La Hija de mi mejor amigo, Mi obsesión
-Reflexión
ri
de mis pensamientos. Había pasado toda noche y gran parte del día, atormentado por el recuerdo de la noche anterior. La manera en que había dejado que mis celos me contro
a a mí mismo una y otra vez mientras firmaba
-preguntó mi secretaria desde la pu
es retirarte por hoy -resp
ía hecho arreglos con el dueño para preparar una cena en nuestra habitual habitación privada. Quería crear un ambiente íntimo, una atmósfera que facilitara una conversación sincera. Entré a la habitación y vi que todo estaba dispuesto como había solicitado. Una mesa pequeña con una cena ligera, velas encendidas que emitían una luz
-dije suavemente, leva
que me vistiera como para salir -r
sentó lentamente, sin dejar de mirarme, y noté la tensión en sus hombros, mientras asentía con la cabeza -Quería disculparme por lo que pasó anoche -comencé, tratando de mantener mi voz fir
oz temblorosa -porque me dio vergüenza que..
de un leve rubor. No esperaba esa respuesta, y por un momento, no
y a veces, esos deseos nos toman por sorpresa. Pero eso no justifica mi compo
on. En sus ojos, vi una mezcla de emociones; miedo
ncómoda, sí, al principio, pero luego avergonzada p
is deseos. Quiero que te sientas cómoda y segura -me acerqué y le deposité un casto beso en sus labios -Quiero q
e. A no ser como anoche que decidió
esta noche somos Elektra
tos y sentimientos. Con cada palabra, sentía que la distancia entre nosotros se reducía, que la barrera que había levantado comenzaba a desmoronarse. Al final de la noche, cuan
finalmente, extendiendo mi mano hacia el
spondió, y en ese momento, supe que habíamos dado un p
ue hizo que mi piel se erizara y mi respiración se agitara. Se levantó y caminó lentamente hasta quedar frente a mí. Mordiendo su labio inferior y sin dejar de mirarme, pasó los breteles del vestido por sus hombros, dejando que el vestido se deslizara por su cuerpo hasta llegar al suelo. D
, Elektra. No tienes ide
comenzó a menearse - Adoro cómo me miras y
me voy a lastimar -le dije en un susurro, que fue
é de las caderas y la llevé hasta la cama.
untó señalando
s ojos que hacían que me perdiera. Mientras se lo introducía por completo en la boca, comenzaba a succionar. Lo hacía de una manera muy inexperiente, pero lo adoré. Lo sacaba y lo observaba, luego le pasaba
dejar que
o perfectamente la pregunta, pero de todas maneras qu
avor. Me e
si no te gusta,
llo para guiarla. Era una sensación tan embriagante que en pocos segundos le llené la boca de mi ser. Me sepa
ro estar con nadie más, solo contigo. Te pe
vas a hacer que p
midad para lograr lo que más gustaba, que gritara de