DESCENDENCIA L U N A R
pula y creer que una simple plebeya podía cambiar una
la maldad de aquel castillo la condenó a la amargura. No imagino que el
lameda se convirtió
cortina que separaba aquella cama de la sala -Esthe
e escuchó una voz pastosa
Esther le miro desconcertada y camino hasta llegar hasta el lecho en el que se encontraba su madre, la cual estaba sudosa y su cuerpo temblaba a raíz del frío, ya que los trapos que cubrían su cuerpo no mitigaban el frío -hoy ir
poco de agua, para seguir poniendo aquellos trapos húmedo
tidiano entrenamiento de esgrima, con su distintiva chaquetilla y su florete personalizado. En fraccio
su cabeza. El rey tomo aquel delicado pañuelo pasándolo por su frente, dio algunos pasos hasta servirse un poco
*
s, la tenue luz que se filtraba por la p
suavemente, acariciand
e aquella fiebre se debía a alguna enfermedad grave, pero no tenía los medios necesarios para pa
nte recordando que ese era su deber, trato de ponerse en pies, pero su cuerpo estaba muy debilitado ya
- le ayudo a sentarse - he preparado un caldo de verduras- su madre le miro conmovida - ya vuelvo- camino hasta la coci
quejo Thallula, ella sabía cuan pesado era aquell
has hecho por nosotras- alentó su hija mientras le daba otra cu
s manos un poco peladas, pero tan pronto vio a su madre con mejor semblante todo aquel estropeó se des
dad, había una pequeña sala con una mesa y tres sillas, una hoguera y un estante con algunos cuencos y víveres. Su madre se ocupaba de que no les faltase lo básico para sobrevivir, pero sobre todo, les enseñaba como era la vida de la nobleza ya que en su trabajo con la señora Mireya, el Varón Ro
crito - pregunto el porque de su ausencia, le expliqué y como sabe que no
hallula mirando la vieja portada del libro
ud, yo puedo ir por esta seman
o podré hacer mucho dentro de poco tiempo, por lo tanto, ustedes aprendan todo de esos libros
o ma
cambiar de opinión - se recostó sobre su