RENACIDA
os caballos, por fin ven llegar a Haxnia, a la que hací
tabas? Llegué a pensar que te había sucedido algo con
ia? O continuaron tan cordiales como cuando no
mujeres son radiantes -le responde Cidonna y seguidamente le pregunta- quién era ese joven que te tomó
uscar una respuesta, pero e
muchacha con los ojos vendados y las manos ata
e prepararla para la iniciación. Debe
ieres -le pre
convertirá en loba por primera vez en su vida, si consigue tener la fuerza suficiente para romper las ataduras, entonces debe caz
se llenará de bestias salvajes que nada tienen que ver con es
sos aullidos, los cuales ya no amedrentaban o sorprendían a sus moradores, debido a que ya todos estaban al tanto de cuál era la motivación y dur
omenzó a ser conocida y admirada como la enlace con los renacidos, con insistencia Cidonna, se ofreció de voluntaria para volver a acompañarla y ella no se lo permitió, ya que la muchacha constantemente le mencionaba a Nhivar, por lo que dedujo que también se había enamorado del apuest
animales, presienten que algo misterioso e inexplicable habita más
eriza a los depredadores, ayudándolos a detectar los diferentes olores sin importar que se encuentren a mucha distancia. Y así, los conducen a sus predios. Tras una corta reunión en que intercambian asunto
que da la sensación de que levita por encima de la hierba del tupido bosque. Cuando ella jadeante consigue llegar al pie de la catarata, el joven
uiré aventajarte, o lo haces para sofocarme y que no tenga fu
ía y extendió sus brazos como inv
. Ven y demuéstrame
ndo y con precipitación se
él con los dedos de su diestra roza suavemente los contornos de los pechos de ella y se detiene en sus pezones culminados con una rigidez placentera, acción que les provoca un incontrolable erotismo y placer
san continuamente y de mutuo se levantan y se lanzan a las aguas. En uno de esos int
e querido p
etengas amor m
na vez alguien que no fuera de sus cl
contempla silencioso y m
convertidos por causas del destino. De hecho, allá en tu aldea puedo sentir que una joven que
e da cuenta de que se refiere a Ci
que de quererlo yo podr
Sí, pero jamás te con
n a un poder que solo es
a humanidad que poseemos. Escuché leyendas sobre algunos antiguos renacidos que tal era su ferocidad que llegado a un punto jamás pudieron
asegura ella sujeta d
smuta y deja escapar un gruñido, pues detectó en la cercana vegetación que algu
por ser testigo de un inesperado suceso, ec
do invierno, de igual modo se acercaba la temida fecha en que eran atacados y lo sabían por qué un par de espías enviados a los confines de Merthalia, regresaron con malas noticias
osechas fueran abundantes y ya hace más de quince días que los graneros están abarrotados por lo aco
e el naciente, también avanzaba una numerosa y lenta caballería. Desde una alta atalaya, un hombre los ha esta
za a tierra emitiendo alaridos de alerta, es uno de los vigías apostados en los collados que rodean al pueblo. Indudablemente, muchos ya dormían y a sí y todo rápidamente se ve rodeado por decenas d
ose paso entre los aglomerados,
é su
caballería por el estrecho de
preciar -volvió a pregu
u respuesta provocó murmullos de pánico entre hombres y mujeres sin
ló a un hombre- Gilmux, busca un caballo fresco y recorre los puntos donde se mantiene los otros observ
spondió el aldeano y Atk
avisarle a los clanes del bosque... Que todos se preparen para l
de los que ya estaban en sus puestos y se debía a que Haxnia, acompañada por tres hombres, viajó en medio de la noche a los bosques
a quienes se les enfrentaban, eran demasiados para una población, la cual aún no era versada en las artes militares. A cada minuto se escuchaban gritos enardec
viéndose rodeados por todas partes, bajo las órdenes de Atkor, Dortho y otros aguerridos más, con los sobrevivientes ab
en la pradera y esperan derrotarnos
sus dos cuartos traseros, armas en crueles manos son mostradas con perversidad. Las huestes se reagrupan cr
mujeres jóvenes y las niñas que sobrevivan serán propiedad de Merthalia..
da, porque nunca seremos sus esclavos! -vocife
cuando ya faltaban unos cuarenta metros para la inevitable colisión, desde los linderos del bosque salieron cuatro jinetes y no estaban solos. Desde sus costado
¡Hoy aquí acaban sus fechorías y desmanes...! ¡Ninguno regre
uza mal vestida, por lo que al verlos como una insignifica
temblar a los ejércitos del imperio! Piensan
reíblemente no eran humanos, sino una aterradora e implacable jauría de bestias muy semejantes a lobos que gruñían y tales criaturas les cayeron encima antes de que algún asaltante pudiese reaccionar. El primero en ser alcanzado por una e
uienes poseídos por el horror clamaban piedad, sus caballos relinchaban asustados y no obedecían a sus amos. Porque aquella fuerza de ataque