Pasión Prohibida: Poco control.
sposición a escuchar las palabras de su madre. Su esbelta y atlética figura destacaba con hombros proporcionados y una cintura definida. El rostro del joven exhibía rasgos simétrico
nco que le llegaba hasta las rodillas y pantalones de mezclilla negra, evidenciando su estilo distintivo. El joven, descalzo, mostraba una actitud relajada que com
del joven cuando este dejó de mirar a su madre, enviando un escalofrío por la espina dorsal de la morena, preguntándose si lo que veía era real o simplemente un tr
entro de la cocina-. Ella es Bianca -señaló a la morena, que guardaba silencio-, la mujer a la que voy a alquilar la casa del árbol en la que solías vivir. -Amanda sonrió nerviosa, aproximándose a la mesa para recoger
lguna manera. Bianca, por su parte, parecía hacer lo mismo, esforzándose por apartar pensamientos cruzados de su mente. Inhal
ntaba hablar, el
n, el biólogo de Canadá -dijo, sin dejar de mirar a
manda, notándose solo un poco su sonrisa forzada ante el comentario de su hijo. Él ya sabía de ese dato, por lo tanto
ener lo que realmente quería expresar. Carraspeó brevemente y,
e la morena resonó en la cocina, enviando vibraciones al lapis
en el aire entre ambos. La atmósfera se cargó con una energía palpable, una conexión magnética que los m
ión sin entender su origen,
"cosas de adolescentes" ante tu demora en responder a mi llamado. - Su tono era casual, entre
ía desatado entre el chico y ella sin entender el por qué. - Yo...Estaba ha
emás. - Ahí estaba de nuevo ese alto en sí mismo de decir lo que real
lajada. - Solo era un comentario. Además, Bianca es buena co
l parecer nervioso o tic, mordió brevemente su labio inferior, ocasionando qu
o, pero, no con los labios, sino, pasando su mano derecha por su cuello de forma lenta hasta detenerse en su pecho y bajar por completo a
a, mi hijo te guiará hacia la encantadora morada en el árbol, justo al lado de la mía. Allí podrás admirar mejor el entorno y
me pare
ién. - acot
que se le hacía extraño el comportamiento de su hijo, pero, le gustaba tener la razón en el hecho de que pensaba que la morena y él se podían llevar muy bien. - Me parece
y ambos se quedaron solos, haciéndose más