La Hermandad Del Arcangel
cuyas puntas contenían el mismo chip de control que hacía que los collarines fueran tan efectivos. En el instante en que tocaban la piel, el chip emitía una especie de
ientífico, pero conocía las limitaciones y l
Rainelys le había pasado una vez. Le había costado medio año de sueldo resolver el pleito. Los labios de Francelys se curvaron en una sonrisa
nt
verdadero esfuerzo meter su
chado el cinturón, Francelys llamó al
te
io instrucciones de dejar el paquete
blar en cuanto le puso el collarín. La mudez era uno de los efectos colaterales del control neural creado por el instrumento. Antes de que se inventaran los aparatos con chip, la profesión de cazador de vampiros era ba
a Sidney la esperaba junto a un lustroso jet privado. Francelys les llevó el tipo que había capturado, pero ellos le indicaron con un gesto de la
abogados. No pensaba correr ningún riesgo que pudiera ac
ntra los vampiros. Lo único que los ángeles tenían que hacer era mostrar fotos de humanos con la garganta
o y lo guió hasta el enorme cajón de madera
ent
vió hacia ella. El terror que manaba de su cu
. -Cerró la tapa con fuerza y le puso el candado. Llevaría puesto el collarín hasta Sidney, donde, de acuerdo con el prot
mpañado al interior del avión) la recorrió de ar
ó un sobre-. Ya se ha hecho la transferencia
formulario de confirma
rto ha sido de
ntes de tiempo. El señor Humberto tiene algunos plan
le habían amputado todas las extremidades... sin anestesia. Cuando la unidad de rescate del Gremio lo liberó de las garras del grupo racista que lo había secuestra
les no se lo habían enseñado a los montone
sado, quizá sí
miles. No entendía por qué. En su opinión, la inmortalidad tenía un precio demasiado alto. Era mejor vivir libre y convert
ardó el formulario de confirmación y
cale al señor Humbe
que sería un cuervo tatuado en su cráneo afeitado. El tipo era demasiado alto como p
e echó un vistazo deliberado a los sencillos
mbros de la Hermandad del Ala practicaban el celibato mientras estaban de servicio. Puesto que el castigo por la desobediencia er