La Arpía
ex
siquiera yo misma lo sé. No obstante, me imagino rodeada de lujos, intentando obtener más de lo que pueda poseer. Con él nos une una desmedida ambición y sexo, ya que no sé de otr
nada más. Él me da lo que necesito y yo le doy lo que él quiere, así de simple. Es solo atracción física; sería absurdo de mi parte ignorar su
darme con las manos vacías, así que decidí incautar de mi inútil y desvalido exesposo una herencia familiar. Como no tenía
do me despedí de mi socio y
allí. Me puse a pensar en cómo habría sido mi vida si mi padre me hubiera cuidado com
que estoy a punto de hacer un negocio, la me
ro y grandes ojos verdes. Mi rostro demuestra inocencia, pero nadie sabe que me la rob
ntro de una familia? No sentí deseos de ver una alegría que no sabía si era real, así que agaché la mirada y me encontré con unos dulces ojos café. Supe inmediatamente que fue un grave error, ya que mi co
a a mi alrededor. Cogí una gran bocanada de aire, dándome cuenta de que ya habíamos llegado al primer piso; las
ve que poner todo mi tesón para tranquilizarme y realizar el trabajo con éxito. De espaldas a mí, vi una cabellera canosa. Tragué saliva, respiré profundamente y me acerqué lenta
una vista espectacular. Tiene jacuzzi, un artefacto inservible en esta ocasión, pues no me imagino "gozando" con José;
maldigo por dentro que el viejo se haya despertado.
no es precisamente un signo de felicidad,
espondo─. Espero que hay
decir por experiencia que no vale la pena. Agradezco a Dios que su edad no le permita repetir en el sexo, ya es bastante desagrada
para luego hacer una mueca al escuchar tanta palabrería cursi. Trato de simular; sería fatal
Yo
─pregunta─. Yo d
agradezco a Dios que te hayas fijado en mí ─miento─. Eres un hombr
ntras lo abrazo por el cuello deseando que esto acabe pronto. Mi suerte no es tan grande, él cree en todo lo que le digo, y en recompensa acaricia mis
cia, cada vez que tiene la oportunidad, me besa mientras sonrío para demostrarle lo mucho que me gustan sus besos y que lo adoro con el alma
úpida de su exesposa. Aún visualizo las lágrimas recorriendo su arrugado rostro; me sentía satisfecha con mi pequeña venganza. Jamás olvidaré su expresión al darse cuenta de q