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Amor en periodo de prueba

Amor en periodo de prueba

J.Łicet.

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Capítulo

Scania es una mujer poderosa que tiene todo, menos el amor, ya que el hombre con el que se casó por contrato está enamorado de un imposible. Una noche incómoda para ambos decidieron llevar la fiesta en paz y sin darse cuenta encontraron el amor. ¿Se puede encontrar el amor en la persona culpable de tus desgracias? ¿Cuánto tiempo debemos esperar para confirmar que es amor real?

Capítulo 1 Proceso de divorcio

El movimiento de las cortinas al sentir la brisa fuerte hicieron que el florero cayera y se rompiera en mil pedazos. En ese momento, Scania se despertó asustada por el fuerte ruido y al mirar su reloj, estaba tarde para llegar a la empresa.

-¡Muchas gracias, naturaleza!

Fueron sus palabras y seguido corrió como loca. Entró al baño, donde hizo magia, ya que logró llegar a tiempo a la empresa.

-¿Qué te ha pasado, amiga?

La recibió Alexandra. Su mejor amiga, abogada, asistente, contadora y psicóloga. Scania era una mujer llena de trabajo y heredera de un gran imperio.

Sus padres la casaron por contrato con un hombre arrogante, frío y malhumorado, que jamás la tomó en serio, ya que la hacía culpable de perder al amor de su vida por ese estúpido matrimonio.

-Como siempre, no llegó a la casa. -Expresó junto a un suspiro largo.

-¡Ay, no, amiga! ¿Sigues sufriendo por lo mismo 3 años después?

-Dante ha hecho de mí lo que ha querido y justo cuando despierto y estoy convencida de dejarlo, sucede esto. -terminó entregándole una prueba de embarazo positiva.

-¿Qué? ¡Ay, amiga!

-¡¿Qué suerte tengo, no!? -expresó con ironía. -Una noche en la que llegó borracho me quitó la virginidad y hasta me dejó embarazada. -Alex la miró con horror. -Sí, amiga, y lo peor es que no recuerda nada.

-Dante, es apuesto y varonil, un hombre que todas las mujeres desean, pero es un maldito.

-¿Es una novedad? Conmigo lo ha sido en todo momento. Ayer me llamó para decirme que debíamos hablar y, aunque lo esperé durante toda la tarde, no se presentó y, como siempre, tampoco se tomó la molestia de avisar.

-¿Qué se traerá? También ha convocado una reunión con todos los socios de las empresas.

-Tendré que esperar hasta la reunión y enterarme junto a todos los demás. -respondió girando su bolígrafo.

-¿En qué estaban pensando tus padres cuando decidieron hacer ese contrato para qué te casarás con ese hombre?

-¡No lo sé!

-¿Qué harás con tu embarazo?

-Eso tampoco lo sé. Pienso aprovechar la reunión pautada para contarle todo.

-No tengo palabras para decirte. Ustedes se ven muy bien juntos, pero no llevan la fiesta en paz.

-Él se la pasa viajando y buscando cualquier pretexto para no compartir la mansión conmigo. Me odia y eso lo puedo ver en su mirada.

Scania estaba realmente decepcionada por la situación que estaba viviendo. En ese momento solo deseaba tranquilidad, pues no estaba pensando claro.

Terminando la tarde, regresó a casa y encontró el auto de su esposo estacionado en el garaje, cosa que no era muy usual.

-Buenas tardes, señora. -Su ama de llaves la recibió en la entrada. -El señor Salazar la está esperando en su oficina, me dijo que se lo comunicará en cuanto estuviera de regreso.

-Gracias por avisar, Josefa.

Un suspiro largo y empezó a caminar con dirección hacia la oficina. Aunque ese hombre era su esposo, las veces que solían estar juntos eran muy pocas y tediosas.

«Tock, Tock, Tock».

-¡Adelante!

Escuchó ese tenor de voz fuerte y de inmediato sus rodillas se aflojaron y sus pasos se volvieron pesados.

-¿Me querías ver?

Él la observó detenidamente con el ceño fruncido, pues frente a él tenía a la mujer que hizo que su vida diera un giro inesperado.

-Toma asiento, tengo unos puntos importantes que hablar contigo.

-¿Sobre la reunión de las empresas? -preguntó de inmediato.

-No. -La miró fijamente a los ojos. -Sobre la falsa tan incómodas que vivimos detrás de esas puertas.

Ella se sentó intentando ocultar sus manos temblorosas. -Te escucho.

Él se puso de pie y le colocó un documento sobre la mesa.

-Te he traído la solicitud de divorcio.

En cuanto vio el documento, su corazón empezó a latir lento y su pecho se sentía frío. ¿De veras ese hombre no sentía nada por ella? ¿Cómo podía ser tan frío?

Su sueño inicial era formar una hermosa familia numerosa. Amar y ser amada, pero la vida tenía planes distintos y ya lo había descubierto.

-¿No dirás nada?

