Tómame
rinc
crees que e
la decisión. Nadie me preguntó a mi, que era la que estaría bajo
o cambiaría el curso de nada pero
mos al responsable antes -prometía mi hermano de
to yo no sabía a dónde me había destinado mi padre. En esa noche yo aún
ando él estaba cerca. No podía pensar en nada cuando le tenía delante y no sabía que mi padre, mi propio padre que siemp
ntando un beso en mi mejilla -, nada de realeza por sus propiedades y har
as pero era mi padre...el maldito rey de Mónaco quien me pedía que obedeciera a un extraño solo p
eros cuando daban las doce de la noche. M
ntuflas, despeinada y sin maquillaje me
destino y sin embargo solo podía pensar en él, en el hombre que adoraba mirar desde la distancia. Una distancia de la que ahora me privaban. E
Me derretía en el calor de sus ojos cada vez que nos mirábamos. Una vez incluso sentí sus dedos jugar con la cinta d
. Ese día, allí, en medio de la corte le vi poderoso, viril y valeroso lo suficiente como para mirarme de arriba a abajo frente a todos y dejarme sin aliento al morderse
teza
ció su mano para que bajara,como dictaba el pr
en mi asiento al reconocer quien era el qu
a
mi piel. Su voz era un insulto para mi cordura y de pro
intervenido e
bría entregado a
mas rodillas, subió su otra mano a mi espalda y me alzó en sus brazos. Mis dedos se enredaron en su pelo rubio cuando me cargó fuera d
irarte así ves
rte que clave mis uñas en sus brazos y le oí gruñir cuando me acomodó en ellos y subimos por unas escaleras que me parecie
por dentro -. Vivirás aquí, conmigo. Saldrás a todos los sitios que yo pero nadie puede saber que eres tú y dormirás en mi cama así como te
dé imp
ba hasta la locura y que nunca podría tener. Él tampoco se fijaría en mi a menos que para jugar, y yo n
en tanto yo me empequeñecía ante su tamaño y tomó mi b
rteneces este tiempo y será como yo condicione todo. Sin más. Ahora ve al baño,
enturé a decir -. Soy una princes
ura, me alzó sin esfuerzo en el aire pegándome a una pared detrás de m
mi. Eres mía, Kathryn -sus carnosos labios me llamaron de
Sabía que Alfred era un macho muy sexual, lo conocía y había oído de sus hazañas y jugué con eso.
Si me deseas no debería estar aquí, en tu cama,
demasiado cerca de mi boca -, pe
uiero que
ían esferas llenas de vicios, deseos ocultos a punto de romper p
alteza...no sabrá gesti
. Estaba yendo más allá del límite y no iba a detenerme cuando por fin había reunido el valor para
e rectificó y resoplé dive
e esto si sabes qu
hacer todo lo que pudiera para tenerlo y no sé en qué punto esa pelota cayó en mi campo l
nerte en mi cama, aunq
pido que
is piernas en sus caderas -. Cu
ducha y me di cuenta cuando entré al baño a calmar mi calor, que desde cama me veía,
eseaba así. Quería enloquecer al hombre que se me era negad