La venganza de la CEO Adolescente
me salen ámpulas, tomo un color dorado precioso y no ando como mi marido, que es muy blanco, con toda la espalda ardida. Acababa de cortarme el cabello, así que este cae delicadament
e mis ojos y con el delineador
a esa edad al menos viéndose la mitad de lo bien que me veo yo. Era una exagerada, pero tiene buenas intenciones. Es una ch
. Ventajas de la genética, supongo. Mi madre a los setenta y cinco años
ustaba más la primera que tuvimos. No era una mansión gigante, pero sirvió muy bien para nosotros dos
sado tan joven, lo hub
ubiera hecho cargo de casi todo durante cinco años, en lo que Mari
a levantarme tarde y planear con calma una rica cena para celebrar que Santiago, Lina y Víctor están de visita por las vacaciones y mi marido prometió volver pronto de la oficina. Desde que le
ra el típico chico "malo", pero yo sabía que no era maldad, sino rebeldía. Él y sus hermanos casi no veían a su madre porque trabajaba de sol a sol para mantenerlos, ya que su padre los había abandonado cuando eran pequeños. En la primaria lo golpeaban los abusadores, por lo que apre
todos subimos a la azotea a seguirla para que no nos acusaran los vecinos. En algún momento, todos huyeron por el frío y nos quedamos solos. Sería el alcohol, las hormo
mpo, y con la ayuda de la familia, pudimos tener una boda sencilla pero bonita y memorable. Al graduarme, le dije que ahora yo trabajaría para que él pudiera estudiar medicina. A los dos años me embaracé de nuestro ter
mencé a trabajar desde joven y él es el jefe d
or una de las clínicas más prestigiosas del rubro en Estados Unidos. Víctor, el otro gemelo, se graduó de arquitectura hace cinco años y se enfocó en edificios de especialidades. Él diseñó la nueva ala de Pediatría de nuestro hospital más prestigioso
la vida
, mi vida no es perfecta, pero se acerca mucho. N
mar al mecánico llegando a la oficina. El mapa me sugiere una ruta más despejada y la tomo sin dudar. Tenía razón. No siempre me agrada la
no es la primera vez que me lo hace. No se actualiza tan rápido y no toma en cuenta caminos cerrados, en reparación o bloqueados por alguna manifestación o evento. Trato de frenar para darme vuelta en U y regresar por donde v
o está nublado por el humo que llena la camioneta. En unos minutos que parecen horas, el ruido de las sierras eléctricas y las tenazas corta el aire; están tratando de sacarme de entre los fierros retorcidos. Siento como arrancan el cinturón de seguridad y el dolor en mi estómago y mi pecho es i