En una vida anterior Beryllet nacio con el don de ser fuerte por naturaleza asi que se revelo contra su padre y lo mato cuando este intento abusar de ella. El mismo dia un rayo la mato y fue llevada a la corte suprema a ser juzgada. -¿Mataste al mejor asesino de nuestro imperio? ¡Debes estar loca! -¿Acaso no vieron lo que me queria hacer? -¡Silencio! A causa de tus pecados seras condenada. Ahora solo seras una fragil e indefensa joven humana. -¡¿Que?! Cuando Beryllet despertó, sus manos eran diminutas y su voz era debil. El techo efectivamente era de su habitación de cuando tenía nueve años. No podía creer lo que esos viejos le habían hecho.
Beryllet trago saliva, estaba ansiosa por el repentino comportamiento amistoso que emitía su padre hacia ella.
-Vamos, tómalo. Es un regalo para mi única y preciosa hija.
'Única y preciosa... Hija...'
Esta era la primera vez que Beryllet escuchaba salir de la majestuosa boca de su padre palabras dulces hacia ella, por ello, no sabía como responder ante tal situación además tenía un mal presentimiento sobre tan cambio repentino en su actitud.
-Padre... Eh...
Tras titubear varias veces, Beryllet se empezo a sentir mas ansiosa que antes, tenia miedo de que su padre se diera cuenta del miedo y la desconfianza que ella sentía hacia el pero, realmente no quería aceptar aquella caja; una caja lujosamente envuelta que se encontraba en la mano derecha de su padre. Tenía un mal presentimiento sobre aquel regalo, después de todo, en el pasado nunca había recibido un regalo de su padre personalmente .
-¿Hija?
Su padre era una persona aterradora y eso ella lo sabia muy bien, así que, aunque ahora se estaba dirigiendo hacia ella con delicadeza y preocupación Beryllet no podía quitarse la sensación incomoda que le provocaba su dulce voz, trago saliva una vez más y se estremeció al sentir el repentino contacto de la mano izquierda de su padre al rozar su mejilla.
'¿Porque?'
Beryllet tenía muchas ganas de preguntar, el porqué su comportamiento hacia ella había cambiado repentinamente en el transcurso de los últimos meses pero, no tenia el valor lo suficiente como para enfrentarse a su padre pues ¿Que haría si su pregunta lo hace enojar? ¿Cómo podría calmarlo si jamas pasaron tiempo juntos?
Sin darse cuenta, ella ya estaba muy perdida en sus pensamientos por ello no se dio cuenta de la mirada de disgusto que le lanzó su padre, el Duque Berlet Von Haysen.
-¡Beryllet!
Beryllet dio un salto causado por el susto que sintió al ser llamada por su nombre. Sabía muy bien que su nombre sólo salía de la boca de su padre cuando estaba disgustado con lo que ella hacia y la quería regañar.
-Si... Padre.
Respondió tímidamente, cabeza baja, sus manos apretaban tan fuerte el dobladillo de su vestido en un intento fallido por calmar su inquietud.
-Beryllet...
Berlet murmullo su nombre mientras acaricio su sedoso cabello, de su cabello bajo hacia su mejilla y de su mejilla hacía su mentón, entonces levantó su cabeza lentamente Beryllet se encontró con los iris color zafiro de su padre, estos estaban muy oscuros y parecían querer deshacerse de ella en cualquier segundo. Trago saliva y aparto su mirada de la de su padre inconscientemente. El sudor frío se deslizó por su frente.
-Acepta el regalo, mi querida hija.
El pánico se apoderó de su cuerpo al escuchar que su padre había cambiado el tono dulce de su voz al tono normal y desinteresado.
Las palabras frías resonaban en su mente una y otra vez por ello no se dio cuenta de que su padre acercó el regalo justo enfrente de ella. Cuando se dio cuenta permaneció en un dilema. Quería negar con su cabeza y decirle que no con sus propias palabras aún así Beryllet sabía que si negaba este regalo probablemente sería la causante de su propia muerte.
'Diablos.'
Con pesar solto un suspiro y tomó el regalo en sus pálidas manos, su padre sonrió satisfecho aquella sonrisa causó que un escalofrío pasara por todo el cuerpo de Beryllet por el simple hecho de que antes jamas le había sonreído. Ella observo como se alejo y se sentó en una de las esquinas de su cama, cruzo sus piernas de forma elegante y la miro de forma penetrante.
