/0/16963/coverorgin.jpg?v=c90691a046d087b5ded60c36fbae66af&imageMogr2/format/webp)
Después de dos años de brutales tratamientos de fertilización in vitro, por fin sostenía en mi mano una prueba de embarazo positiva. Yo era el cerebro detrás de nuestra empresa de tecnología multimillonaria, y este bebé estaba destinado a ser mi mayor proyecto en conjunto con mi esposo, Hernán.
Luego llegó un mensaje anónimo. Era un video de Hernán besando a una modelo de Instagram, con la mano en lo alto de su muslo. Siguió un segundo mensaje: un estado de cuenta bancario que demostraba que había robado millones de nuestra empresa para pagarle a ella.
Decidí ir a la gala de la empresa y usar mi embarazo para salvarnos. Pero su amante, Celine, apareció primero, afirmando también estar embarazada.
Frente a todos, mi suegra la abrazó, llamándola la verdadera madre del próximo heredero. Le dio a Celine el collar de la familia que se había negado a dejarme usar el día de mi propia boda.
Más tarde, Celine me empujó. Caí, y un dolor agudo y desgarrador me atravesó el abdomen. Estaba sangrando en el suelo, perdiendo a nuestro bebé milagro. Le rogué a Hernán que me ayudara.
Me miró, fastidiado.
—Deja de hacer tanto drama —dijo, antes de darme la espalda para consolar a su amante.
Pero mientras mi mundo se oscurecía, otro hombre corrió a mi lado. Mi mayor rival, Atilio Ríos. Fue él quien me levantó en sus brazos y me llevó a toda prisa al hospital.
Cuando desperté, sin el bebé y con mi mundo en cenizas, él seguía allí. Me miró y me hizo una oferta. Una alianza. La oportunidad de arrebatarles todo a los hombres que nos habían hecho daño y quemar sus imperios hasta los cimientos.
Capítulo 1
La prueba de embarazo positiva descansaba sobre la encimera de mármol de nuestro baño, una cruz azul, perfecta e imposible. Toqué mi vientre plano. Después de dos años de inyecciones, citas y silenciosos desengaños, por fin era real. Una vida diminuta, un secreto que solo compartía con los accesorios de porcelana blanca y cromo.
Imaginé contárselo a Hernán. Su rostro, la forma en que sus ojos se iluminarían. Él era la cara carismática de Helios Innovaciones, nuestro sueño de tecnología verde. Yo era el cerebro, la científica que hacía realidad sus grandes promesas. Éramos un equipo, en el laboratorio y en la vida. Este bebé sería nuestro mayor proyecto en conjunto.
Mi celular vibró sobre el mostrador. Un número desconocido.
Un archivo de video.
Mi pulgar se detuvo sobre la pantalla. Probablemente spam. Pero una sensación helada me recorrió la espalda. Presioné play.
El video era granulado, grabado desde el otro lado de un restaurante. Hernán estaba allí, su perfil familiar nítido incluso en la penumbra. Se reía, inclinado sobre una mesa. Y entonces una mujer se acercó, sus labios encontrándose con los de él.
No era un beso amistoso. Era profundo, hambriento. La cámara hizo zoom. La mano de Hernán estaba en la pierna de ella, muy arriba en su muslo. El mundo se tambaleó. Se me cortó la respiración. No conocía a esa mujer, pero era hermosa de una manera que gritaba "internet". Maquillaje perfecto, cabello estilizado, un vestido que parecía hecho de dinero.
Reconocí el anillo en su dedo. Una serpiente llamativa, incrustada de diamantes. Lo había visto antes, en algún feed de Instagram que Hernán estaba viendo. Celine Luna. Una modelo. Una influencer. Una mujer con dos millones de seguidores y una sonrisa vacía y cruel.
Mi celular vibró de nuevo. Esta vez era mi mejor amiga, Maya.
—¿Kendra? ¿Estás bien? La junta del consejo es en una hora.
Su voz era un salvavidas en la repentina y silenciosa tormenta de mi cabeza.
Forcé mi propia voz a funcionar, a sonar normal.
—Bien. Solo un poco retrasada. Ya voy para allá.
—Suenas rara.
