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¿Embrujo o Locura?

Capítulo 3 Mentira piadosa

Palabras:1319    |    Actualizado en: 30/10/2024

tico, y eso no le había dejado para nada feliz. Al contrario, él se había sentido culpabl

algo parecía de locos o inapropiado? No lo sabía a ciencia ci

ba de repetir cual eco sus propias palabras para que su prometida

ndo en qué voy a hacer con todas estas cosas

ra de lo normal. Odiaba sentirse débil o lunático, prefería que las personas, incluyendo a Karina, lo vieran como un hombre bie

s conflictos innecesarios; de eso no le quedaba la menor duda. Pero a pesar de todas las j

de aliento de su padre. Cada vez que creía sentir sus presencias inclusive dentro de su departamento, no podía evitar

. Se le iba el tiempo como agua entre las manos, en el que tenía que viajar de un lado a otro a

uehacer era muy laborioso y lo mantenía ocupado. Ya llegaría el s

os, para después de que Karina y él finalizaran de organizar todo lo que necesitaban. Con decir que

antigua casa de sus padres. Mientras subía a su auto su corazón se oprimía, ya que, entre cavilaciones no se

concentrarse en ella y en el porvenir. Esa era su realidad, ¿qué más quería su mente de él mismo? Ni siquiera él lo sa

se abalanzó a sus brazos y se saludaron con un casto beso en los labios. Abel no podía dejar de alegrarse al

n playera, un pantalón corto deportivo y zapatos tenis, lo cual volvía loca a su prometid

tos estilo mocasín, muy cómodos a su parecer; y para que su pelo no estorbara se había hecho una t

enzar a disponer de algunas cosas que le parecían un tanto innecesarias para que se quedar

rgía. Todo saldrá bien, ya verás. -K

d. En serio, se hubiera bebido algo energizante, porqu

Karina para intentar revivir el vigor

pusieron a pasar adelante. Se colocaron mascarillas por aquello del polvo y Karina se colocó un pañuelo en

lo eso, hijo. No te quedes con nada que tú no desees solo porque te recuerde a nosotros». Las palab

ccesorios que sus padres amaban, pero todo se veía ya demasiado usad

parece? -inquirió Abel como si estuv

en un hilo de voz. Ella seguía preocupad

que la depresión entrara y se adueñara de su cuerpo y alma. Era una decisión

e de esa manera. Cerró los ojos, respiró profundo y de sus labios s

s! -dijo Abel con el entusias

ntras corría gradas arriba. Ella hacía más

o lo que fuera ropa y zapatos. Prosiguieron con la ropa de cama, cortinas y papelería que perte

osas para afuera y Karina sacudía y barría los restos de polvo que caían al movilizar todo

el ático. No sabía si era porque desde un inicio le echó el ojo

alternativa; para dejar de pensar tanto en ello desplegó la escalera hacia

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