-Ábrelo.
Su voz ronca y autoritaria hizo que ella temblará. Beryllet intento humedecer sus labios secos y nerviosamente abrió el regalo, pasaron unos segundos antes de que ella procesará bien lo que había visto en la caja entonces cuando asimilo la situación, sintió un enorme sentimiento de repulsión hacia su padre. Tanta fue la repulsión que sintió hacia el que quería alejarse de el así que se dio la vuelta y salió corriendo hacia la puerta de habitación.
Berlet sonrió maliciosamente ante la mirada de panico de Beryllet y en el instante en el que ella salió corriendo, acortó rápidamente la distancia entre los dos. La tomo entre sus brazos suavemente rodeando su pequeña cintura. Esta repentina acción hizo caer la caja de regalo al piso revelando el atuendo atrevido que se escondía dentro de ella.
-Hija.
Berlet rozo sus labios por el lóbulo de la oreja de su propia hija y le susurro palabras obscenas una y otra vez.
-Papá, por favor, no.
Lo único que hacia Beryllet era suplicar y pedir clemencia. No quería ser arrastrada al abismo por su propio padre.
-Beryllet.
Sus ojos empezaron a arder sabía que estaba a punto de llorar no podía seguir soportando esta situación. Desde el principio se habia percatado de que tan repentino cambio de actitud hacia ella era raro pero, nunca pensó que su padre; quien nunca le dio afecto y aun asi se hizo cargo de ella y la nombro, llegaría a tal extremo por perjudicar a su propia hija.
-Ponte mi regalo.
-No, papá no quiero.
Beryllet suplico, forcejeo e intento salir de los brazos muscolosos de su padre pero todo lo que hacia era en vano, su cuerpo ahora era frágil y no disponía de fuerza física para defenderse.
Berlet hizo caso omiso a sus protestas y siguió rozando sus labios en la oreja de su hija; quien aunque no obtenía resultados favorables aun se retorcía y esforzaba por salir de los brazos de su padre.
Se rio de ella y de sus tontos intentos por escapar de él. Una idea lujuriosa paso por su mente haciendo que su sonrisa aumentara entonces con una mano rozo su carnoso pecho y con otra recorrió su espalda baja.
-¡Padre!
Las alarmas sonaron en la mente de Beryllet; quien además de protestar e intentar escapar, ahora estaba avergonzada por el repentino toque de su padre en uno de sus puntos sensibles. Esto la hacia sentir sucia y con ganas de querer desaparecer.
-Vístete... oh, talvez... No me digas que... ¿Te esta gustado lo que estoy haciendo, mi querida hija? Al parecer no eres una buena niña como pensaba.
Berlet, siguió presionando a su hija para que aceptara su propuesta pero, ella se negaba entonces suspiro frustrado pero, sonrió de forma y acaricio su pecho con más fuerza. Esto hizo que Beryllet sin pensarlo lo empujará con toda la fuerza que tenía pero, aún así el no la soltaba pues para el nisiquiera fue un empujón.
-Deja de moverte.
-No papá n... Ugh.
Sin advertencia Berlet mordió la oreja de Beryllet dejándola con aquel dolor punzante por su desobediencia. Sonrió orgulloso, entonces empezó a rozar su falo enorme y firme contra el trasero de su hija; quien ahora solo emitía sollozos.
-Se una buena niña y ponte mi regalo.
Beryllet se sentía derrotada.
Las sucias palabras y acciones de su padre no la dejaban pensar claramente. Se juro a si misma no caer ante tan desvergonzada propuesta pero, no tenia la suficiente fuerza como para pelear contra el; un formidable asesino, así que hizo lo único que había estado haciendo por los últimos minutos y se aferró a la poca fé hacia su padre que le quedaba.
-Padre, por favor.
Siguió suplicando incontables veces, intentaba explicarle que esto no era apropiado, lo hizo tantas veces que al parecer, su padre se había cansado de tantas súplicas, entonces repentinamente Berlet la soltó de su agarre, ella suspiro de alivio y pensó que quiza se sentia arrepentido de su comportamiento.
