RENACIDA
ómadas pasaban de largo en su incansable emigrar y el montañoso lugar no era el idóneo para vivir, si resultaba exce
blos en constantes pugnas, y cada clan cargaba con sus propios dioses, reglas, estatutos sociales u orden jerárquico, y tod
camente un clan se mantenía alejado del resto. Sus integrantes eran esquivos, poco conversadores y nada amigables, no obstante, nunca
con la venia del dueño o vecino del terreno, sí que hubo reyertas que culminaban con la muerte de uno o más adversarios, más estas eran provocadas por otros temas como: amoríos ocultos y no consentidos, ultrajes a hermosas
az y bienestar y si bien los credos continuaban siendo dif
de ataques furtivos ejecutados por guerreros errantes que recorrían la tierra en busca de pillaje y botines, precisados a contrarrestar tales desmanes decidieron unir fu
voló de sitio en sitio, conllevando que con ello más tarde comenzaran a ser víctimas de periódicas incursio
oculta casta de decenas de guerreros jóvenes los cuales tomaban el mando y alistaban a sus moradores para defenderse. Hechiceros y druidas invocaban a sus tenebrosos dioses y lanzaban conjuros malditos en las
vienda destinada para tales asuntos. La algarabía es general y un anciano se levanta golpe
eja dejaba de ser arriesgado, pero me quedó más remedio, porque de lo contrario continuaremos si
con su habitual voz gruesa. Y opino que debiéramos esperar a que el caudillo Alu
baba de regresar de un extenuante viaje, dejémoslo de
tán obligando a hacer lo mismo y marcharnos hacia otras tierras -pr
rá quien desee apropiarse de lo ajeno... I
rreros para que nos alisten para el combate -emitió Atkor, un joven
a diario, los granos y suministros son robados impunemente tras cada invasión y cada vez se suma
lo. Quizás tengamos tiempo de hacerlo antes de la próxima cosec
de ellos diez de los nuestros no vuelven a ver el sol -argumentó
s se ocultan en las despensas al solo escuchar el relincho de u
n visto caer a muchos de conocidos. El bastón golpeó reiteradas veces e
os y de nada nos ha servido hasta ahora... Cuántos de ustedes se han preguntado, ¿por qué dichas invasio
do -reconoció Dortho, quien desde ha
visitarlos en busca de intercambios, fueron expulsados sin tapujo
deben saber que esos condenados moradores de los bosques
ones inundan la estancia y cuando empie
s ovejas y ganado...? ¿Quién de este pueblo me asegura haber escuchado el aullido del lobo en los predi
ris -reconoce públicamente Dortho, y echa una ojeada a su
es Atkor, quien deja e
tos territorios, eso lo sabemos y evitan adentrarse en tierras de humanos, ya que los cazamos sin piedad. Sus aullidos
lobos comunes y si lo piensan detenidamente comprobarán que son más poderosos, escalofrian
e hasta los caballos se encabriten y relinchen de pánico, pero... ¿Renacidos? ¿Qué locu
n, quien se ha mantenido silenciosa hasta el momento, se aparta del grupo y se detiene junto a Chiferi
ban. A aquellos que antecedieron a los que en la actualidad habitan la colina llegaron desde un lejano territorio donde
ezcan, y ellos no lo son. Tu lengua emite sandeces e improp
uando nunca demostraron ser adversarios o beligerantes, acaso t
rtirse en lobos. Aquellos cuentos me fascinaban y aterraban a la vez, y siempre imaginé que si no eran invenciones de mi abuelo, en el imperio de Merthalia, fuero
s niños a que no se alejen d
mundo! Escuchen y no interrumpan má
enfundada espada, los que, continuamente, opinaban e interrumpían constantemente sin aport
n anterioridad en aquellos territorios y comarcas en las que un monarca juró acabar con todos... Viven a pocas leguas de
para tal afirmación -cuestionó Dortho y otros lo
de sus arrugados brazos y temblorosos dedos, mas no le prestan atención. Haxni
uen aplacar los ánimos es que el an
impetuosos y alocados y persiguiendo a un enorme ciervo, nos adentramos al atardecer en aquellos siniestros bosques al que nuestros padres nos habían advertido no acercarnos, pero quien en su lozanía sigue el consejo de sus mayores, ya en lo profundo perdimos todo rastro de la presa y nos desorientamos y sorprendió una noche donde ya surgía la primera luna llena del siclo correspondiente. Fue entonces que en medio de aquella tenebrosa oscuridad escuchamos aullidos, los cuales
mo fue posible que lo ocultara dura
hiferis... Continúe
corto tiempo nos resignamos esperando la muerte; sin embargo, cuando ya no podían horripilarnos más, comenzaron a cambiar de forma y para asombro mío y de mis compañeros, ahora estábamos rod
ente desnudas -cuestionó Bul
on desprecio y el ancia
n benévolos con nosotros y después de una larga charla nos guiaron hacia los linderos del bosque y dejaron partir, pues sabían que éramos jóvenes d
se mantuvieron silenciosos y pensativ
los que ahora llama nuestra salvación, son los descendientes de una raza que fue casi aniquila
mpo dejó de tener sentido para ellos. Y no