Tú me enseñaste
nt
, que solo venía a joder, ¡hoy sábado y eran las cuatro de la mañana!, pero ¿este
eglado. Tenemos que estar e
? ¡Se te perdiero
no tomaras
de horas de haber ll
te olvidó? -Me l
alto, peor no recuerdo si tenía un compromiso. Él siempre me ayuda con los recordatorios, parecía el secre
mpromiso
ar a Maju con tu al
lugar donde la señora que trabajaba en arreglar el apartamento y cocinar ponía la correspondencia del pent-house. -vivo en una lujosa zo
que la gente me vea como un superficial, no presto atención, dejo que piensen algo diferente. En todo caso, Santos Domínguez se m
solo mis amigos. Mi casa era sagrada y solo ingresaban amigos y gente de confianza. No he podido alejar esa s
s muy elegante con una cinta de algún t
ción de los quince años de nuestra
: 8:
e fo
esa fech
mañana, no pude encontrar antes
e ni me acuerdo como era, solo recuerdo a una niña de casi seis años la última vez que la vi. Pero a César y a Maju no podía hacerles tal de
n mi carro
llos. Lo hice antes de salir, me lavé los dientes, la cara y metí mi bolsa de artículos personales. Eran once horas de vuelo, vamos a
n tonos grises, azul oscuro, mi apartamento era baj
de su tío, otra digna mujer para ser una esposa-. Va
nes
e le iluminaron los ojos al verme, siempre pasaba. En co
oces, para sab
u. Ella, creo que tiene los
oge r
me esa cadena de oro blanco y mués
corrimos en dirección a la sala de espera. Al menos en las once horas restantes dormiré. Una vez en los puestos de primera cl
añitos lo arrastraba por toda la casa, ironías de la vida, es a la única damita por la que me he tomado el trabajo siempre de comprarle l
.***.
Cons
e que iba a lucir hoy. -Me puse a brincar de la emoción; mi vestido era en palo de rosa, un exclusivo t
no había comido nada y adoro la comida. Los dedos se me ensuciaron de chocolate y con el cuid
. Sentí los cachetes calientes. -Dios de mi vida y del amor her
do, como si hubieran estripado una gata-. Vine a entregarte mi regalo. -respiré pr
verdad no me
y Santos Domínguez. -Miércoles, ¿este era
che? -Una vez que lo dije me puse má
s? -afirmé, me giré, me puso la cadena, era preciosa y él er
ás lo bella que est
enza!, quería lanzarle todos los muebles al tío Alejo. La carcajada de Santos me hizo abochor
collar, hay unos
osos, mi tía me los puso. Alejo se llevó a Santos y me quedé m
s hombres mayores, eso desde niña lo demostraste, por
. -Me
rincesa, él no ama a na
dre suele decir que a los seis años le hice un desastr
ocó pagar para que pintaran de nuevo varias paredes de su apartamento en Ca