—Solo estoy cansada —mentí, la palabra sabiendo a cenizas—. Es un día importante.
Colgué antes de que pudiera hacer más preguntas. Mi reflejo me devolvió la mirada desde el espejo. Kendra Sáenz, la brillante científica, cofundadora de una empresa multimillonaria. Una mujer que controlaba la energía geotérmica pero no podía controlar su propia vida.
Me deslicé por la pared de azulejo frío, mis piernas cediendo. La prueba de embarazo yacía en el suelo a mi lado. La perfecta cruz azul se burlaba de mí. Un sollozo brotó de mi garganta, crudo y feo.
Toda nuestra vida era una mentira. Diez años. Desde novios universitarios en un dormitorio apretado, soñando con cambiar el mundo, hasta esto. Este penthouse en San Pedro, esta empresa, esta… traición. Habíamos construido un imperio de la nada. Lo teníamos todo. Una casa hermosa, un negocio exitoso, un futuro que brillaba.
Todo lo que siempre había querido, además de nuestro trabajo, era un hijo. Una familia.
Los años de fertilización in vitro fueron un infierno privado. Las inyecciones de hormonas que me hacían sentir loca, los procedimientos invasivos, la aplastante decepción cada mes. Hernán me había tomado de la mano durante todo el proceso. Me había secado las lágrimas. Me había dicho: "Saldremos de esto, Ken. Somos nosotros contra el mundo".
¿Estaba con ella entonces? ¿La estaba tocando, besando, mientras yo estaba en casa inyectándome otra ronda de esperanza?
/0/18637/coverorgin.jpg?v=2344f5260458233ff405f5c7cafed2e9&imageMogr2/format/webp)
/0/9701/coverorgin.jpg?v=518a35da4266006655e5a46e6b46bb38&imageMogr2/format/webp)
/0/19060/coverorgin.jpg?v=4326cf73beddd65252cd9684e8d1cf2e&imageMogr2/format/webp)
/0/18175/coverorgin.jpg?v=a2b65fe5ad714b7d6b6817d6ddf89889&imageMogr2/format/webp)
/0/17876/coverorgin.jpg?v=ca7eaf3137373752f3eed6eeeef0ff10&imageMogr2/format/webp)
/0/7189/coverorgin.jpg?v=4a1a738f32a55e188deceb9c134c72c1&imageMogr2/format/webp)
/0/17190/coverorgin.jpg?v=7b1c2c062d6c0fa34af82ae34163d96a&imageMogr2/format/webp)
/0/18139/coverorgin.jpg?v=d351d9f66289a3f38a855c14c716896e&imageMogr2/format/webp)
/0/18808/coverorgin.jpg?v=ad057ddb730091c031552cd81a5315ac&imageMogr2/format/webp)
/0/21615/coverorgin.jpg?v=5cfd0915e393c9e07c403d775eb423fe&imageMogr2/format/webp)
/0/3803/coverorgin.jpg?v=f52473f52345eaa36095a71e6e516690&imageMogr2/format/webp)
/0/10218/coverorgin.jpg?v=5d2bd98cf80cef67431d42235078642e&imageMogr2/format/webp)
/0/19874/coverorgin.jpg?v=e327a2f6dcbea7608449706cd92b6f4b&imageMogr2/format/webp)
/0/18423/coverorgin.jpg?v=741abd6b4c38a06963eb19107dd12a72&imageMogr2/format/webp)
/0/18240/coverorgin.jpg?v=84a593115f143644d6abf0f3e6aa16f5&imageMogr2/format/webp)
/0/17209/coverorgin.jpg?v=c88b816a65be2988f31b44dc2f08806d&imageMogr2/format/webp)
/0/17163/coverorgin.jpg?v=d98cca6cd3986c7ec54d4f69cd5ad8f5&imageMogr2/format/webp)
/0/18297/coverorgin.jpg?v=2da33e188e9bd7229f74b42c813a652c&imageMogr2/format/webp)
/0/455/coverorgin.jpg?v=0743616d39a94e13e5e21cd4b3d00179&imageMogr2/format/webp)
/0/17181/coverorgin.jpg?v=08fca3f464106037b654ef2accd62a84&imageMogr2/format/webp)