Valeria: Retazos de una mujer
as miradas furtivas de sus compañeras que la juzgaban en silencio, Valeria finalmen
l próximo... Lamento que hayas tenido que encargarte de todo esto, te
alquiera le puede pasar. ¿Qué te dijo el señor Enrique? Estaba ec
ba un trozo de tela para su amiga. En la fábrica, el día empezaba cortando todos los moldes que se usarían para la confección de los pantalones o las diversas prendas. En esta campaña cada costurera tenía una meta diaria de al menos una decena de pantalones, por lo que debían darse prisa. Los retazos cort
¿no?", comentó An
quejó Valeria, secándose las go
inieron unos técnicos a revisar las instalaciones, pero como que solo le hicie
nero por nosotras? ¡Qué va! Tendrán que estar muy presionados de afuera para que eso pase", concluyó
ladores y unas escuetas ventanas, la planta central podía llegar a convertirse en un verdadero horno a medida que la mañana avanzaba. A veces el aire se tornaba tan espeso que era difícil respirar allí dentro. En todo caso, era el fogaje el que marcaba la pauta. Los enormes ventiladores apenas si hac
ar aire fresco. Ana y Valeria siempre comían juntas, así que, como solían hacer, se dirigieron a los casilleros para dejar sus mascarillas y sus gorros, y luego se encaminaron hacia el baño para refrescarse y lavarse un poco. Normalmente
primera que sale corriendo cuando suena la cam
ron las otras qu
lengua para no decir nada y tan solo es
cer que andar fastidiando siempre", la consoló Ana, mientras caminaba
ya estaba montada en el autobús cuando me di cuenta... ¿puedes creerlo? Querí
hacía en esos casos? Pues siempre dejaba algo de dinero en sus bolsillos o suelto en el bolso... Ah,
enía una anécdota de algo. Cuando Valeria llegó a la fábrica hace más de un año, fue ella quien la puso al tanto de todas las cosas que debía saber; como ya tenía casi un lustro trabajando para el señor
o me lo perdonará de ninguna manera. Es que ni te imaginas cómo me trató hoy, estaba que se me salían las lágrimas... Y yo que pe
miento de la fábrica. ¡Ya lo quisiera ver aguantando calor y cosiendo como loco todo el día! ¡No podría ni cortar las telas
así que se excusó: "Mira la hora, aprovecharé estos 30 minutos que quedan para ponerme al día, no quiero quedarme hacitemprano. De todas maneras tampoco me quiero quedar aquí
lantado trabajo al igual que ellas. Aun así, el lugar estaba casi desolado y el único r
uin
me da sueño", c
era. Con eso, ambas chicas se pusieron manos a la obra
ento creativo, pero ya habían pasado casi dos años y no parecía que nadie en la directiva tuviera intenciones de promoverla... De hecho, su permanencia allí pendía de un hilo; el señor Enrique definitivamente nunca la recomendaría a sus superiores. Aun así, Valeria se esforzaba mucho para llegar a su meta y, aunque el sueldo y las condiciones no lo valían, seguía despe