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En las intermitencias del amor

En las intermitencias del amor

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Capítulo 1 El magnate es un demonio

Palabras:1137    |    Actualizado en: 11/08/2024

apoyó sus dos manos sobre el escritorio negro

ruebas que puedan delatarme? -Dejó salir una r

cuello de la camisa. Sus respiraciones estaban agitad

drás librarte de este problema, ella nunca podría creer

empujón Marko lo alejó y se levantó de su silla de escritorio de un salto-. ¿Crees que me tiembla la

u camisa arrugado y después al

embla la sangre para asesinar, puedo hacerlo hoy mismo si es necesario. -Esperó a que las palabras fueran asimil

la oficina del CEO. Marko Rumanof quedó está

prisa de la oficina. El pasillo estaba oscuro, todos en la empresa ya se habían ido

os a la espera de que Lorenzo apareciera, pero después entendió que tuvo que haberse escapado de él y no bajó al parqu

ando una calle, ¿a dónde iba? ¿Por qué no se había i

a la sangre. Entre más se acercaba a

teó a ver el auto que se avecinaba

ires y cayera bruscamente a varios metros de distancia. El

volante, golpeándolo con fuerza en la frente. Dentro del vehículo nada más podía escucharse

encontraba el cuerpo tendido de Lorenzo. Le salía sangre de la cabeza, era tanta que todo su tor

ngre caliente corr

Lorenzo se había movido, así

una mano tomó el rostro del hombre y obligó a verle fijamente, aún seguía con vida-. Soy Marko Rumanof, yo nunca pierdo. Ahora tú vas a morir y

ó y observó su mano

a su alrededor, para su fortuna las

l hombre tendido en el su

*

nos no dejaban de temblar. Llevaba tres horas de espera que le parecían sumamente eternas. ¿Por qué no le daban información de s

rto?, ¿logr

e operaciones, se levantó a toda prisa de la banca me

dígame cómo está m

entina lo entendiera, sin embargo, necesita

ue lo q

do lo que estuvo en nuestras

detuvo para

podía estar muerto. No era posible que la única felicidad

saliva y dio un

e que llamemos a algún fam

e faltaba el oxígeno. Un accidente de a

ente de

había atropellado a Lor

o jefe... había ase

e colocar sus manos de intermedio para que

-exclamó el doctor

r a la descompensada mujer que a

lla. Mientras las dos enfermeras la ayudaban a colocarse en pie, logró vislumbrar al fondo

para presenciar cómo le daban la notic

accidente de auto. Había logrado salir sin ningún golpe que compr

emonio que la había perseguido toda s

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