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Mi trato con el millonario ruso

Capítulo 4 Capitulo 4

Palabras:1355    |    Actualizado en: 02/07/2024

farmacia más cercana que encuentro. Tengo las manos sudorosas, el corazón como un tr

ras mis ojos se dirigen a los estantes donde la salvación (o al m

o es amable, pero no puedo pasar por alto la preocupación

o de golpe, con un sabor áci

ojos se encuentran con los míos, no de manera juzgadora, solo... amable. "¿Sabes que esto funci

ese destello de esperanza-. Sí, es

de, pero de

y su cálida sonrisa casi me destroza. Es una

acia la luz del sol. Tomo la pastilla com

*

rículum y presento solicitudes para empleos que pagan un poco más de lo que pagan en el sector d

ncia que, con suerte, será mi boleto de salida de este lío. Es legítimo, estable y no implica clie

a de mi computadora portátil, tratando de encontrarles sentido. Me duele la cabeza, tengo el est

para ir a la cocina pero me siento mareada. Me agar

Breck desde donde está tirad

elve la sonrisa, pero puedo ver la preocupac

na, puedes desc

para alborotarle el pelo-. No te preocupes por mí. Ya no tengo que

nte Breck, pero

el frigorífico para serv

con desdén desde la puerta, con su voz ven

mi nuevo trabajo remoto, pero las palabras se me quedan en la ga

zco. La palabra es como una ba

conmigo", gruñe, cerrando la puerta de un portazo tras él,

*

un vaso de agua y las galletas saladas que ha logrado reuni

nta de los días laborables. Está sentado en el borde de mi cama, con los ojos muy

cando las galletas a mí-. Te oí vomitar. No

hombrecito me cuida", murmuro, alborotándole el pelo. El gesto parece como pasar

reck, pero no hay forma de confundir

os de ánimo amargos y las palabras ásperas del tío Austin. Breck es lo único puro que me queda en l

recuesto, cierro los ojos y siento la pequeña mano de Breck acaric

as, me arrastro hasta el trabajo, vuelvo a casa a trompicones y repito. Me doy cuenta d

ondo, empiezo a saberlo. Simplemente lo sé. Todavía r

Las calles están vacías, los carteles de neón de las farmacias proyectan largas sombras sobre el pa

as agarro la prueba de embarazo del estante. La cajera apenas me mira, demasiado absor

pegan a la palma húmeda. "Tú puedes", susurro,

El silencio es sofocante, un burlón telón de fondo para el caos que hay en

s se confirman. El resultado es claram

emba

lico mientras me agarro al borde del lavabo, mareada y mareada. Se

días de la fecha límite. Era la única vez que había tenido relaciones sexuales y fui

na id

puedo permitirme tener un hijo, no cuando todavía estoy luchando por mant

ue todo está a punto de cambiar, mi libertad e independencia gana

salgo del baño, me siento aliviada de que no haya nadie cerca que note m

empre, pero la mía nunca

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