Mi trato con el millonario ruso
farmacia más cercana que encuentro. Tengo las manos sudorosas, el corazón como un tr
ras mis ojos se dirigen a los estantes donde la salvación (o al m
o es amable, pero no puedo pasar por alto la preocupación
o de golpe, con un sabor áci
ojos se encuentran con los míos, no de manera juzgadora, solo... amable. "¿Sabes que esto funci
ese destello de esperanza-. Sí, es
de, pero de
y su cálida sonrisa casi me destroza. Es una
acia la luz del sol. Tomo la pastilla com
*
rículum y presento solicitudes para empleos que pagan un poco más de lo que pagan en el sector d
ncia que, con suerte, será mi boleto de salida de este lío. Es legítimo, estable y no implica clie
a de mi computadora portátil, tratando de encontrarles sentido. Me duele la cabeza, tengo el est
para ir a la cocina pero me siento mareada. Me agar
Breck desde donde está tirad
elve la sonrisa, pero puedo ver la preocupac
na, puedes desc
para alborotarle el pelo-. No te preocupes por mí. Ya no tengo que
nte Breck, pero
el frigorífico para serv
con desdén desde la puerta, con su voz ven
mi nuevo trabajo remoto, pero las palabras se me quedan en la ga
zco. La palabra es como una ba
conmigo", gruñe, cerrando la puerta de un portazo tras él,
*
un vaso de agua y las galletas saladas que ha logrado reuni
nta de los días laborables. Está sentado en el borde de mi cama, con los ojos muy
cando las galletas a mí-. Te oí vomitar. No
hombrecito me cuida", murmuro, alborotándole el pelo. El gesto parece como pasar
reck, pero no hay forma de confundir
os de ánimo amargos y las palabras ásperas del tío Austin. Breck es lo único puro que me queda en l
recuesto, cierro los ojos y siento la pequeña mano de Breck acaric
as, me arrastro hasta el trabajo, vuelvo a casa a trompicones y repito. Me doy cuenta d
ondo, empiezo a saberlo. Simplemente lo sé. Todavía r
Las calles están vacías, los carteles de neón de las farmacias proyectan largas sombras sobre el pa
as agarro la prueba de embarazo del estante. La cajera apenas me mira, demasiado absor
pegan a la palma húmeda. "Tú puedes", susurro,
El silencio es sofocante, un burlón telón de fondo para el caos que hay en
s se confirman. El resultado es claram
emba
lico mientras me agarro al borde del lavabo, mareada y mareada. Se
días de la fecha límite. Era la única vez que había tenido relaciones sexuales y fui
na id
puedo permitirme tener un hijo, no cuando todavía estoy luchando por mant
ue todo está a punto de cambiar, mi libertad e independencia gana
salgo del baño, me siento aliviada de que no haya nadie cerca que note m
empre, pero la mía nunca