Hechicero de sirenas.
habitación llenándola de un aire salado. La mañana era soleada, el océano estaba calmado y en silencio, como
abría a las ocho, así que tendría de las ocho hasta las seis de la tarde para idear un pl
cómoda y bajé las escaleras casi arrastrando los pies por los escalones de
con la mano puesta en la perilla y los ojos bien abiertos, esperando
za de un árbol, pero su impecable sonrisa era la que le hacía parecer veinte añ
bu - saludé -¿C
en bolsa no es del todo natural, así que todas las mañanas un chico tocaba a la puerta con una pequeña jarra de leche -
za, llevaba su uniforme del Anidado y su cabello despeinado, tomó una tostada y la engulló con rapidez ante
e hombros. Le dio un abrazo al abuelo y luego se acercó a mí, me tomó de la cabeza y me beso el
galletas. Me senté sobre el mesón y empecé a untar una de ellas, Por pensa
ndome el dedo que había qu
irme? -Sus pequeños ojos
me reí, pero él siguió m
o que quería decirme -Si... un permiso para salir a pasear hoy por la noche - me miró y me guiño un ojo. Todos sabemos que a un anciano d
-dije mientras miraba la
ntusiasmo y meneando las manos -l
ofundamente extrañado, mi abuelo no e
r mi cara de tonto -me dijo que una chica te invitó a salir, pero que tú le habías dicho que no porque tenías que cuidar la librería - entonces empecé a comprender l
lbuceé golpeándome la fren
mprano, yo te remplazo -Sonrió con aleg
boca empezaran a cortar la distancia. Sentía de nuevo agua en la boca. Y justo cuand
on la punta del zapato, esta recorrió todo el lugar Hasta chocar con la ventana, justo quedó pegada del vidrio, ambos
o a veces me ponían los pelos de punta, y aunque nunca me acostumbré y pens
volteando de nuevo hac
estar preparado, pero... ¿Abu?, -
amudea Walter cuando miente - no pude evitar una sonrisa, en eso nos parecíamos -s
hasta la noche - contesté, que el abuelo n
planes de Walter lo amarraría a las escaleras y yo le ayudaría. Tal vez debí haberle dicho, él hubiera podido hacer algo, podía haberme ay
ndome el bolso en la espalda
charlo -Gracias, mi niño, por ayudarme t
ada qué agra
enos a las cuatro - dijo
tas al asunto. Tomé mi patineta y
tir esa sensación, era como ser libre, a pesar que me gustaba mi monótona rutina semanal, me sienta un poco estancado, a veces sentía que no pertenecía a ese lug
on fuerza las correas que amarraban los perros inquietos que tenían ganas de correr tras las gaviotas que volaban raso entre los techos. Un sábado normal, pero en un
y cuando levanté la mirada me encontré con la chica de cabello neg
né que literalmente me saltarías en sima -
lado. Vi cómo se sacudía el vestido claro y me sentí mal, se había llenado de tierra
Riley -cuando dijo mi nombre me tensé, luego recordé que yo mismo
s -le dije cuando ella hiz
que nunca mir
atropellarte -le dijo y
do y el cabello negro ondeado por el viento me acarició la mejilla. Vi cóm
lado un día de estos? -ella vol
hasta que la vi desaparecer por la esquina, ahora
obre la puerta, en una corteza de madera vieja, el nombre de la librería: "A Evangeline", En h
en que alguien los lea para transportarlo a otro mundo inundó mi nariz. Puse las llaves donde siempre lo hacía y me paré en frente de las estanterías buscando qué leer, ya había acabado todas
egó el pedido de libros que había hecho el abuelo me entretuve un rato organizando todo, hasta que un
ren
a yema de mis dedos y l
oco antes de abrirlo, miré alrededor, la soledad impregnaba el pequeño local y pocas personas pasaban p
enas hasta lo profundo del mar. Era ya la una de la tarde y me dispuse a salir de la librería para sentarme en la escaleras a ver pasar personas después de almorzar. Cerré el libro y me restregué los ojos con su
con mi propia saliva al ver de quien se trat
n faltos de capacidad cerebral. Pero todos sabíamos que Jefferson no era del tipo que entra
y tan oscuro como las alas de un cuervo y su perfecta sonrisa derretía a
a sonrisa brillante
rente estaba húmeda, parecía que había est
ó a hablar rompiendo
mostrador y lo seguí. Dejé el
y decidí venir a visitarte -me
me salió tan esp
ó encogiéndos
l ver que él no se inmutaba me empecé a p
ros - respiré aliviado,
- saqué la lista que e
a revisar las estanterías. Era extraño ver al chico guapo y famoso de la un
isa nerviosa los puso frente a mi boca abajo, tomé el primer l
scar en la lista el precio, ¿por qué le avergonzaría? era un libro bastante barato puesto que lo p
ron en Los míos y luego apartó la mirada con una sonrisa tonta. Bajé la mirada hasta en título del libro y vi que ara el libro erótico que estaba tomando fue
te gusta este tipo de lectura? - pregunté. Él
los libros, ya sabes, dicen que son de
son sólo libros -le dije y le devolví
pon
completa? - le pregunté de una mane
glando motos y carros por ahí en el talle
r tomo ¿qué tal que no me guste? -asentí dándole la
omado en libro que habí
gustan los libros para chicas -
Julieta -nos vemos luego. Creo que pasaré por aquí más a menudo, Walter dice que debería
curiosidad. "Malditas". Busqué rápido entre las hojas hasta que llegué al capítulo,
ndenadas a la orilla de la costa a escuchar lo qu
nificaba y para ser aún más honesto
nía autor, solo una extraña edit
llegó mi abuelo. Hablamos de todo un poco y nos reímos otro p
tineo de la campanilla de la puerta me hizo detener el corazón, levanté la cabeza con rapidez para encontrarme con mi amigo Walter prad
o, como sabía que si no lo acompañaba iría solo, acompañarlo y en