En cuanto la soltó de sus brazos Beryllet cayó al suelo por el miedo; quién fue culpable de dejar sus piernas en un estado entumecido. Ella aun podía sentir la mirada penetrante de su padre atravesando su espalda así que no se dio el lujo de voltear a ver la expresión que el tenía en su rostro simplemente tenía la esperanza de que ya no le haría nada.
Aun podía sentir la sensación de sus grandes manos recorrer su cuerpo de forma obscena. Se sentía sucia y triste por tener que abandonar su propia habitación. Al salir tenía planeado darse una ducha de alguna forma. Después de unos segundos ella trató de escabullirse, solo quería salir de tan incómoda atmósfera.
-Ah, talvez hija.
Beryllet se heló al escuchar la voz burlona de su padre, apretó su mano que sostenía el cerrojo de la puerta con fuerza y se estremeció al sentir la palma helada que toco su hombro. Entró en pánico.
-¡Padre... por favor, no le diré a nadie sobre esto! ¡Lo juro por mi vida, le suplico que me deje ir!
Ella empezó a hacerle juramentos a los cuales el solo rodó los ojos de forma aburrida.
-Si haces algo por mi te dejare en paz.
Su voz monótona no la convenció. Tenia un mal presentimiento, ella ya sabía que era lo que el quería, trago saliva e intento hablar pero, era en vano.
'¿Qué más puedo decirle? Ya jure y supliqué. ¿Que otra opción tengo? Despues de volver solamente soy una inútil. '
Se había dado cuenta de que su padre no tenía ninguna intención de dejarla ir también de que sus palabras y súplicas nunca fueron tomadas con seriedad. Ella no podía creer que este hombre quien la crío realmente pensaba hacer cosas indebidas.
-Padre...
Beryllet no quería que la relación de padre e hija se convirtiera en un taboo, ya estaba completamente segura de que suplicarle no la ayudaría, así que, reunió todo el coraje que tenia y la poca fuerza que le quedaba, abrio la puerta y se levantó rápidamente en un intento desesperado de salir de su habitación pero, no fue más que eso, un intento que no llego a nada porque ni siquiera pudo sacar ni un pelo por la puerta.
-No, Padre... ¡Por favor!
Grito de forma frenética.
Había sido atrapada y ahora Berlet no solo la sostenía suavemente de la cintura, si no que ahora casi le sacaba todo el aire debido a la fuerza que ejerció al sostenerla. Tanta fue la fuerza que Beryllet tosió varias veces entonces empezó a llorar. Ahora si estaba segura de que no tenia escapatoria de las garras de su padre.
Hace mucho había escuchado sobre los rumores que perseguían al Duque Berlet; un hombre guapo, frio y despiadado, que nunca se intereso por ella, que mataba a cualquier persona públicamente aunque estos no hubieran cometido ningún error y también se decía que era un mujeriego y Beryllet lo confirmó el día en el que supo que nadie tenia la menor idea de quién era su madre.
-Beryllet.
El volvió a rozar su cuerpo con el de su hija y la acaricio si remordimiento. Ante la insistencia de Berlet y por la incomoda sensación de ser tocada Beryllet suspiro angustiada, se sintió totalmente destrozada al tener que acceder a los caprichos lujuriosos de su padre.
-Bien.
Berlet sonrio ante la respuesta de su amada hija. La soltó dejadola caer al piso y se posiciono enfrente de ella, su cara de desesperación hacía que el se estremeciera, esto hacia que su ya firme falo se excitara más.
Rozo su rostro delicadamente con su gran y aspera palma, acaricio las mejillas pegajosas de Beryllet; que se habían vuelto asi por las lagrimas, despues rozo sus dedos por sus suaves y carnosos labios rojizos entonces sonrió maliciosamente introduciendo uno de sus dedos en la pequeña boca de su hija.
-Si usas esto para satisfacer al enorme monstruo de papá; te dejare ir.
Beryllet cerró los ojos las lágrimas estacadas cayeron como una cascada. Quería protestar pues nunca imagino que iba a pedir algo tan atrevido. La horrible sensación de ser acariciada por su padre hacia estremecer con miedo a su pequeño cuerpo, ahora realmente se habia resignado a escapar de sus garras entonces después de algunos minutos con gran pesar, asintió a la propuesta de su padre.