo, me acercaba a una verdad más amarga, y que el pasado, en un último acto sangriento, no me dejaría ir tan fácilmente. El Regreso de La Loba
Romance Hace siete años dejé Madrid, convencida de que mi familia me creía una fracasada en México.
Pero allí, en silencio y con sangre, construí un imperio de tequila y me gané un nombre: "Isabella, La Loba".
Volví a casa esperando resolver un pequeño asunto familiar, sin imaginar el infierno que me esperaba.
En un tablao flamenco exclusivo de Madrid, fui testigo de una pesadilla: mi hermana pequeña, Sofía, humillada públicamente por su prometido Mateo y su amante Valeria.
Estaban usando sus fotos íntimas y grabaciones para chantajearla, obligándola a vender las últimas reliquias de nuestra familia mientras la élite de la ciudad la observaba y se reía.
Vi con rabia cómo entregaba entre lágrimas el medallón de la Virgen, regalo de nuestra madre, y luego un mantón de encaje incalculable, mientras los susurros sobre la "pobreza" de los De la Vega llenaban la sala.
El horror creció al ver a mi padre, Ricardo, encorvado junto a nuestro mayor enemigo, la pieza final de la traición.
Él había dilapidado nuestra fortuna y confinado a mi madre enferma en una clínica barata.
¿Cómo se atrevían a profanar así nuestro honor, nuestra historia, nuestra sangre?
La ira, fría y cortante, se apoderó de mí, jurando una venganza que ni en sus peores pesadillas podrían imaginar.
Fue entonces cuando salí de las sombras, con una tarjeta negra ilimitada en la mano y la furia de La Loba en los ojos.
El "espectáculo" de Mateo había terminado.
Ahora, la cacería de Isabella de la Vega, la loba que creyeron muerta, estaba a punto de comenzar.
Y no tendría piedad con ninguno de ellos. La Novia del Escorpión
Romance El día de mi boda en Sinaloa, con mi sencillo vestido blanco y el "milagro" de plata de mi abuela en mano, todo parecía perfecto. Mi matrimonio con Ricardo, hijo del senador, era una alianza social, una fachada impecable de un futuro próspero.
Pero de repente, un video enviado por AirDrop irrumpió, mostrando mi rostro aterrorizado y sucio de mi secuestro semanas atrás. Mi corazón se detuvo.
Ricardo me soltó como si quemara, su padre anuló públicamente el matrimonio por "deshonra". Sola, humillada, bajo la mirada de escándalo de todos, fui forzada a convertirme en la esposa del temido Mateo, "El Escorpión", líder del cartel, arrastrada a su lujosa pero claustrofóbica "jaula de oro".
Durante tres años en esa prisión de lujo, sufrí abortos misteriosos. Al quedar finalmente embarazada por FIV, una esperanza renacía. Pero todo se desmoronó al escuchar a Mateo confesar que mi secuestro, mi humillación, los abortos e incluso el engaño sobre mi propio "milagro" de plata, ¡todo había sido una farsa orquestada con mi "mejor amiga" Isabella! Yo era solo una incubadora en su retorcido plan. No era su esposa, era un mero instrumento.
La tristeza se convirtió en una furia helada. Con mis manos destrozadas por la traición final de Isabella y Chucho, me arrojé al mar en la oscuridad, llamando a un cartel rival. Lo había perdido todo, pero mi venganza acababa de comenzar. Todo Para Isabela
Moderno Me desperté junto al pajar, con el olor a estiércol y a tierra mojada golpeándome la nariz. El sol de la tarde andaluza caía a plomo, pero a mí me calaba un frío que venía de la tumba.
Porque yo recordaba. Recordaba la tierra fría llenando mi boca, la oscuridad, y la voz de mi padre, Ricardo, diciendo que era por el bien de Isabela. Recordaba el fuego, el grito de mi hermano Javier, el cuerpo roto de mi madre Carmen. ¡Había regresado!
Intenté advertirles: "¡Mamá! ¡Javier! ¡Vienen a matarnos!". Pero mis súplicas fueron recibidas con risas y miradas incrédulas. Mi madre me secó las lágrimas mientras mi padre, por teléfono, susurró una amenaza helada: "Dile a esa hija tuya que esta vez nadie encontrará su tumba". Él también recordaba. Minutos después, los asaltantes irrumpieron. Me creyeron, sí, pero ya era demasiado tarde.
La desesperación me ahogaba. ¡Eran los mismos rostros, las mismas palabras incrédulas de mi primera vida! ¿Cómo era posible que nadie me creyera? ¿Que mi propio padre hubiera envenenado el pozo antes de mi llegada? ¿Por qué esta cruel condena?
Pero esta vez, no estaba indefensa. Un empujón desesperado de mi madre hacia la bodega me dio el primer as bajo la manga: la medalla de oro de la abuela. Luego, entre los escombros, lo vi: un dedo humano seccionado. En él, el anillo de mi hermano Javier. Esa prueba macabra, irrefutable, finalmente abriría los ojos de mi tío Mateo. Y mi otro as… las cámaras de seguridad ocultas que instalé en cuanto renací, listas para exponer la verdad de mi malvada hermanastra. Esta vez, la historia sería diferente. El Precio del Hambre y Amor
Historia El olor a frijoles fritos con chorizo me abría el apetito, un tormento en una casa donde la cuchara de mi madre solo servía porciones miserables para mí.
Pero una tarde, vi el brillo de una oportunidad: cincuenta pesos, el premio de un concurso de dibujo que gané con la esperanza de saciar mi hambre por fin.
Corrí a casa, el billete apretado en mi puño, solo para ver cómo la sonrisa de orgullo de mi madre se convertía en codicia al quitármelo.
"A tu hermano le hacen falta unos zapatos nuevos para el fútbol", dijo, sellando mi destino con sus palabras y su acto.
Esa noche, mientras el agua fría lavaba los trastes, el hambre en mi estómago se transformó: era un hueco en el pecho, una injusticia ardiente.
¿Cómo podía mi propia madre robarme así, negándome hasta el derecho a la comida?
No era solo sobre el dinero; era sobre mi valor, mi existencia.
Comprendí que si quería algo en este mundo, tendría que tomarlo, sin pedir permiso, sin esperar caridad.
El hambre dolía más que cualquier golpe, y yo estaba dispuesta a pagar cualquier precio por saciarla.