Mi dulce y suertudo millonario
nal ese día precisamente; pero no era el momento para cavilar en los "hubieras", lo hecho estaba hecho, solo había que segu
ía considerado pedirle una copia de sus llaves, pero luego de la noticia de la herencia, y si la suerte jugaba de su l
as estaba en su trabajo. Se dio una golpiza mental para añadir una más a sus dolores generales y se dispuso a llamar a su amiga. Como se le acabó el s
ndía su celular en horas laborales y eso solo complicaba más las cosas. En defini
de todo ese embrollo. No lo pensó ni dos veces y corrió hacia su bicicleta, la cual estacionaba en la garita de los apartamentos; luego de eso salió
dejó tirada en medio de la banqueta y se dirigió a la recepción, en donde una se
de hablarle. Se portó del todo fría e inflexible. Ni siquiera lo volteaba a ver a los ojos, con
te momento no se le puede at
a o muerte! ¿Qué no entiende? -dijo Danilo mientras golpeaba el escritorio con desesperaci
o o llamo a seguridad -espetó la secretaria, mientr
lla? Usted está aquí para atender a las personas, no p
adie en este momento. Todo el personal y la gerencia están en una junta importante. Si quiere espera aquí afuera a que terminen su reunión,
o con las entrañas retorcién
ó los puños y se dio la vuelta para salir del lugar. Tendría que ir presentado así, con esa gran facha que llevaba e
o; haciéndose a la idea de dar por perdida aquella ganga de herencia. No había más que hacer. Sólo haría el últ
nta que algo o alguien la había pasado golpeándola y no de una manera leve. Al levantarla se dio cuenta que, una de
y pateó lo que quedaba de su bici, no sin antes lastimarse el dedo gord
e Danilo se llenó de alegría; se trataba de su amiga Mary, quien cuando notó
emás fue por esa razón que ella misma canceló dicha junta de negocios en ese preciso momen
r contigo, Mary! -exc
más que pude, pero hoy no podía darme el lujo de faltar. Necesito el din
esastre ¡Este es el peor día d
ástica, mientras cubrí
ves del apartamento. Parezco un maldito vagabundo y debo ir por el único traje semi-f
to hacia donde estés -dijo Mar
u trabajo. Vine a buscarte -respon
bajo -Mary co
yo incondicional y de complicidad. Aquello era algo que, en verdad apreciaba más de lo que ella pod
nilo, justo en la acera. Tocó su hombro y cuando volteó, abrió
articipar en esas luchas clandestinas de la ciudad, o qué rayos
s ojos-, te la cuento más tarde. Ahora neces
planeado hacer con tu aspecto?
ueda? -opinó Danilo c
pies a cabeza. Algo le decía que, ni siquiera a t
no tienes que ir al apartamento ¿Te atreve
nada qué perder -respondió mientras le guiñaba u
bodegas -Le dio un leve empu
e él ni en sueños hubiera imaginado usar para ir a la cita. Además, el conjunto iba con una camisa de vestir blanca,
o no recibió respuesta por parte de él- ¡Hola, tierr
mo? -titub
as? Decide, mis brazos se cansan
unciar ni una frase coherente-
a a parecer más -respond
itó Danilo, sintiendo que e
Llegaría a su cita luciendo como todo un ejecutivo.