Dos hombres y un destino
yo frente a su escritorio. Dejó que sus pupilas se degustaran con su
los negros espesos, que siempre llevaba muy bien peinados. Aunque su mayor
siguió. Él ni siquiera la había notado al entrar por estar di
ar más hermoso de aquel edificio. Se trataba de un salón amplio, con una decora
a Brianna mientras continuaba con su discusión telefónic
a juicio será un infierno. Él cometió un error, él debe pagar por eso, el dinero no es un pr
o posible. Era tan silenciosa como un ratón, algo que Trevor Harmon a
cer a la perfección las mañas y costumbres de su jefe. Trevor era disciplinad
poco y ella tuvo que batallar con otras treinta
unque no estaban relacionados con la especialidad de esa firma,
a a alguien que de verdad pudiera dar
idar de su pequeño hijo ella sola, ya que el padre decidió borrarse, siempre se mantuvo actua
ados era mejor que hacer esas tareas por su cuenta. La paga
da el almuerzo de esta ta
abía percatado que su jefe había dejado de ha
to de cerrar un acuerdo de trabajo con la corporación qu
ó un suspiro que a ella le conmovió. Así no solo ref
hace unos minutos. Vine para firmar unos cheques
adre muy enferma de cáncer y sabía por experiencia propia lo d
penas era un niño de cinco años. Su abuelo era lo único q
del señor Nakamura para avisar de la cancelación de la reunión y del
alir de la oficina, p
rés. La repasaba de pies a cabeza como si estuviese valorando su ropa o su cuerpo. Esa última idea le a
n saber el motivo por el que
o sin poder evitar que el dolor por las pérdida
as de su madre le está robando el sueño. Si no comienza a ponerse al día con esos pagos, no solo
atención en el suelo. Sus problemas económicos no sol
ar como una simple secretaria en vez de es
ebía tramitar para ejercer su profesión y
excusa para hacer mal mi trabajo en su oficina. Sepa
nsado en
dó muda ante