Encontrar la luz
or Omn
le de la violencia que ha sufrido. Se encuentran sentados en el sillón, viendo una película que ella rechaza por completo. La cercanía con él ya no es algo que desee, pero la violencia ejercida contr
ícula– responde él, con su tono de voz frío y de
por qué piensas que tienes derecho a hacerme esto– La joven insiste, sintiendo la urgencia de entender, de hallar una razón detrás de un comport
momento compartido solo le traía daño y sufrimiento. Aunque al principio optó por el silencio, conforme crecía
. –No olvides que fuiste tú quien me atrajo, así que no finjas ser una santa ahor
nando cada palabra, una declaración de rechazo a la toxicidad de esa r
cargando una fuerte cachetada sobre su ros
ompletamente sola– amenazó con voz dura, sujetando brus
luta. –Está bien, me quedaré callada– murmuró, demostrando como l
terror a la soledad. Era este miedo a la falta de compañía lo que la hacía soportar las humillaciones, los golpes, los insu
ás violencia, decidió confrontar al miserable que la trataba como si fuera basura. Esperó
alentía, por fin dispuesta a enfrentarlo. –Si vuelves a tocarme, te d
cias que pueda sufrir tu querida hermana menor– advirt
años albergue tanta maldad?– inquirió la joven, at
soy – aseguró el muchacho, echan
con una certeza dolorosa en sus palabras, intentando h
ninguna otra chica se acercara a mí. No finjas ahora que eres una víctima, porque n
ortándote así, te advierto que, cuando menos lo esperes, enfrentarás una denuncia por mi
como tú?. Has cambiado tanto que ya nadie quiere estar cerca de ti. Incluso tu propio padre te
Ya no soporto escuchar tu voz horrenda– continuó, haciendo caso
ntía en su rostro, decidió guardar silencio. Era un silencio forzado, impuesto por la crueldad
sino también a un abuso verbal que intentaba hundirla en la oscuridad más profunda. La promesa de levantarse y ponerle
LUZ MI
vidar un pasado que se aferra a ti? ¿Dónde encontrar la motivación para seguir adelante? Estas pregunt
ltimo. Sin embargo, para mí, la idea de un mañana se convierte en un peso insoportable. Por
años, mi figura es delgada, marcada por los estragos de un trastorno que me impide ingerir alimentos. Mi estatura alcanza los 1,65 metros y tengo unos ojos a
ntro cursando Administración de Empresas en la Escuela de Negocios de la Universidad de Harvard. Este lugar se ha convertido en un refugio solitario, un
na tarea imposible. Mi ser está marcado por fantasmas del pasado, espectros que
encontrar la paz que tanto anhelo. Es un eco constante de culpabilidad que oscurece mi exi
que se siente como un martirio constante para mi mente, mi cuerpo y mi corazón. Vivo sumergida en un dolor y repulsión que parecen consumir mi ser día a día. Enfrentar esta situación se convierte en un desafío sin fi
a otros tan hábilmente que logran proyectar una imagen de ángeles, aunque sean lo contrario. Mientras tanto, aquí estoy, odiando cada parte de mi ser, porque él me arrebató todo: mis fuerzas, mi valentía y mis ganas de luchar. Ya no soy la joven soñadora
s es una batalla, donde ponen trampas para hacerme caer o arrojan objetos a mi cabeza y mi ropa. Esta crueldad ha oscurecido mi visión del futuro. Siento que ya no te
tiempo, sin buscarlo, él ganó mi afecto, manipulándome para que confiara plenamente en sus palabras. En mi ceguera por el amor, estaba convencida de que él era mi confidente, mi todo. Ni siquiera creía a las demás chicas que decían que él coqueteaba con e
fluencia en mí fue tan grande que me aislé por completo. Estaba tan profundamente enamorada que seguí su consejo para no perderlo. Lo amaba con tal intensidad que lo idolatraba más que a Dios mismo. Sin embargo, ese amor ferviente se convirtió en la peor pesadilla cuando él perpetró
has chicas también habían sido heridas por él, ilusionadas y utilizadas como yo. A pesar de haberles mentido diciendo que no me había sucedido nada, sigo torturándome con los recuerdos de todo lo que me hizo durante aquel tiempo. ¿Por qué sucedió? ¿Por qué yo?