Al escuchar su voz, tragó saliva y decidió no verse vulnerable. Aunque su alma se estaba quebrando, ella no lo iba a demostrar.

-Lo voy a firmar, pero tengo una condición.

-¿Condiciones? Ja, ja, ja. Sabía que no te quedarías de brazos cruzados. ¿Qué quieres? ¿Deseas la fortuna que he logrado durante nuestro matrimonio?

-No. Solo quiero que agregues a esta cláusula, que no quiero nada de lo que tienes, pero tampoco tendrás derecho a lo que poseo y está fuera del contrato inicial.

-¡Aceptó! Cómo pudieron ver, yo trabajé para subir y obtener el nombre que hoy poseo.

-Bien, me alegra que estés de acuerdo.

-¿Te estás cuidando de mí?

Ella lo miró y en sus ojos solo encontró un abismo. Ella era una mujer hermosa a la que los enamorados e interesados en una relación no le faltaban. Y al saber que vivió con él y nunca le prestó atención, la golpeaba directamente en el ego.

-No. Yo solo estoy haciendo lo que corresponde.

Terminando esas palabras, agregó con el lapicero en la hoja lo que le había pedido y le dio la espalda para salir sin decir una palabra más.

-No se puede ser tan caprichosa.

Ella se volteó y lo miró. -¿Pero si se puede ser tan estúpido?

Las lágrimas estaban detenidas, pero antes de entrar a su habitación estaban rodando por sus mejillas, ya que era imposible no hacerlo, pues las preguntas eran demasiadas y las respuestas parecían haber desaparecido.

¿Qué se supone que haría en ese momento? Estaba embarazada de su futuro exesposo y sin el más mínimo deseo de informarle.

«Aplausos»

-¡Qué buen número, señor Salazar! -Dante se puso de pie y observó a su suegro, quien lo miraba con desagrado.

-Señor Ferré -Tartamudeo, aturdido ante la visita.

-¿Quién diablos crees que eres para tratar a mi hija de esta manera?

-Yo, yo... Hoy es el día de explicarle. -Se puso de pie y caminó hacia dónde se encontraba su suegro.

-¡Aquí no hay nada que explicar! Hicimos un contrato por el periodo de cinco años y solo han pasado tres. -Se acercó al escritorio y rompió el documento en mil pedazos.

-Este matrimonio solo nos ha traído malos ratos y en acuerdo con su hija, hemos tomado la decisión de terminarlo.

-Dante Salazar. No sé si entendiste bien mis palabras el día que le presenté el documento a tu familia, pero hoy, tres años después, te lo voy a repetir por si lo había olvidado.

Tienes que mantener un matrimonio con mi hija por el periodo de cinco años o le quitaré todo lo que poseen ¿Está bien que ordené una petición de divorcio cuando se te antoje?

Dante estaba atragantado entre la ira y la impotencia, pero conocía muy bien el poder del señor Ferré.

-Estaba por informarle sobre el proceso, pero su secretaria me dijo que estaba fuera del país.

-¡La oportunidad perfecta! ¿Cierto? -se dirigió a él con ironía. -Aquí queda muy claro, que el poder hace a las personas arrogantes. Te recuerdo que lo que tienes es gracias al acuerdo entre tu padre y yo, pero te informo que si no cumples con todo lo pautado, de manera inmediata lo pierdes todo.

-Esto no funciona. Su hija ya se dio cuenta de que no la amo y eso nunca cambiará.

-¿Me estás diciendo que no la estás haciendo feliz?

En ese momento, Dante no pensó en que lo podría perder todo y reclamó.

-¿Por qué haces esto? ¿Qué debo hacer para salir de sus garras? -Su respiración estaba agitada. En cambio, el señor Ferré estaba muy tranquilo.

-¡Continúa! -expresó con sarcasmo.

-No me importa perder lo que he logrado, pero necesito saber qué sucede.

-Dante, Dante, Dante... Todos los Salazar son iguales de impetuosos e irrespetuosos -terminó mirándolo con desagrado. -Yo no soy quien debe hablarte sobre este tema, pero tu padre sí, así que ve e informarle lo que deseas hacer. ¡Ah! Y si me entero de que mi hija no está siendo feliz, le agrego otros cinco años.

-¡Maldita sea! -susurró apretando fuerte su puño.

-¿Qué dijiste? ¿Escuché algo sobre un nieto?

-No, señor -respondió de inmediato.

-Me había emocionado. -expresó con sarcasmos.

-No estamos pensando en niños.

-Es que siempre estás de viaje y así no se quedará embarazada mi hija.

-Viajé de negocios.

-Viajes que deben terminar o añadiré un año más por ausencia.

Dante no quiso agregar una sola palabra más, pues solo quería apretar el cuello de ese hombre y terminar con el problema, pero no era alguien estúpido, así que controló la irá hasta quedar solo y romper la silla del escritorio con sus puños. De esa forma intentaba sacar el coraje que lo tenía poseído en ese momento.

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