EL LIBRO DE LAYKOS - la otra historia del hombre lobo
rostros y sus alas. Y mientras se acercaba a mí, escuché el sonido de sus alas, como el sonido de una gran cascada. Y cuand
iéndome caer al suelo. Luego, el ser disminuyó de tamaño, alcanzando dos metros y medio, y comenzó a parecerse a u
l Dios de Israel y se debilitó. Levántate, y hablaré contigo. Entonces, un poder que nunca antes había senti
ijo de
contra el Creador. Escribirás sin fatiga, hambre o sed, hasta que les cuentes la historia de tus últimos días. Escucha, escriba que a men
a había un rollo enorme de un libro brillante, como si el papiro estuviera hecho de plata pura. Y lo desplegó ante mí,
esta agua; extiende tus manos y solo de
o del libro comenzó a verterse en mi
vate las manos con e
mi rostro y cabeza, con el agua que fluía del libro, que
sino en un lenguaje universal. Tampoco escribirás a muchas personas de habla extraña y de lenguaje difícil, cuyas palabras no puedan leer; si te dijera que escribieras a tales,
un diamante, para que mientras esté aquí, sea más fuerte que el tiempo. Así que no tengas miedo de tu misión, p
i cara y cabeza, con el agua que brotaba del libro, que t
alabras no pueden leer; si te dijera que escribieras a tales, no leerían estas palabras. Pero muchos no querrán leerte, porque no quieren escuchar lo que el mundo necesita contar; porque algunas naciones son incrédulas y de corazón duro. Mira, hago tu cuerpo incansable contra los días,
me dijo
los pergaminos, con tu propia mano. Ven, entonces, siéntate entre los pergaminos, toma una pluma y, a
sí, y el sonido de ellas, y el sonido de un gran rugido del mar embravecido. Así que me senté, tomé un pergamino, una pluma, y comencé a e
ón, para que me hablara. Ya no debía desesperarme por esperar ni preocuparme por el hambre o la sed, porque todo eso ya había sido provisto. Sin embargo, incluso en
etatrón vino hacia mí, mostrándome la historia desde donde debía comenzar. En mi mente, miré y vi una figura parecida a la de un hombre, pero no era un hombre en abs
dose de su pelaje, y comenzó a transformarse en una criatura de fuego puro y brillante. El calor y las llamas eran tan intensos que hacían que toda la caverna ardiera como un horno. El
do por un demonio. Vi las llamas por todo mi cuerpo, sentí el calor, la quemazón, pero mi carne no se quemaba. Sin embargo, el dolor causado por el calor era inevitable
piel, quedándose dentro de mí como algo abrasador, comenzando a motivarme a escribir, porque lo que pensé que serían solo revelaciones resultó ser algo in
e. Sentí el dolor de mi piel abriéndose con la pluma y después de trazar el círculo, también trazó ocho flechas alrededor de él. Cuando las plumas terminaron el diseño en la carne de mi pecho, se curó, dejando la m
mis sentidos y mi mente comenzaran a expandirse, tomando proporciones inimaginables. Vi mi vida como escriba antes de ser convertido y vi cómo la gente me odi
ía, si no existiera el mundo que no podemos ver pero sabemos que existe. El conocimiento atrae al conocimiento y expulsa a la ignorancia, como un apóstol de Cristo expulsa a un demonio del cuerpo de una persona. La ignorancia atrae lo que no es conocimiento para forjar una vida llena de deseos fú
omo si mis dedos estuvieran ardiendo, como el fuego del monstruo que ahora me habita. Así que tomé un pergamino, una de las plumas, cerré los ojos para po